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En la foto, de izquierda a derecha, Porfirio Basora, Anselmo Paulino, Embajador Díaz Cañedo, Temitocles Messina y Arturo Despradel.

El 12 de mayo de 1954 arribó a la República Dominicana el Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de los Estados Unidos Mexicanos ante la República Dominicana,  Dr. Francisco del Río y Cañedo. Gobernaba en México el presidente Adolfo Ruiz Cortines.

Con inusual presteza, le fue confirmado que el día 18 del mismo mes, seis días después de su llegada, le correspondería presentar sus Cartas Credenciales ante el entonces presidente nominal de la República, que lo era Héctor Bienvenido Trujillo Molina( Negro), hermano del tirano.

Embajador Díaz Cañedo entrega Cartas Credenciales a Héctor Bienvenido Trujillo, el 18 de mayo de 1954.

Era el Dr. Díaz Cañedo un probado diplomático. Médico cirujano de profesión, graduado en la Universidad Nacional de México, en 1922. Realizó estudios de postgrado en las Universidades de Viena, París y Berlín. Antes de su llegada a la República Dominicana, se había desempeñado como Ministro en Montevideo, Uruguay y como Embajador en Guatemala, Canadá, Chile y México.

Debo hacer notar lo inusitado de la rapidez con que este gobierno designó la fecha para la presentación de mis credenciales, pues es costumbre en este país demorarse entre 15 días a un mes en recibir a los nuevos Representantes diplomáticos”, informaba mediante Memorándum a la cancillería mexicana tras su arribo al país.

Al día siguiente, es decir, el 19 de mayo del mismo año, sería recibido en almuerzo privado por el entonces poderoso Secretario de Estado sin Cartera, General Anselmo Paulino Álvarez, “ la más importante personalidad política cerca del Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina”, según consignara, quien le recibió acompañado del Teniente General Fausto Caamaño, Secretario de Estado de Guerra y Marina, del  Señor Federico García Godoy, a la sazón Director del Banco Agrícola y de otros altos dignatarios, siendo razón fundamental de aquel almuerzo exponerle el interés de Trujillo de “aumentar las relaciones comerciales con México.

Fue iniciativa de Anselmo, que una de las primeras visitas del Embajador fuera a la fábrica de sacos de henequén que producía entonces unos dos millones y medio de unidades anuales, ya que el 60% de la materia prima utilizada en su fabricación provenía desde Yucatán.

No obstante, se estaba suscitando un problema y era que los aprovisionadores, a través de sus casas de representación en Nueva Orleans, no cumplían a tiempo sus compromisos y Trujillo, a través de Anselmo, se habia visto precisado a recurrir al mercado haitiano para suplir dicha demanda.

Además de visitar la Marmolería Nacional y el Banco Agrícola, visitó de igual manera el Central Río Haina, en momentos en que se encontraba en plena zafra. Se preveía entonces que la molienda sería de unas 850,000 toneladas de caña, cuyo resultado sería unas 90,000 toneladas que se exportarían a Canadá. Pudo comprobar las previsiones que apuntaban a que en cuatro años más, con las modernas maquinarias existentes, el moderno emporio azucarero estaba en condiciones de alcanzar una molienda de  2,250 toneladas de caña.

El 25 de mayo  fue recibido por el Generalísimo. Diría de él:  “ La impresión que da este Señor es sumamente agradable; su conversación es ágil, demuestra conocimientos generales sobre política, agricultura, industria y comercio, y reiteradamente insistió en la esperanza de que cada día este país se independice más de la influencia americana que por hoy es la más importante”.

Le llamaría poderosamente la atención que Trujillo “siempre hablaba de su gobierno” y no a título personal y de la importancia que le confería el tirano a las relaciones con México.

Trujillo quería que se ampliaran las relaciones comerciales entre ambas naciones, planteándole que “México podía surtir a la República Dominicana en diferentes renglones y enviar técnicos que los ayuden a desarrollar sus caminos, sus obras de irrigación, puentes y pequeñas industrias en que puedan transformar los productos naturales de su suelo”.

Ya desde hacía tiempo, técnicos  petroleros mexicanos se encontraban en el país realizando estudios geológicos, específicamente en la provincia de Azua, con la esperanza de encontrar petróleo, pero entre tanto, era el interés de Trujillo que México supliera la demanda dominicana del crudo,  que era entonces de entre 3,000 y 3, 500 barriles diarios.

Le manifestó Trujillo, además, en la referida entrevista  su disposición de comprar barcos e instalar una refinería para el petróleo crudo que México enviara y, de esta forma, además, obtener subproductos que eran de urgente necesidad, como el azufre, necesario para la fabricación de municiones en la Armería de San Cristóbal, desde la cual suplía a Colombia, Cuba y Ecuador.

Aquel mismo día en que le concedió audiencia, Trujillo  se embarcaría hacia Europa vía Martinica, a fines de corresponder a la invitación que le cursara el dictador de España generalísimo Francisco Franco, trasladándose luego a Roma, en el barco Miguel de Cervantes, de la Armadaespañola, para entrevistarse con el Papa Pío XII y firmar el Concordato.

Pero, a no dudarlo, uno de los  informes más importantes que remitiera el  Embajador del Río y  Cañedo, es el fechado el  22 de Septiembre de 1954, en el que da cuenta de las incidencias de la caída de su amigo el general  Anselmo Paulino, con quien tan estrecha amistad cultivó desde el preciso instante en que dio inicio a su misión diplomática en la República Dominicana.

Como expliqué en mi primer informe, el Mayor General Anselmo Paulino Álvarez era el “ Factotum” de la Administración y el hombre que siempre estaba en íntimo contacto con el Generalísimo, pues lo acompañaba desde que se levantaba hasta que se acostaba; desayunaba, comía y cenaba con él; tenía su oficina junto a la del Generalísimo, en el Palacio Nacional; y era el ejecutor de todos los deseos del Dictador, hasta los personales más íntimos, manejando cantidades muy fuertes de dinero y entregado a las amantes del jefe las mensualidades que les asignaban.

Llevaba a cabo nombramientos desde Embajadores o Secretarios de Estado hasta porteros o policías; lo mismo metía a la cárcel a alguno, u ordenaba su desaparición o asesinato.

En estas condiciones, fácil es comprender que el General Anselmo Paulino Álvarez fuera odiado a muerte por aquellos a quienes había perjudicado, y adorado y servido con devoción por los que había ayudado o sabía del poder que disfrutaba, y le temían.

Al regresar de su viaje a Europa, a donde acompañó al Generalísimo, comenzó a rumorarse que había abusado disponiendo para su uso de grandes  cantidades de dinero, que se hacían llegar hasta los dos millones de dólares. Los enemigos de este Señor y posiblemente algunos funcionarios celosos de la fuerza definitiva que ejercía cerca del Generalísimo, vieron la oportunidad deshacerse de él eliminándolo definitivamente.

Los dos principales enemigos de este Señor son: el familiar, – formado por la esposa del Generalísimo y sus hijos, así como sus hermanos- dos de los hermanos del Generalísimo que se sienten desplazados por la fuerza de este hombre; y el grupo oficial, en el que se encuentra el General Caamaño, Secretario de Guerra, a pesar de que son compadres por dos veces, y el Contralmirante Lajara Burgos, quienes se sentían postergados al ser mandados al antojo de un Señor que tenía el grado de Mayor General siendo civil.

A fines del mes pasado, cuando todos creían que las intrigas en contra de Paulino Álvarez habían terminado y su situación cerca del Generalísimo estaba consolidada, sin que nadie lo esperara apareció la noticia en los periódicos de que el General Anselmo Paulino Álvarez había sido degradado perdiendo cualquier categoría que pudiera tener dentro del Ejército”.

Se refería el Embajador Díaz Cañedo, aunque no lo precisara en su informe, al decreto No. 119, del 27 de agosto de 1954, el cual, en su art. 1 dejaba sin efecto el nombramiento de Anselmo como Mayor General Honorario, designación que estaba contenida en el artículo 2 del decreto 9884, de fecha 30 de abril de 1954.

Y, de igual manera, al decreto no. 118, emitido en la misma fecha del anterior y el cual dispuso en su artículo 1 que “La Secretaría de Estado sin Cartera que hasta hoy venía desempeñando el Señor Anselmo Paulino Álvarez queda suprimida”, designación que le había conferido Trujillo mediante el decreto No. 7619, del 10 de septiembre de 1951”.

Y continuaba el Embajador del Río y Cañedo: “ Como el General Anselmo Paulino Álvarez desde que yo llegué a esta ciudad había cultivado amistad conmigo y era el conducto directo que tenía con el Generalísimo, se pensó en la posibilidad de que dicho Señor intentara asilarse en nuestra Embajada, por lo que durante varios días ( de día y de noche) las oficinas de nuestra Cancillería estuvieron estrechamente vigiladas por elementos de la policía y de la Marina de Guerra, colocando con prudente discreción dos jeeps con hombres armados con ametralladoras, hasta el momento en que fue encarcelado. Esta vigilancia no fue sólo para la Embajada de México, pues también lo hicieron con la de Cuba y la de Panamá.

Se le colocó en prisión y se inventó la posibilidad de que dicho Señor tratara de dar un golpe de Estado para adueñarse del Poder (cosa absurda como he podido comprobar) por lo que se le incomunicó, hablándose insistentemente de que llegaría a fusilarlo.

A los pocos días (13) de que el Presidente del Consejo Administrativo del Distrito de Santo Domingo, Lic.  Julio de la Rocha Báez, había tomado posesión de su cargo, fue destituido por saberse que era amigo de Paulino Álvarez- quien lo había nombrado en dicho puesto, y cosa igual se hizo con otras personas de menor significación pero que eran protegidos del General Paulino Álvarez.

Al escribir este informe he sabido que el General Paulino Álvarez ha salido de la prisión, dándole su casa por cárcel, pendiente de lo que el Generalísimo tenga a bien resolver; pero por lo pronto el Señor Paulino ha cambiado, en la forma más rápida, la fuerza definitiva política que tenía, por la de enemigo potencial de gobierno. Sin embargo, parece que en lo personal el Generalísmo Trujillo le conserva afecto y quizás le dé su protección para evitar que lo liquiden.

Todos estos movimientos coinciden con la campaña que se está haciendo para crear la Vice-Presidencia de la República y hacer posible el nombramiento del hijo del Generalísimo, Mayor General  Rafael L. Trujillo Jr., actual Jefe de la Aviación Militar Dominicana, con el objeto de que, en pocos meses, pueda sustituir al actual Presidente de la República, quien piensa casarse y entregar el poder.

En resumen, se ha comprobado una vez más que cerca del Generalísimo nadie tiene una situación o posición política segura, así sean sus propios familiares o el hombre más útil”.

Así terminaba el reporte del Embajador Díaz Cañedo. Por supuesto, su poco tiempo de permanencia en el país y el cerrado hermetismo con que se manejaban entonces muchas de las informaciones provenientes del círculo de poder trujillista, de seguro no le permitieron acertar en todas sus informaciones o desconocer otras.

Muy probablemente no  llegó a enterarse que hasta tal punto llegó la humillación a Anselmo, que antes de su extrañamiento a Suiza en 1956, descalzo y con harapos, como escribiera el periodista Julio César Martínez a poco de su deceso,  el 26 de junio de 1977, fue llevado a un lugar con la determinación de fusilarle y que los dueños de abastos y colmados recibieron órdenes terminantes de no vender alimentos a la familia de aquel hombre en desgracia.

Y es probable no llegara a conocer en detalles, que María Martínez recelaba de Anselmo por su cercanía con Doña Bienvenida Ricardo, segunda esposa de Trujillo; que  Anselmo se interpuso en el negocio ilícito de divisas de María Martínez y asumió el control de la importación de automóviles que manejaba a su antojo el hermano de la primera dama, Francisco Martínez Alba( Paquito) como de seguro ignoraba  que Rafael Paíno Pichardo, amigo de Trujillo, desde antes de 1930, sintiéndose desplazado por Anselmo, obtuvo de forma oficiosa en un banco extranjero donde había trabajado, copia de unos supuestos depósitos que Anselmo había realizado en el mismo en una sucursal de Canadá con el propósito de abonar a su caída.

Sólo tras la asoladora vorágine de su estrepitoso e inesperado desplome, fue posible calibrar el poder de quien devino, por sus dotes particulares, en el segundo hombre del Trujillato. Pero  sabido era que Trujillo confiaba en sus atributos por encima de la confianza que pudieran merecerle sus más cercanos colaboradores y familiares, y de entre ellos,  su hermano Héctor Bienvenido, entonces presidente nominal, lo cual se retrata en una anécdota según la cual, un amigo cercano fue a visitar un día a Héctor Bienvenido Trujillo (Negro), entonces presidente nominal, a su finca del kilómetro 9 y lo encuentra en un rincón recostado en un mueble, con luces apagadas, taciturno y triste.

-¿Qué le pasa, general?, inquirió el amigo visitante, a lo que el flamante “ presidente” responde: – “es que este hombre ( Trujillo) le echa demasiadas vainas a uno”.

Trujillo había llamado a Negro para comunicarse con él con cierta urgencia, pero aquel andaba en su finca montando en su caballo Patrón. Cuando llegó, a galope y jadeando, llamó por teléfono a Trujillo, quien  en todo aireado le espetó: “Ah, ya apareció Usted (cuando así le llamaba era para manifestarle su desagrado), déjelo. Ya apareció quien siempre aparece”. El que siempre aparecía era Anselmo Paulino Álvarez.