Tengo en mis manos un libro bien editado. No es una obra de ficción; aparentemente nada tiene que ver con literatura, pero al pasearme por sus páginas —luego de haber leído su índice general— me he llevado la grata sorpresa de que el mismo nos conecta con una de las cimas más elevadas de las letras de la América hispánica: Pedro Henríquez Ureña.

En la parte superior de la tapa del libro se lee su título: Precisiones jurídicas y otros temas;* y en la parte inferior, el nombre de su autor, dominicano: Antoliano Peralta Romero.

«Pedro Henríquez Ureña, ¿puertorriqueño?» es el título del brevísimo capítulo de esa obra referido al insigne humanista dominicano. Cuenta la conocida anécdota del error cometido en 1998 —lapsus quizá a sus 86 años de edad— por el escritor argentino Ernesto Sábato al considerar puertorriqueño al segundo de los cuatro hijos procreados por la ejemplar educadora hostosiana Salomé Ureña de Henríquez y el patriota Francisco Henríquez y Carvajal. Y no tenía que ser más extensa esa parte del libro comentado, pues su autor dice lo que tiene que decir y lo dice bien, haciendo honor a la naturaleza del título: ¡es preciso! Y, además, didáctico.

Sinteticemos lo que, con precisión admirable, nos dice Peralta Romero, reconocido profesional del Derecho, como también lo fue Pedro:

Sábato tenía […] en alta consideración al humanista dominicano: «Y se me cierra la garganta al recordar aquella mañana en que vi entrar a la clase a ese hombre silencioso, aristócrata en cada uno de sus gestos que con palabra mesurada imponía una secreta autoridad». […] Jorge Luis Borges, el inmenso Borges, afirmó que «El nombre de Pedro Henríquez Ureña evoca palabras como maestro de América y otras análogas». […] Pablo Neruda, el chileno universal, llegó a considerar a Pedro Henríquez Ureña como un maestro de las letras.

Y con esas 88 palabras al reputado profesional de las Ciencias Jurídicas le ha bastado para sustentar una tesis —aparentemente simple, pero que no lo es, porque responde a una cruda realidad—: Advierto que los dominicanos conocemos, valoramos y leemos poco a Pedro Henríquez Ureña. Y de aquí nace su atinada y oportuna recomendación, que secundamos:

Es tiempo de imitar a Sábato, Borges y Neruda en esa buena costumbre de apreciar, leer y estudiar a Pedro Henríquez Ureña, un gran dominicano.

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*2.a edición corr. y aum. Santo Domingo, Rep. Dom.: Editorial Gente, 2023. 238 p.