Podrá parecer un poco chocante el título de este tema y lo es porque vamos a analizar una experiencia que rara vez comentamos. A menudo podemos ver con claridad la solución a las crisis o problemas ajenos, pero si es algo que nos afecta, puede resultarnos muy difícil analizarlo de igual forma.

Seguramente podrás recordar cuando algún amigo te busca para que le des el mismo consejo que una vez te dio, frente a una situación que casualmente ahora le tocó vivir a él.

La inteligencia emocional puede permitirnos una mayor objetividad al manejar nuestras situaciones difíciles. Emociones como el temor y la ira, podrían bloquearnos. Podemos y debemos lograr tener el control de nuestros pensamientos y emociones, porque no hay otra forma de lograr el control en nuestras vidas.

Una de las capacidades más importantes que tenemos los seres racionales es la de reflexionar, lo que nos permite sacar conclusiones convenientes o necesarias. Al tomar distancia de nuestras vidas actuales no nos ahogamos en un vaso de agua y vemos la situación desde una mejor perspectiva. No siempre es fácil hacerlo, pero es esencial saber su importancia y esforzarse por lograrlo. El pensar de forma objetiva hoy, no te asegura que lo harás mañana, por lo que siempre debes estar alerta.

Si observas una pintura famosa estando tus ojos a tan solo 10 centímetros de ésta, no apreciarías bien lo que ves, pero si te alejas a cierta distancia prudente, normalmente un par de metros, puedes ver la obra en su conjunto, así como los detalles que la caracterizan. De igual forma, estamos tan sumergidos en nuestras vidas, que podríamos no valorarlas adecuadamente.

Vamos a sugerir algunas ideas que podrían serte útiles.

El discurso filosófico se desarrolla mediante la dialéctica y podemos hacer un diálogo con nosotros mismos respecto a la situación que nos afecte, enfrentando las mismas ideas que propongamos. Se cuenta del magnate griego Aristóteles Onassis, que la noche antes de tener una importante reunión de negocios se pasaba horas presentando propuestas y rebatiéndolas él mismo, de tal forma que, a la hora de sentarse a negociar, difícilmente podía ser sorprendido por algún argumento y solía tener la respuesta rápida y precisa para sus interlocutores.

Podemos explicarnos a nosotros mismos un problema o situación, procurando abarcar el mayor número de puntos de vista, analizando repercusiones en: salud física o mental, bienestar, familia, amigos, trabajo, propiedades y vida espiritual. Aunque a menudo nos ofuscamos con un solo aspecto de la situación.

Debemos ser realistas, porque muy frecuentemente nos sentimos muy atormentados por ideas irreales o irracionales y partiendo de una confusión no pueden lograrse conclusiones de valor.

El relacionarnos con nuestros familiares y amigos es una importante retroalimentación, si no concordamos con ellos no quiere decir que estemos equivocados, pero sí que debemos sopesar mejor nuestras ideas. Para explicar tu problema a los demás necesitas presentarlo de forma comprensible, lo que te obliga a cierta objetividad y te permite entender mejor tu situación. El no tener a alguien de confianza para comentar las situaciones que te afecten, puede ser una carencia incluso peligrosa. Los peores errores que cometemos suelen suceder cuando rehusamos escuchar a los demás. Siempre tendrías la opción de presentar tu situación al psicólogo, quien es el profesional entrenado para escucharte. Lo que nunca deberás hacer es avanzar cuando no tengas ideas de adónde vas.

Poner por escrito lo que te preocupa puede ser muy esclarecedor, a veces desde que lo estás escribiendo y otras veces al leerlo después de serenarte.

Las emociones son como poderosos caballos, cuando tiran de tu mente puedes perder el control, pero cuando es tu razón que las dirige, puedes lograr tus metas. Las emociones intensas pueden nublar la inteligencia y provocar acciones erráticas, es por ese motivo que los cirujanos normalmente evitan operar a sus hijos.

Si eres creyente, desde tu oración personal puedes establecer conversaciones con Dios, quien está vivo y a tu lado. La oración contemplativa activa tu más elevado nivel de conciencia (tu imagen y semejanza divina) dándote acceso a una sabiduría impresionante, donde problemas que tengas por años se pueden aclarar en segundos. La persona de intensa oración puede interpretar su existencia terrenal como un papel o rol que está representando temporalmente en un teatro, lo que le permite mantener mejor la calma. En cambio, la persona religiosa pero sin oración personal se diferencia muy poco de los no creyentes.

Frente a problemas ajenos es sumamente fácil expresar ideas como: “ten fe que todo pasará”, “Dios es bueno”, “ya verás que todo se va a resolver”, etc. Pero la verdadera fe, en realidad se evidencia si mantienes esa serenidad cuando el problema es tuyo.

Muchas veces le tienes más temor a la medicina que a la enfermedad, pero como suele decirse: es mejor un final tormentoso que un tormento sin final. Estas vidas terminarán algún día, pero el miedo a la transición puede hacernos morir todos los días.