Una de las debilidades más resaltantes en el proceso de conversión de Pedernales en destino turístico sostenible motorizado por el Gobierno es la pobre participación del liderazgo económico, político y social en los procesos, el escaso conocimiento de las riquezas naturales sobre el procurrente Barahona y la grave dispersión en el sector servicio (hoteles, restaurantes, transporte, turoperadores, tiendas, mediadores culturales).
Es una bomba de tiempo que contradice el pregonado discurso oficial de turismo sostenible.
De ahí que han sido muy oportunas, sin precedentes, las charlas presentadas la tarde-noche del sábado 3 de febrero, en el hotel Villas del Mar, por el catedrático Bolívar Troncoso, director general del Instituto Geográfico Nacional, presidente del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, de la OEA, y presidente de la Fundación Sabores Dominicanos.
Y por el empresario Luis Marino López, propietario de los conocidos restaurantes Ádrian Tropical y Malecón 7 (M-7) , en Santo Domingo.
Troncoso relievó las riquezas geomorfológicas de la Región Enriquillo, especialmente de Pedernales, las cuales –según su punto de vista- el ciudadano local de conocer al dedillo porque han de ser carta de presentación al turista exigente que, se supone, visitaría la provincia.
Formuló un ferviente llamado a los líderes de las organizaciones locales de servicios para que formen una federación orientada a unificar criterios y acciones respecto del desarrollo turístico en curso, si no quieren repetir la amarga experiencia del destino Puerto Plata, que sufrió una larga crisis por no adoptar tales precauciones.
Advirtió Troncoso que una condición imprescindible para lograr el turismo sostenible es el empoderamiento y una celosa protección de las riquezas naturales.
Entretanto, el empresario de la gastronomía hizo una dinámica presentación sobre las condiciones que debe practicar un buen anfitrión para facilitar una experiencia memorable en el turista, sin caer en el asedio. Enfatizó que el ciudadano debe estar bien documentado sobre la cultura local, los productos locales, la gastronomía y los atractivos.
El liderazgo local de esa provincia de la parte más austral del territorio nacional debió estar en aquella actividad única organizada por el clúster turístico. Su ausencia en nada extraña, fue, sin embargo, subsanada con un público de calidad.
Pedernales luce huérfana de sinergias. El tirijala parido por intereses políticos, económicos y celos por el protagonismo, es inocultable al primer vistazo, mientras hay decenas de profundos huecos sociales por rellenar.
Y ese es el mejor abono para que el turismo sostenible tan cacareado muera en la víspera y terminemos con un enclave turístico rutinario en Cabo Rojo, 23 kilómetros al sureste del municipio cabecera. Es decir, una ciudad de lujo frente al pueblo dueño de los recursos naturales, cayéndose a pedazos, a años luz del bienestar general.
No es fortuito que el pedernalense se entere a través de los medios de comunicación, nacionales e internacionales, sobre acciones oficiales y privadas que impactan su vida y, seguro, comprometen el futuro de la comunidad.
El turismo es un fenómeno social global. Real. Representa una potente fuente de ingreso de divisas duras al Producto Interno Bruto de muchos países. En el caso de República Dominicana, según el Ministerio de Turismo, en 2023 hubo ingresos por unos US$10 mil millones.
Se trata de un objetivo difícil de lograr, pero fácil de perder. Mucho tiempo para lo primero; muy poco para lo segundo. El éxito de este sector depende de factores internos y externos no controlables; por tanto, apostar sólo a él representa un sobredimensionamiento de la confianza. Un despropósito.
Nada de lo anterior se podría comprender si estamos abrumados de emociones y desperdigados, como si el pueblo y los recursos fueran propiedad de agentes externos y nada nos importara. O si sólo importaran los intereses particulares.
Cualquier acción impacta al colectivo. El pedernalense debe ser, por consecuencia, protagonista de primera línea en el cronograma del desarrollo turístico planteado, si quiere ser beneficiario real del turismo, que no de un salario bajo.
La participación social es vital cuando se habla turismo sostenible. La desidia nos hace cómplices. Esa idea debe estar entre ceja y ceja de cada pedernalense, amén de pasiones políticas.
Es un derecho ser parte de los procesos. Y los derechos no se negocian, como reza una sentencia vieja, pero con renovada actualidad.