Inka Mattila, representante residente PNUD RDDesde los inicios de la humanidad, la innovación ha estado en el corazón del progreso, impulsando el cambio tecnológico y potenciando soluciones para problemas colectivos. En muchas formas, la innovación ha cambiado la forma en que vivimos. Sin embargo, hoy en día nos encontramos ante una gran encrucijada en la que somos testigos de rápidas transformaciones, pero a la vez, de nuevos retos para el desarrollo sostenible.
La crisis de COVID-19 ha sido una llamada de alerta sobre la necesidad urgente de repensar las respuestas y la resiliencia para abordar los retos del presente y del futuro. Actualmente, se observa una desigualdad persistente y en aumento a nivel global, mientras que los conflictos y la pobreza continúan causando migraciones masivas y el crecimiento urbano no planificado en los países en desarrollo pone a prueba la cohesión social.
Asimismo, los esquemas de protección social están siendo amenazados por limitaciones presupuestarias, mientras que los sistemas de salud han sido desbordados. En distintas partes del mundo parece haber una erosión la democracia, y somos testigos del aumento del autoritarismo. No menos importante, la igualdad de género sigue siendo una meta pendiente que las estrategias de desarrollo tradicional no consiguen avanzar lo suficiente.
También afrontamos nuevos riesgos potenciales a los que la comunidad internacional debe dar una respuesta conjunta, como la crisis climática, que demanda un pacto integral que resulte en la generación de fuentes de energía limpia y estrategias sostenibles para la producción y el consumo, si es que queremos ser capaces de dar respuesta a la crisis ambiental que ya vivimos.
A pesar de estos retos, el siglo 21 tiene mucho potencial para trazar nuevas rutas para la prosperidad sostenible y la inclusión social, y la innovación es clave para desbloquear esta posibilidad.
Bajo la convicción de que las viejas recetas no serán suficientes para dar respuesta a estos retos, y lograr la transformación necesaria, el PNUD está poniendo la innovación en el centro de nuestro apoyo a los países para lograr el desarrollo sostenible. Creemos que la innovación para el desarrollo “se trata de identificar soluciones efectivas que agregan valor a las personas afectadas por los retos del desarrollo”. Por esto, estamos avanzando para transversalizar el enfoque de innovación, para que todo lo que hagamos como organización mejore la vida de las personas y contribuya al logro de los ODS.
En PNUD República Dominicana estamos apostando a la innovación en todos los niveles, poniendo al frente nuestra red de conocimiento y experiencia global para fortalecer nuestro apoyo a las instituciones nacionales, cambiar la cultura de la cooperación para el desarrollo y contribuir a soluciones adaptables al cambio y con un impacto directo y positivo en la vida de las personas.
Además, hemos sido afortunados de estar al centro de un reconocimiento cada vez más fuerte de parte de los formuladores de política de que la innovación puede ser un motor que impulse los cambios necesarios para dar respuesta a los retos de desarrollo del país. En alianza con el Gabinete de Innovación, estamos trabajando para cambiar la conversación, desmitificando la concepción de la innovación solamente como sinónimo de tecnología digital, e insertando la innovación en el ADN de la formulación de políticas públicas.
En el 2021, el gobierno dominicano creó el Gabinete de Innovación, una comisión de coordinación interministerial con el mandato principal de crear la Política Nacional de Innovación. El decreto presidencial dividió el trabajo del gabinete en torno a cinco áreas: 1) gobernanza, 2) capital humano, 3) inversión y alianzas, 4) cultura y ciudadanía y 5) transición energética y sostenibilidad.
El PNUD en República Dominicana fue invitado por la Presidencia para acompañar esta iniciativa y aportar nuestra experiencia global en el diseño de esta política tan neurálgica. Desde el principio, nuestro Unidad de Innovación Estratégica, nuestro Laboratorio de Aceleración y nuestros especialistas nacionales han acompañado el proceso con herramientas metodológicas y asistencia técnica, alineados a los principios de nuestro nuevo plan estratégico, que promueve la innovación para apoyar a los países a lograr transformaciones estructurales, construir resiliencia y no dejar a nadie atrás. La experiencia ha sido un ejemplo de cómo la combinación de los conocimientos locales y globales del PNUD son un instrumento al servicio de los países donde operamos.
Nuestra contribución a la elaboración de esta política se ha enmarcado en lo que entendemos han sido los principales aceleradores del siglo 21: innovación estratégica, digitalización, financiación para el desarrollo, enriquecida por varias experiencias de innovación de políticas y planificación en las que el PNUD ha participado en distintas partes del mundo.
Hemos puesto en práctica nuestro rol integrador, estableciendo conexiones con gobiernos e instituciones aliadas en la región de América Latina y el Caribe que compartieron con el equipo nacional su experiencia en el diseño de políticas similares. Adicionalmente, desde la unidad de innovación estratégica se propuso un análisis integral de la cultura institucional como el primer paso para abordar los retos de desarrollo desde una perspectiva sistemática.
La relevancia de estas contribuciones no puede ser exagerada: el PNUD ha acompañado al gobierno a tener acceso a experiencias de primera mano de cómo otros países han logrado implementar ecosistemas de innovación.
Adicionalmente, nuestro enfoque de inclusión y participación de toda la sociedad ha permeado el proceso de diseño de la política, con los principios de la Agenda 2030 como norte. Por esta razón, el proceso incluyó una serie de consultas nacionales e internacionales con instituciones públicas, sector privado, la academia, sociedad civil y la ciudadanía.
El PNUD acompañó la realización de 4 consultas regionales para reflexionar sobre la innovación en el contexto específico de cada región. El resultado ha sido una recolección de lo que es más importante en materia de innovación para las personas que serán impactadas en cada territorio del país, que será reflejada en la política. Si bien el proceso ha sido rigurosamente técnico, al mismo tiempo, ha sido participativo, poniendo a las personas y sus necesidades al centro de la búsqueda de soluciones.
De esta experiencia, hay varias lecciones que vale la pena resaltar. En primer lugar, desarrollar un pensamiento innovador nos reta a alejarnos de iniciativas de diseño de políticas muy estructuradas hacia un método más ágil, disruptivo y adaptable de hacer política pública. Esto debe ser un factor clave para que las organizaciones puedan gestionar el cambio de manera más eficaz.
En segundo lugar, la innovación implica un ejercicio interno reflexivo sobre nuestros propios procesos y políticas, para medir dónde estamos y definir un plan de hacia dónde queremos llegar como país, algo en lo que estamos trabajando. Finalmente, si la innovación se convertirá en parte de la marca país de la República Dominicana debemos romper con la dispersión institucional y avanzar hacia un ecosistema más integrado y articulado donde todos los tomadores de decisiones y grupos de interés puedan trabajar en conjunto.
Frente a la recuperación postpandemia, nos emociona sentir que el país es cada vez más creativo y abierto al cambio, y comprometido con reconstruir mejor y hacia el futuro. Estamos seguros de que la innovación no es un fin en sí mismo sino un camino hacia una República Dominicana más resiliente, inclusiva y sostenible para las generaciones presentes y futuras, donde nadie se quede atrás.