El 10 de septiembre, en nuestro artículo «Enfrentar sin tregua al traficante del dengue: el mosquito Aedes», decía estamos frente a una virtual epidemia de dengue. De modo indirecto algunas autoridades del SNS descartaban esa posibilidad, acentuando que los casos de la patología se registraban en los hospitales Robert Reid y Hugo Mendoza, dejando entrever que solo se ubicaban en la capital. Soslayando se trata de hospitales del tercer nivel que reciben pacientes de todo el interior del país, exceptuando al también hospital pediátrico Arturo Grullón de Santiago, que acoge los pacientes del Cibao. Las autoridades deben abandonar esa «psicosis de Estado», que pretende negar la vigencia de enfermedades contagiosas porque piensan les afectará de modo político, esta patología es endémica o frecuente en el país desde hace tres décadas. Lo pertinente es enfrentar el dengue cuando se presente, sin excusas baladíes.

Las autoridades no deben aferrarse al concepto de catalogar la mortalidad como supuestamente baja, en última instancia lo determinante es la morbilidad o sea el ritmo de propagarse la enfermedad  en la población, que sin duda esta generalizada a nivel nacional.

Insistimos en reiterar que las principales recomendaciones son eliminar los criaderos de mosquitos, este después que pasa la fase larvaria y está en acción es más difícil de hostigar, se convierte en un ágil bombardero aéreo, aunque su vida tiene un límite no mayor de un mes. En cambio si perseguimos destruir los criaderos donde se albergan miles de huevecillos y larvas que esperan su desarrollo biológico, es la mejor manera de contener el avance del asesino Aedes aegypti.

Las autoridades acaban de crear un alto organismo oficial cuyas responsabilidades no afrontan directamente el problema. Priorizaran realizar campañas de fumigaciones, además de muy costosas, persiguen a un enemigo escurridizo que aunque puede ser eliminado en muchos casos logra escapar, no enfrentan el problema de raíz que es eliminar de manera radical los criaderos del mosquito. Con la reducción de los criaderos se producirán menos mosquitos y al disminuir la circulación del vector (el mosquito que pega la enfermedad) la patología disminuye.

Además se envía una señal errónea a la población privilegiando en las vías de ataque las fumigaciones. Hay que detonarse a observar los reportajes de la prensa, donde la gente del pueblo reclama que en sus barrios se presenten las brigadas públicas a fumigar, soslayando que ellos deben constituirse en comités de apoyo a la extinción de los criaderos de mosquitos. La fumigación es un método secundario, lo principal es la eliminación de criaderos.

El ministro de salud es un médico experimentado que conoce a cabalidad todo este proceso, sin ninguna duda. Lo pertinente es crear a nivel nacional brigadas para visitas domiciliarias, ejerciendo si es posible los conceptos de policía médica para no solo instruir, sino eliminar de modo obligatorio todo lo que pueda constituirse en criadero del mosquito.

El “Gabinete de acción contra el dengue”, entidad creada sobre la marcha con un alto contenido de revanchismo, deja fuera a la representación de los médicos que son en última instancia quienes tienen que lidiar frente a frente con las acciones patógenas del dengue, es decir frente al paciente. Excluir al Colegio Médico asesor legal del Estado  en materia de salud, solo puede considerarse como una represalia porque esta entidad como es su deber ha insistido en que estamos ante una epidemia de dengue.  Por nuestra experiencia gremial sabemos que cualquier eventualidad en la atención al paciente, los médicos de inmediato lo comunican al Colegio Médico, a través de la filial correspondiente.

Además, las prioridades de acción del super gabinete  están concentradas en fumigar en “las regiones afectadas”, estamos ante una epidemia y las acciones deben ir encaminadas a enfrentar al mosquito en todo el país principalmente en las zonas urbanas que son primordiales para el mosquito, priorizando lo más oportuno eliminar criaderos.

De igual modo respaldar la campaña del Hemocentro, captando potenciales donadores (principalmente entre estudiantes, militares y empleados públicos) y ponerlos en lista de espera para contar con plasma fresco que es de gran utilidad.

En ese supraorganismo para combatir el dengue hay dos ministerios injustamente relegados a nivel secundario como el de salud y educación. El ministerio de salud y el Colegio Médico son los conocedores del manejo epidemiológico del problema y el ministerio de Educación debe ser vital para organizar brigadas de estudiantes junto al personal sanitario y militar, para visitar todos los hogares e instruir de manera directa en la eliminación de los criaderos patógenos.

Las escuelas públicas están distribuidas a nivel nacional, es un organigrama permanente, además con sus uniformes. Médicos deben instruir a estudiantes de término del bachillerato para junto a ellos y sus profesores formar brigadas en sus diferentes zonas y anunciar un día concreto como de «visita nacional a los hogares para la prevención del dengue hemorrágico», inclusive colocando un sello plástico en las puertas de las casas visitadas tipo censo y volver a repetir el operativo un par de semanas después o las que se considere necesario, porque lo vital es eliminar los criaderos.

Con la disminución de los criaderos no solo contribuimos a neutralizar la presente epidemia, sino se aporta para evitar futuros rebrotes, realizando operativos similares en los periodos claves para el desarrollo de la patología.

Por último no podemos terminar estas notas, sin solidarizarnos con el apreciado colega José Pérez Vidal, excelente urólogo, quien ha perdido una hija víctima de la actual epidemia. No esperaba que fuera este el momento de resaltar que Pérez Vida es un médico sumamente solidario, de lo que puedo ofrecer testimonio, en ocasiones he  asistido al hospital Darío Contreras su lugar de trabajo, para buscar ayuda para personas de mi barrio de Villa Francisca y la primera mano solidaria de modo espontáneo que he encontrado es la Pérez Vidal. Deploro lo ocurrido y junto a los colegas, también nos sentimos embargados por el dolor que le aflige a él y su familia.