Ha rendido la jornada de la vida el intelectual y patriota Antonio Lockward Artiles, un hombre comprometido con la lucha por la libertad e independencia de los dominicanos, en momentos cruciales de la historia contemporánea. El suscrito al igual que todos mis compañeros del otrora grupo estudiantil Fragua de mi generación, tenemos el gran honor que Lockward Artiles, fue nuestro asesor en los días difíciles de la lucha contra el balaguerato.

En su  época juvenil Lockward Artiles ingresó al Seminario de Santo Domingo en plena “Era de Trujillo”, la vigencia de los atropellos sociales no pasó desapercibida para importantes sectores eclesiásticos entre ellos seminaristas y sacerdotes, la llegada de los héroes del 14 de junio de 1959 alentó a un grupo de seminaristas a tratar de aportar en la lucha contra la tiranía. Algunos como Lockward se vincularon a jóvenes opositores, participando en actividades clandestinas de repudio militante a la tiranía.

A finales de año estallaron en diversos lugares bombas de estruendo, la prensa recoge una explosión en la avenida Mella, próxima a la antigua tienda Polanco Radio, otra en el Mercado Modelo, una en el restaurant Mario (Bolívar entre la Pina y Palo Hincado), Lockward fue de los jóvenes que participaron en esas actividades de insurgencia urbana, tras la superación de la “Era” admitió que colocó la del restaurant Mario.

En diciembre del mismo año 59, el seminarista Clemente Medina vinculado al Servicio de Inteligencia Militar (SIM) le envió una comunicación al peligrosísimo Johnny Abbes García, denunciando: “Y vuelvo y le repito: tenga mucho cuidado con algunos seminaristas en vacaciones, pues son muy enemigos del generalísimo Trujillo”. (José Luis Sáez. La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961).  Archivo General de la Nación.  Santo Domingo, 2008. p. 57).

El seminarista infiltrado fue expulsado del seminario, le envió una carta al rector de la institución quejándose que le había advertido existían seminaristas con actitudes […] abiertamente subversivas y les diera consejos, avisos y advertencias, ¿Por qué usted no hizo caso?”  De inmediato le reprochaba al rector del seminario:

“Por qué no expulsó a esos que subían al púlpito del Seminario a predicar sermones de doble sentido, muy ajenos a la vocación sacerdotal, y si inspirados en temas políticos con el deliberado propósito de criticar y censurar injustamente al régimen gubernativo dominicano?” (José Luis Sáez. Obra citada. p. 163).

El SIM decidió apresar a los seminaristas denunciados como opositores, entre ellos de modo principal a Antonio Lockward, quien fue torturado en la cárcel de La 40, otro seminarista Luis Peña González, (Papilin) fue asesinado durante las torturas. Se imputó al sacerdote cubano Antonio Fabre de La Guardia como el entrenador de los seminaristas para fabricar bombas. En el famoso libro Complot develado, escrito en La 40 se imputaba directamente a Lockward Artiles, indicando que el padre Fabre:

“También fabricó un plano para una bomba de tipo terrorista, similar a las que se lanzaban en La Habana cuando la revuelta, y dicho plano fue puesto en manos de elementos conspiradores al través del seminarista Lockward Artiles”. (Complot develado.  Fundación testimonio. Segunda edición. Santo Domingo, 1984. p. 88).

Fuente: Complot develado

Trujillo conocía bien que esas bombas de estruendo difícilmente pondrían en situación crítica su Gobierno, pero fue uno de sus argumentos para enfrentar sacerdotes que no toleraban sus atropellos como el nuevo nuncio Lino Zanini. El “Jefe” montó un espectáculo con el apresamiento de  Lockward, este luego de pasar todos los atropellos posibles en La 40 fue conducido al Palacio Nacional para ser entregado en acto público al obispo Octavio Beras. Virgilio Alvarez Pina entonces secretario de Cultos, recogió los comentarios que le hizo Trujillo sobre este affaire del que acusaba al nuncio Zanini:

“El Seminario, según informes que tengo del Servicio de Inteligencia, es un centro de subversión. Allí no sólo se conspira, sino que se hacen bombas y se prepararen armas. En fin, se está frente a una situación que el gobierno no puede soportar por más tiempo. Todos eso, por supuesto, sucede desde que llegó el nuevo Nuncio, ese carajo¡ Ha venido aquí a tratar de joderme, pero yo le voy a demostrar que conmigo no se juega”. (Virgilio Alvarez Pina. La Era de Trujillo. Narraciones de don Cucho.  Segunda edición. Editora Corripio, C. por A.  Santo Domingo, 2008. p. 133).

Trujillo conocía muy bien que esas bombas de estruendo no producían daños físicos, aunque si alarma, algo que era muy significativo en un país que nadie se atrevía a realizar  actividades contra el Gobierno. Lockward Artiles fue confinado en el seminario por nueve meses, siguiendo instrucciones del SIM.

El novelista Viriato Sención que también fue seminarista, escribió la novela Los que falsificaron la firma de Dios,  cuyo protagonista es Lockward Artiles y su actividad antitrujillista en el Seminario.

Tras la caída de la tiranía Lockward Artiles ya laico ingresa a la universidad y se convierte en uno de los principales dirigentes del grupo estudiantil Fragua, llegó a ocupar la secretaría general de la Federación de Estudiantes Dominicanos. Durante la guerra de Abril es solidario con el movimiento reivindicativo que reclamaba con las armas el retorno al derrocado régimen constitucional del profesor Juan Bosch y participa en la lucha contra la segunda intervención militar norteamericana. Cuando llegó el momento de extirpar la elitizaciòn de la universidad con el Movimiento Renovador de 1965-66, militó en las primeras filas de esa gloriosa rebelión educativa.

Además de sus inquietudes político sociales, Antonio Lockward Artiles era un distinguido literato, principalmente poeta. En la etapa de postguerra participó en la creación del grupo literario «La Isla», agrupación literaria de reconocido corte social en aquellos momentos difíciles, entre sus miembros se debe señalar a los ilustres intelectuales Andrés L. Mateo y Fernando Sánchez Martínez.

Mariano Lebrón Saviñón en su importante Historia de la cultura dominicana, lo definía como un poeta de: […] puro talento, equilibrado, que no puede ocultar el continuo fluir de su lirismo”. (Mariano Lebrón Saviñón. Historia de la cultura dominicana.  Colección Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Santo Domingo, 1994. T. II  p. 1084).

Su obra literaria fue bastante prolífica. Se ha informado que dejó obras inéditas, que la UASD debe asumir su publicación.

Durante el balaguerato fue del grupo de abogados que siempre estuvo presto a defender de modo honorífico a los presos políticos, junto a Héctor Cabral Ortega, Virgilio Bello Rosa y otros distinguidos juristas. Inclusive en estas actividades fue hecho prisionero. El fallecido dirigente de izquierda Braulio Torres destacó que Lockward Artiles en 1968 fue detenido en La Romana, donde se ejercía una tenaz represión que incluyó el asesinato de Guido Gil Díaz abogado del Sindicato de trabajadores del Central Romana, pese al peligroso antecedente Lockward Artiles asumió la defensa de los trabajadores.  Braulio Torres apuntó que Lockward Artiles fue trasladado prisionero a la penitenciaria de La Victoria, donde permaneció como prisionero político por un mes. (Braulio Torres. Cautivo de mi verdad. Editora Alfa y Omega.  Santo Domingo, 2012. p. 146).

Fue profesor de la Facultad de Humanidades de la UASD, de los asesores de la Federación de Estudiantes Dominicanos, principalmente del otrora grupo Fragua, junto a Narciso González (Narcisazo), Jacobo Moquete de la Rosa, Luis Pérez Espaillat, Rodríguez Chiapini, Peña Ramos y otros. Siempre estaba en primera línea en la organización de las participaciones en las asambleas, en las reuniones y en las movilizaciones. El y Narcisazo encabezaron la lucha cuando se pretendió que transnacionales incursionaran en la universidad.

Ocupó el cargo de Secretario General de la universidad, y sus participaciones en las sesiones del Consejo Universitario eran verdaderas cátedras de erudición y amplio conocimiento de la política universitaria, quien esto escribe era delegado estudiantil en ese organismo y disfrute de esas enjundiosas exposiciones.

Electo decano de la Facultad de Humanidades en dos ocasiones consecutivas, su decanato dejo múltiples aspectos positivos. Siempre recuerdo que implementó un mecanismo novedoso, el despacho del señor decano con las puertas abiertas, cualquier miembro de la familia universitaria podía pasar de inmediato, sin ningún protocolo a plantearle sus inquietudes al decano.

Fue un ciudadano ejemplar, un patriota en las diferentes facetas que le correspondió actuar en sociedad, lo hizo al lado de las ideas más avanzadas, sin temer la represión que lo alcanzó tanto en el trujillato, como en el balaguerato. Finalmente estaba retirado, en su hogar aquejado de problemas de salud con la noble satisfacción del deber cumplido como ser social. Gloria eterna al combatiente por la libertad e independencia Antonio Lockward Artiles.