De manera sorprendente, pero tratable, una nación del oriente del continente africano manifestó su disposición de enviar mil efectivos policiales a la República de Haití en el Caribe, con la finalidad de enfrentar a las multiplicadas gangas que azotan con violencia a ese pueblo. El gobierno de la República de Kenia ofrece apoyo para restaurar paz, estabilidad en Haití y reiniciar el camino hacia su desarrollo económico y estatal. Los gobiernos de Jamaica, Bahamas y Antigua & Barbuda han acordado sumarse a Kenia para ayudar a la nación más pobre de América.

Por siglos, durante la pasada época de la conquista y esclavitud, los portugueses, españoles, ingleses, franceses daneses, holandeses y norteamericanos mantuvieron un trato desgraciado y colonialista hacia los negros traídos, generalmente, de la parte occidental y central del continente africano. Ahora, “la torta se ha virado”; varios gobiernos de naciones de negros han expresado su compromiso de ofrecer apoyo pan-africano, con la intención de liderar y restablecer la tranquilidad y el avance socioeconómico de pueblos negros en conflicto.

Muchas cosas están cambiando en el mundo. La geopolítica tiene aspectos disimiles, complicados, pero esperanzadores. Es evidente que los negros están pensando y luchando arduamente para brindar sostén a sus congéneres de manera voluntaria y arriesgada, pero decidida, con la intención de demostrar su solidaridad y fraternidad.

Los conquistadores, explotadores y colonizadores europeos, exprimieron a los africanos, se enriquecieron con sus ventajosos comercios; pero ahora, le niegan su ayuda para recompensar parte de lo que se beneficiaron en el pasado. Actualmente, cuando la población afrodescendiente se esfuerza para disfrutar de libertad y mejoría de condiciones sociales, derechos inalienables de todo ser humano, son los gobiernos afrodescendientes los que vienen en rescate de las sociedades y entes de piel oscura.

Es loable y esperanzador que sean regímenes de los remanentes de la esclavitud, los que se comprometan a dar apoyo a sus fraternos raciales. Hay que saludar, reconocer y enaltecer a las naciones de Kenia, Jamaica, Bahamas y Antigua y Barbuda, por su decisión de aglutinar una fuerza intercontinental de la raza negra, para apoyar al pueblo haitiano en este difícil momento provocado por la violencia de las pandillas, así como procurar establecer paz, concordia y seguridad social en el vecino país.

Los países de la fraternidad y solidaridad que ofrecen la oportunidad a Haití para salir del atolladero, podrían hacer lo que estimen conveniente para la paz y el restablecimiento del orden gubernamental. Para tal fin, se requiere el sentido arraigado de la confianza a todos los niveles de la sociedad. Es de lugar, que se tenga respeto y aceptación de los dirigentes políticos, los empresarios, el equipo componente de la justicia y el disfrute de seguridad social, por la presencia y efectiva actuación de las fuerzas policiales. Sí, es indispensable la aceptación del conjunto gubernamental y la unión de los gremios profesionales y laborales. Es precisa la unidad a pesar de posibles y contadas divisiones; pues sólo así habrá serenidad, bienestar social, estabilidad institucional y desarrollo continuado. Debe resolverse por siempre la profunda discrepancia existente, así como eliminar prejuicios y clasificaciones clasistas que, de manera inconsciente, están presentes en la conciencia de la población entorpeciendo el necesario equilibrio de los sentimientos susceptibles de muchos ciudadanos. En verdad, en muchas áreas del conglomerado hay emoción por la presencia del “bakra” (persona blanca que esclaviza el negro) y “bossales” (los sujetos esclavizados).

Es importante considerar que las pandillas que azotan las comunidades en Puerto Príncipe podrían ser dominadas eventualmente por un tiempo, más o menos durable; pero las reinantes divisiones soterradas en la subconsciencia del pueblo podrían reaparecer en un futuro no previsible, a menos que la experiencia de ahora, sea una lección tan impactante que disuade todo capricho latente.

Se sabe que la ocupación del territorio de los países de Europa provocó similares luchas durante siglos, tal como viene sucediendo en Haití. Las dos guerras fratricidas, consideradas como “mundiales”, sirvieron para unificar la parte occidental de Europa mediante el Tratado de Maastricht, el 1 de noviembre de 1993, el cual propició el surgimiento de las Naciones Unidas de Europa conocido también como espacio Schengen, en cuyas resoluciones se plantea una especie de convenio diplomático y económico.