El pasado mes de junio la Organización Mundial de la Salud (OMS), por medio de su equipo de Salud Mental y Uso de Sustancia, presentó el Informe mundial sobre salud mental (1). Este documento tiene una trascendencia fundamental porque se convertirá en referencia durante años para todo aquel que se quiera aproximar a oportunidades de mejora y a evidencias de buenas prácticas en torno a la transformación de la atención y la calidad de los servicios para las personas con una condición mental.

Este es un Informe para inspirar y fundamentar el cambio. Nos dice que las amenazas para la salud mental están presentes: el aumento de las desigualdades sociales y económicas al igual que los conflictos prolongados, la violencia y las emergencias sanitarias provocan deterioro del bienestar, lo cual tiene graves consecuencias en las vidas de las personas, al tiempo que los sistemas y servicios de salud mental son deficientes y están mal equipados para satisfacer sus necesidades. Dice que  hay una indiscutible y urgente necesidad de transformación que garantice una salud mental para todos desde un enfoque multisectorial.

Nos indica que la salud mental es de vital importancia para todos, en todas partes. Que es una parte integrante de nuestra salud y bienestar y un derecho humano fundamental. Señala  que los servicios y apoyos no solo se limitan al tratamiento clínico, porque al prestar atención de salud  también es necesario un enfoque multisectorial en consonancia con los factores que la determinan: habilidades y atributos sociales y emocionales, la educación de calidad, el trabajo decente, los barrios seguros, la cohesión comunitaria, entre otros. Apunta a que dichos servicios y apoyos se  oferten próximos al hogar y centrados en la persona.

 

En otro de sus apartados, señala que las necesidades en materia de salud mental son considerables pero que las respuestas son insuficientes e inadecuadas. Nos dice que una de cada 8 personas en el mundo sufre algún trastorno mental, en donde los trastornos de ansiedad y los trastornos depresivos son los más comunes. Plantea que más de  uno de cada 100 fallecimientos se deben a un suicidio, siendo además una de las principales causas de muerte en jóvenes. Aporta el dato de que los trastornos mentales son la principal causa de años de vida perdidos por discapacidad. Nos indica que la esquizofrenia, que afecta a una de cada 200 personas adultas, es uno de los trastornos mentales más perjudiciales y que estos pacientes, junto a otras personas con trastornos mentales graves fallecen en promedio, entre 10 y 20 años antes que la población general, a menudo por enfermedades físicas prevenibles.

Enfatiza este Informe, que las consecuencias económicas de los trastornos mentales son enormes: las pérdidas de productividad y otros costos indirectos suelen superar con creces los costos de la atención en salud. Dice que esa atención está gravemente desatendida, que los sistemas de salud son deficientes y desequilibrados en recursos, servicios, gobernanza, información e investigación.

Nos dice que el compromiso con la salud mental es una inversión en una vida y un  futuro mejores para todos y señala tres motivos: la salud pública, los derechos humanos y el desarrollo socioeconómico. La salud mental se debe incluir en el conjunto de los servicios esenciales de la cobertura universal de salud para así mejorar la accesibilidad y reducir la fragmentación y la duplicación de recursos.  Advierte que esa inversión es necesaria para que estos pacientes sean reconocidos como personas y así  poner fin a las violaciones de los derechos humanos al mejorar la inclusión en su comunidad, facilitar el acceso al empleo, a la educación y a la vivienda. Agrega que cuando las personas gozan de buena salud mental y viven en entornos favorables, pueden aprender y trabajar, así como ayudar a sus comunidades en beneficio de todos.

Asegura que la transformación de la salud mental empieza por sentar las bases de unos sistemas y servicios de salud mental que funcionan bien. Señala que las principales áreas de acción son: gobernanza y liderazgo, financiamiento, concienciación pública y competencias para la atención de la salud mental. Nos dice que los marcos mundiales y nacionales son fundamentales para orientar la acción en materia de salud mental y proporcionar un contexto propicio para la transformación. Plantea que para proteger y promover los derechos humanos es necesaria una legislación que se ajuste a los instrumentos internacionales de derechos humanos. Expresa que esas leyes y políticas se deben estructurar desde la intersectorialidad.

El Informe expone que se necesita compromiso político expreso, institucional y presupuestario.  El compromiso debe traducirse en acción mediante una financiación adecuada. Apunta que es vital disponer de personal suficiente, competente y motivado desde la atención primaria hasta la amplia gama de proveedores comunitarios. Todos,  junto a la comunidad y el resto del sistema de salud, deben apoyar la inclusión social de las personas con trastornos mentales y promover una atención y un soporte basados en los derechos, centrados en la persona y orientados a su recuperación.

Recomienda reforzar la promoción y la prevención para lograr la transformación de la atención de la salud mental. Nos dice que estas funcionan identificando los determinantes individuales, sociales y estructurales de la salud mental y, a seguidas, interviniendo para reducir los riesgos, fomentar la resiliencia y establecer entornos favorables para la salud mental.  Manifiesta que la reorganización de los determinantes de la salud mental suele necesitar una acción que no se limita al sector salud, lo que convierte la promoción y la prevención efectivas en una actividad multisectorial. Señala  que cada vez hay más pruebas de que la promoción y la prevención pueden ser costo efectivas.

El Informe plantea de una manera enfática que transformar la salud mental significa reforzar la atención comunitaria para todos los que la necesitan. Dice que se requiere una reestructuración y ampliación de la atención de salud para lograr un impacto: en lugar de atender a pacientes con graves  trastornos mentales en hospitales psiquiátricos, los países deben privilegiar la prestación de servicios de salud mental en la comunidad,  porque es más accesible y aceptable que la atención institucional y porque ofrece mejores resultados.

Indica que la atención de salud mental en la comunidad comprende una red de servicios interconectados que van desde la atención de la crisis por el hospital general, pasando por los diferentes niveles de la red de atención, donde el primer nivel es fundamental, hasta llegar a los centros de salud mental comunitarios y los demás dispositivos (vivienda tutelada, hospital de día, hogar de paso, etc.), hasta comprometer a la propia comunidad. Todos interconectados, en donde se aprovechan las experiencias, se intercambian los conocimientos y se crean nuevas oportunidades.

El Informe finaliza haciendo un llamado a las personas, los gobiernos, los proveedores de atención de salud, las organizaciones no gubernamentales, el mundo académico, los empleadores, la sociedad civil y otras partes interesadas a contribuir a dicha transformación, en donde la atención está centrada en la persona, orientada a su recuperación y basada en los derechos humanos.

 

Informe mundial sobre salud mental: transformar la salud mental para todos. Panorama General. Organización Mundial de la Salud. 2022.