En esta semana que acaba de pasar me han pedido que escriba una carta describiendo mi participación como jueza en la competencia anual organizada por FUNDECITEC destinada a inspirar a jóvenes de 9 a 16 años en actividades de ciencia y tecnología.

Tengo más de cinco años en ello y he derivado ciertos aprendizajes que creo que vale la pena compartir con un público más amplio que para aquél que me fue solicitado y por ello los incluyo bajo forma de artículo de opinión.

Primer aprendizaje: si una persona, una institución o hasta el mismo gobierno quiere tener impacto en alguna causa social, las monjas pueden ser grandes aliadas. me integré como jueza en uno de los primeros torneos, cuando todavía se celebraban en el Colegio Serafín de Asís y desde que entré al plantel escolar pude percibir una demostración viviente de los aportes de las religiosas de la Iglesia Católica para la creación de un mundo mejor (en paralelo con las recientemente reconocidas por el presidente Abinader).

En el recinto se respiraba orden, sentido de propósito y vocación de formación. Participaban varias decenas de centros académicos públicos y privados , a mí no me tocaba verlos a todos, pero era innegable que de este en particular alguien iba a ser merecedor de un reconocimiento. En efecto así fue, pero no solo en ese centro, la presencia y la dedicación de las religiosas de diferentes congregaciones se manifestó en más de un galardón.

Segundo aprendizaje: es una realidad que a Haití le está yendo peor en los últimos años. Fundecitec es un capítulo dominicano de puesta en práctica de las iniciativas de First Lego League y, como tal, tiene una vocación de servir al público más amplio posible, todo el país y todas las islas del Caribe que se quieran integrar.

Para ello, lo normal era empezar con la república con la que compartimos la isla. Allí de nuevo, las únicas instituciones que se interesaron y que estuvieron en condición de participar fueron las dirigidas por monjas. pero ni su espíritu de servicio, ni su tradición pudieron hacerle frente las catástrofes de los últimos años.

Una cosa era leer en la prensa que mataron al presidente en su residencia y otra era ver que esa incapacidad de ponerse de acuerdo en las personas y las maneras en que se iba a organizar la sociedad iba a estar presente en todos los estratos sociales. A pesar de los mejores esfuerzos, no ha sido posible volver a recibir estudiantes haitianos. Esta es una observación que forma parte de un estereotipo, pero en este caso ha sido real, no se ha podido trabajar con ningún centro educativo de ese país desde hace varios años.

Tercer aprendizaje: Hace falta continuar con esta tarea de fortalecer el espíritu científico, la creatividad, la perseverancia y la capacidad de trabajo en equipo. Ha habido muchos equipos premiados, pero, lamentablemente, a pesar del esfuerzo de los mentores, directores de colegios, y, según me he enterado, inclusive de colaboradores externos contratados para mejorar el desempeño de ciertos equipos, de todos modos, ha sido posible ver evidencias de flagrantes faltas de conceptualización, diseño y visión. ¡Y estos son los que quieren participar y mantenerse semanas trabajando para elaborar sus proyectos! ¿Qué será con los desmotivados y holgazanes? De estos grupos es que saldrán los profesionales de mañana.

Cuarto aprendizaje: Todo este esfuerzo cuesta tiempo, dedicación, convicción y dinero. Bastante dinero. Los jueces donamos nuestro tiempo porque, en realidad, se puede hacer una contribución significativa con algo tan breve como veinte horas al año: dos breves reuniones de consensuación en torno a los programas del año y participación en los dos días del fin de semana de la competencia. Pero, nosotros costamos en términos de que, para ser reconocibles por un número cada vez mayor de estudiantes (más de 700 en la más reciente edición), es necesario proveernos indumentaria que identifique nuestra función, se nos ofrecen como una cortesía las bebidas, canapés y almuerzos del fin de semana en que observamos la competencia.

Aparte, aunque los centros educativos donde se hacen las reuniones no nos facturen para ganancia, sí que hay costos de alquiler de pantallas para la difusión de los movimientos de los modelos diseñados, construidos y programados por los jóvenes. También se alquilan micrófonos, mesas, bambalinas y sillas. Porque se desea fomentar las capacidades de jóvenes del mayor número de centros educativos posibles, a aquellos que pertenecen a sectores más desfavorecidos se les exonera el pago (no el costo, eso es imposible) de los materiales requeridos para construir los modelos (para hacer una evaluación lo más objetiva posible, estos son los mismos para todos).

Quinto aprendizaje: Este esfuerzo ¨paga". Los años de experiencia han permitido identificar centros y jóvenes que luego pueden ser apoyados por el Ministerio de Educación o llamados a colaborar con otras entidades educativas. También, a título personal, para estudiantes, mentores, jueces y organizadores es muy satisfactorio ver evidencias de calidad y hasta de progreso.