Los inicios
Ángel Francisco Morales Córdova, fue uno de los líderes dominicanos del exilio que con mayor ahínco y firmeza luchó para derrocar la dictadura de Trujillo. Desde que en junio de 1930 se vio conminado a abandonar el país para salvar el pellejo, no cesó un instante de su vida en la consecución del cometido de librar a su patria del despotismo. En el 2013, el Archivo General de la Nación (AGN) publicó la correspondencia que mantuvo con Banjamín Sumner Welles, lo cual ha permitido conocer los pormenores de su accionar en el duro exilio.
Sus informaciones orales sirvieron de fundamento para la publicación de dos libros, el primero en 1937, titulado Las fechorías del bandolero Trujillo, del escritor puertorriqueño Francisco C. Girona, editado en 2013 por la Academia Dominicana de la Historia, a quien Trujillo sometió ante una corte judicial y logró que se incautara el libro. Y el segundo vio la luz en 1946 en Nueva York, escrito por Albert C. Hicks, que lleva por título Sangre en las calles.
Morales nació en Sánchez, Samaná, el 16 de julio de 1894, hijo de Francisco Morales y Dolores Córdova. Luego de culminar sus estudios de derecho en el Instituto Profesional de Santo Domingo, y ejercer brevemente en la ciudad de Moca, Morales se incorporó a la burocracia oficial como secretario de Relaciones Exteriores, entre el 24 de octubre de 1922 y el 12 de julio de 1924, en el gobierno de su amigo Juan Bautista Vicini Burgos (Chicho).
A partir de este momento su carrera comportó un meteórico ascenso. Cuando el general Horacio Vásquez asumió la presidencia de la República, en marzo de 1925, lo designó secretario de Interior y Policía, Guerra y Marina, y en poco tiempo se convirtió en uno de los funcionarios predilectos del gobernante y en el líder de la juventud del Partido Nacional
En esta época, formó parte del amplio colectivo de horacistas que maniobró activamente para legitimar la prolongación del período presidencial más allá de 1928, para lo cual se basaba en una interpretación tendenciosa de la Constitución, a partir de un artículo del abogado Enrique Henríquez.
Ministro Plenipotenciario en Francia
Después de participar en esta cuestionada gestión, que interpelaron ampliamente los periódicos La Información y La Opinión, la simpatía y preeminencia de Morales entre la juventud suscitó recelos en la facción conservadora del Partido Nacional, lideraba por el Dr. José Dolores Alfonseca, quien al percatarse de que el joven funcionario representaba una amenaza para sus intereses políticos, mediante una hábil estratagema, logró que Morales renunciara del cargo para él entregárselo al general azuano Luis Pelletier.
El doctor Alfonseca logró persuadir al presidente Vásquez para que nombrara a Morales fuera del país como enviado Extraordinario y ministro Plenipotenciario en Francia posición que lo mantuvo fuera del país durante cuatro años pues al dimitir José del Carmen Ariza del mismo cargo diplomático en Washington, el presidente Vásquez lo designó como su sustituto en junio de 1926. (1)
Estas funciones le permitieron a Morales conocer los intríngulis del mundo diplomático, así como cultivar sólidas relaciones con importantes funcionarios estadounidenses, como Benjamín Sumner Welles, con quien mantuvo una estrecha amistad durante largos años.
En diversas ocasiones Vásquez le asignó a Morales delicadas tareas. Así, en marzo de 1925, lo designó como agente confidencial suyo, junto a Francisco José Peynado, en una misión a Washington que tenía como finalidad discutir la interpretación dada a ciertos artículos de la Convención firmada en 1924. En 1926 participó como delegado ante la Sociedad de las Naciones, y luego en la sexta conferencia internacional americana celebrada en La Habana en 1928.
En 1929 asistió a la Conferencia Internacional de Conciliación y Arbitraje en Washington e intervino como Plenipotenciario en la discusión de la peliaguda cuestión fronteriza domínicohaitiana. (2) Como persona de la absoluta confianza del presidente Vásquez formó parte del reducido séquito, junto a doña Trina y al Dr. Ramón de Lara, que se mantuvo a su lado en el principal trance de salud que este sufrió en octubre de 1929, que motivó su traslado al Johns Hopkins hospital de Baltimore, Estados Unidos, donde le extirparon un riñón. Antes de retornar al país, Vásquez declaró en Puerto Rico que favorecía a Morales para ocupar la presidencia de la República. (3)
Candidato a la Vicepresidencia en 1930
Al ser depuesto el presidente Vásquez, por medio del golpe de Estado del 23 de febrero de 1930, propinado por el general Trujillo, en combinación con Rafael Estrella Ureña y otros intelectuales cibaeños, a Morales le propusieron permanecer en su puesto en Washington.
Pero Vásquez, enojado porque los trujillistas habían impedido que iniciara en el Congreso Nacional la sesión inaugural, emitió un decreto en el que designaba a Morales como secretario de Interior y Policía, quien, según la Constitución vigente, debía sustituir de manera provisional al presidente de la República, decisión que sorprendió a todos los que participaban en las negociaciones post golpe de Estado.
Sin embargo, los grupos trujillistas, al igual que Mr. Curtis de la Legación americana, no permitieron que dicho decreto se publicara en el Listín Diario pues violaba los acuerdos iniciales y el predilecto para ocupar dicha Secretaría era el licenciado Rafael Estrella Ureña. En la ocasión, Sumner Welles sostuvo que de haber estado en el Departamento de Estado le hubiera aconsejado a Vásquez el nombramiento de Morales en lugar de Estrella Ureña, líder de la revuelta organizada contra su gobierno. (4)
El primer enfrentamiento de Morales con Trujillo aconteció en la coyuntura electoral de mayo de 1930. De acuerdo con su versión por la “confusión y desorientación que reinaban” en el Partido Nacional, participó como candidato a la vicepresidencia, en un pacto trabado con el Partido Progresista para conformar la Alianza Nacional Progresista, con el Lic. Federico Velázquez como candidato a la presidencia.
Esta agrupación política fue víctima de la escalada de violencia que acometió Trujillo contra sus opositores por medio del Ejército, frente a la cual Morales solicitó la mediación de su amigo Sumner Welles para poner detenerla y garantizar elecciones libres, como se puede apreciar en el siguiente fragmento:
“Nos hemos enfrentado con valor y decisión a los atropellos y a la violencia de la fuerza, y todo el país, todo hombre de decoro y de vergüenza está en pie contra la fórmula Trujillo-Estrella Ureña. El objeto de esta carta es precisamente recordarle la promesa de poner sus valiosas influencias a favor de este país que sabe agradecerle los grandes servicios que usted le ha prestado a fin de que nos asegure unas elecciones libres y la cesación de inmediato de los atropellos y violencias inauditos que actualmente se están cometiendo para amedrentar a la ciudadanía”. (5)
En estos primeros días de abril de 1930 los vehículos en que viajaban Morales y otros miembros de la Alianza fueron embestidos de forma violenta por miembros del Ejército entre Santiago y Moca. La generalización de la violencia llevó a Morales a la conclusión de que Trujillo se impondría por la fuerza y a descartar la realización de elecciones libres.
El Lic. Federico Velázquez, a través de varias cartas dirigidas a la Junta Central Electoral, no cesó de denunciar las múltiples agresiones violentas de que eran víctimas en todo el país los miembros de la Alianza Nacional Progresista por militares vestidos de civil que incluían asaltos a las juntas electorales municipales, agresión a tiros de los mítines políticos, reuniones, apresamientos arbitrarios, asedios constantes e intentos de asesinato a varios dirigentes de la Alianza, como la acontecida contra su principal dirigente en el Cibao, el Dr. Leovigildo Cuello, así como registros, intimidaciones, desarmes, etc.
Entretanto, Morales, con la ayuda de su amigo Welles, procuró divulgar a través de la prensa estadounidense la intensa violencia que consumaban los militares en el contexto electoral contra los opositores a la candidatura de Trujillo-Estrella Ureña, acción que ponderaba como altamente negativa debido a que el régimen de terror implantado por el Ejército “seguía en pie en ciudades y campos, al extremo de que nadie se atrevía a salir en diligencias electorales a favor de la Alianza sin que se exponga a ser muerto o atropellado”. (6)
En este contexto, solicitó la intervención del gobierno de los Estados Unidos a fin de mediara en la situación política dominicana, lo cual irritó a Estrella Ureña que respondió con una fanfarronería.
En los primeros días de mayo la violencia se intensificó lo cual determinó la renuncia de los miembros de la Junta Central Electoral, luego de ser amonestados por Trujillo y Estrella Ureña. Al mismo tiempo, provocó que dos días antes de las elecciones la Alianza Nacional Progresista desistiera de participar en las elecciones, convencida de que haría el “ridículo” si asistía a esa farsa electoral, “contando como cuenta con las mayorías nacionales”, para salir de ella en “vergonzante derrota”.
Después del 16 de mayo se intensificó la violencia contra los opositores a la candidatura oficial pues Trujillo asesinó a cientos de personas en todo el país, incluidos seguidores de Desiderio Arias, Estrella Ureña, horacistas, etc.
Hacia el exilio
El 10 de junio, el Ejército emitió una orden de captura contra Federico Velázquez y Ángel Morales “por ser los principales promotores de los desórdenes que están ocurriendo en el país actualmente” (7), pero solo apresaron a Velázquez ya que Morales pasó a la clandestinidad y el 18 de junio abandonó el país con destino a Puerto Rico, junto a Horacio Vásquez y otro grupo de exiliados y nunca más pudo retornar a su lar patrio. (8)
Como resultado de su larga permanencia en el servicio diplomático, Morales desconocía la magnitud del poder militar y económico acumulado por Trujillo para liquidar a todos los reales y potenciales adversarios, y por eso a los pocos días de estar en el exilio pronosticaba que el movimiento revolucionario en el país se fortalecería rápidamente y que “la caída del Gobierno no es más que una cuestión de tiempo, algunos meses yo creo”. (9)
Asimismo, Morales ignoraba que Trujillo accedió al poder con el respaldo de los Estados Unidos e ingenuamente consideraba que, por la evidencia de los crímenes cometidos y el estado de inseguridad prevaleciente en el país, el desconocimiento del régimen de Trujillo-Estrella Ureña no requería de investigaciones previas del Departamento de Estado, y por tanto, dicha acción no podía percibirse como una intromisión en los asuntos internos del país.
Pero las autoridades del Departamento del Estado, contrario al interés de Morales, se hallaban convencidas de que Trujillo se mantendría en el poder y sopesaban como inviable un gobierno provisional integrado por elementos decentes, debido a que el Ejército estaba del lado de Trujillo y se oponía a un gobierno de ese género.
Referencias
(1) Víctor M. Medina Benet, Fracaso de la tercera República. Los Responsables. Narraciones de historia dominicana, 1924-1930, 2ª ed., Santo Domingo, 1976, p. 76. Véase especialmente la nota 46.
(2) Max Henríquez Ureña, “Contribución a nuestra historia diplomática”, Boletín del Archivo General de la Nación, año LXXII, No. 126, (enero-abril de 2010), p. 180.
(3) The New York Times, 26 de mayo de 1930 en Archivo General de la Nación (AGN), Colección Bernardo Vega (CBV).
(4) B. Vega, Los Estados Unidos, t. II, Santo Domingo, 1986, p. 745.
(5) Carta de Morales a Sumner Welles, 1 de abril de 1930, en: B. Vega, Los Estados Unidos y Trujillo, 1930, t. I, Santo Domingo, 1986, p. 436.
(6) Ibidem, carta de Morales a Sumner Welles, 23 de abril de 1930, p. 511.
(7) Mensaje telefónico múltiple a todos los comandantes militares del país, 10 de junio de 1930, reproducido por Elíades Acosta (compilador.), La dictadura de Trujillo. Documentos, 1930-1939, t. I, vol. I, Santo Domingo, 2012, p. 232.
(8) Una relación de los dominicanos que acompañaron a destronado presidente Vásquez a Puerto Rico puede consultarse en Carolina Mainardi Vda. Cuello, Vivencias, Santo Domingo, 2000, p. 75.
(9) Carta de Morales a Sumner Welles, 21 de junio de 1930, en B. Vega, Los Estados Unidos y Trujillo, t. II, p. 692.