En una gran mayoría los integrantes de la sociedad dominicana han demostrado alto interés por conocer su idiosincrasia, así como los hechos y personajes que la han forjado, y la han proyectado de manera positiva ante los ojos del mundo.
Esa particularidad existencial ha hecho del país merecedor de un espacio inigualable dentro del concierto de naciones que conforman su entorno y ante aquellas que aún a extrema distancia, reconocen sus valiosos aportes al crecimiento de la humanidad.
Sin duda alguna el mayor patrimonio, la mejor portada, la mejor riqueza de un pueblo noble y trabajador, está conformado por cada uno de sus seres humanos. Su nivel cultural, educativo y económico acrecienta la savia fecunda que lo distingue ante sus congéneres de la existencia humana. En mayor medida, cuando sus habitantes han asumido la lealtad, el respeto, así como las costumbres y tradiciones que sus prohombres le han legado cual tesoro inmarcesible.
En una isla pequeña como la nuestra, resulta casi imposible dejar de notar las acciones que tanta gente valiosa realiza cada día, para que ella, como terruño querido, sonría y recuerde con feliz nostalgia las gestas históricas que hicieron posible su Constitución Patriótica y libertad Soberana.
Dentro de la dinámica de cada sociedad, y la nuestra no escapa a esa realidad, los individuos que integran su matrícula de entes activos, desean ser valorados por los hechos que hacen y continúan haciendo en favor de su desarrollo. Lamentablemente, las instituciones llamadas a cumplir con esa ardua responsabilidad están tímidamente motivadas para llevar a cabo esa tarea tan sublime y de extraordinarios contrastes.
Mujeres y hombres de nuestro país, luchan día a día por sobresalir de manera positiva ante los demás de su misma especie y formación, integrando un conjunto de seres humanos de cualidades extraordinarias que necesariamente deben ser valoradas y resaltadas ante los demás.
Llevar a cabo esa tarea en una ocasión, con la paciencia y delicadeza que amerita o requiere cada caso, es una labor que en los círculos estatales y privados de un país grande o pequeño, tendría un valor incapaz de calcularse matemáticamente. Imposible diríamos, cuando esa obra de exaltación se materializa durante más de veinte y cinco largos años.
Con la edición veinte y siete de la obra “Grandes Dominicanos” el reconocido escritor y comunicador Carlos T. Martínez (El Deferente), cumple y supera las bodas de plata de un fiel compromiso ante la sociedad que lo vio nacer. De esa dinámica labor, asumida con entusiasmo cual paladín marcial ante los estertores de la Patria amada, su impronta nos presenta un considerable conjunto de seres humanos que en sus especialidades artísticas, deportivas, científicas, educativas, comunitarias, sociales y profesionales, han dejado a su paso triunfal, huellas dignas de emular.
En ese fabuloso evento de GRANDES DOMINICANOS, celebrado el pasado lunes 15 de abril del año en curso en la Sala Aida Bonnelly de Díaz, del Teatro Nacional, escribieron sus hombres en letras de oro las siguientes personalidades: Joely Urbea, Antoliano Peralta Romero, Brenda Sánchez, Gustavo Olivo Peña, Héctor Darío Gómez Cedano, José Alberto “El Canario”, Padre Cesar Augusto Hilario, Prisilla Altagracia Rivera Brens, Víctor Bautista, Emelyn Baldera, Américo Dante Mejía Lama, Víctor Ramón Castro Izquierdo, Rafael Ciprian, Servio Augusto Cepeda Barè, Eduardo Gómez Quintero, Antonio Rodríguez Castillo “Sexappeal”, Katherine Motyka, Salvador Morales Puerta, Américo Celado, Gustavo Valera Hernández, Ruddy Capellán, Jesse Ramírez, Rusking Pimentel, Doctor Luis Antonio Cruz, Alberto Antonio Cabrera, Pedro Julio Díaz Ballester, Rodhen Santos, Ing. Pablo Colón Núñez, Wanda Sánchez, Fernando de Jesús Reynoso Cabrera, Besaida Manola Santana, y Zunilda Mercedes Fondeur.
La edición veinte y siete del libro “Grandes Dominicanos”, no es un libro más de la serie. Sus características corresponden a la clase veinte y siete de hombres y mujeres que con férrea voluntad de crecimiento le han dicho al país, al continente y el mundo, somos una Patria inmensa, cuya trayectoria de vida se ha forjado a partir de los aportes laborales de sus mejores hijos.-