Hay en esta obra de Andrés Merejo, Filosofía para tiempos transidos y cibernéticos(2023),  numerosos momentos en los que, con vibrante expresividad, el filósofo y el escritor se dan la mano plasmando situaciones emotivas en las que nos libra la llave para entrar provechosamente al ciberespacio y la clave de la lectura de ese libro.

He aquí la mejor estrategia de lectura y, en general, la más provechosa búsqueda epistémica: situar al sujeto en sus intenciones y contextos. Situar el discurso y situarse en relación con este. Situar los textos y sus mensajes en sus estrategias discursivas.

Situar, situarse: navegar sin una estrategia es no aprovechar el ciberespacio y condenarse a la insignificancia del acto, que sin sentido es como la muerte.  Es lo que propone cuando nos invita a : “Situarse en la mirada de lo virtual es trascendente el regocijo de los datos…”(p.30).  Y a: “Pensar en lo virtual es una invitación a no dejar de navegar…”(p.31).

Y en cuanto al modo de navegar nos advierte Merejo: “El que vive a tientas, navegando a hurtadillas por los bordes virtuales del ciberespacio se resigna a ser una sombra sin proyecto, exceptuando un ser por y para la muerte”(p.31).

En ese sentido, una de las lecciones más importantes, por subjetivas y útiles, que nos ofrece Merejo en esta obra es la de la “mirada de lo virtual”, como es estos pasajes en los cuales describe su propia mirada :

“Mirar en lo virtual equivales a la voluntad de fijar la vista en algún video o información de gran valor y la capacidad de comprender que nos encontramos amas allá del simple ver…”(p.29).

“Mirar desde lo virtual es comprender la articulación de la relación cerebro-lenguaje-pensamiento-cultura, además, de la sociedad cultural y lo cibercultural, que moldan a los sujetos que miran desde ese cibermundo”(p.30).

“Esas miradas arrastran unos ojos que ven y que no son los míos. Cuando se trata de sujetos cibernéticos interactivos (docentes y discentes) que estamos conversando…hay ojos y también fuerzas ,energías que atraviesan mi cuerpo cuando capto por el sentido de la vista una imagen virtual del ciberespacio que se convierte en mirada por el ojo que ve con intensidad. Tal como expresa el proverbio de Machado :”El ojo que ves no es ojo porque tu veas; es ojo porque te ve”(p.30).

“Pensar lo virtual es una invitación que no dejar de navegar ,pero sin llegar a naufragar por el exceso de información. Lo importante es plantearse un dialogo, reflexionar de innivar para no perderse entre imágenes o reducir la vida a recuerdos de fiestas y encuentros fallidos, importarles los acontecimientos que se producen en el mundo y en el cibermundo”(p.32)

Otra gran oportunidad que nos libra esta obra es entender que lo propio del cibermundo no es la experiencia sino la posexperiencia. Merejo nos enseña que en el mundo virtual nuestras experiencias cotidianas deben mantenerse rezagadas en beneficio de las nuevas experiencias que se derivan de la interacción a través de las pantallas:

“En el cibermundo, en el mundo de las redes, de todo pantalla, la experiencia, tal como la hemos conocido no existe, se ha esfumado, por lo que ha irrumpido la posexperiencia que de acuerdo con Alessandro Barico, se ha convertido en un movimiento sin más, esencialmente una sensación de falta de permanencia y de volatilidad, en vivir la actualización permanente, regeneración continua. Más aun en desconcierto,inestabilidad,desbarajuste,perdids de control, falta de permanencia inevitable.”

“Estos tiempos cibernéticos que vivimos no arrancan bien en el marco de la experiencia de lo real. Son tiempos de posexperiencia que no se viven de manera intensa ,sino ocasional, producto del vivir virtual, en las redes del ciberespacio”(p.33).

Merejo es un filósofo que deja la impronta del maestro y el académico que ha sido toda la vida .En esta obra usa un tono y propósito didáctico y va explicando en qué consiste el cibermundo y los elementos que lo integran.

Así, despojándose de las poses y estilos enrevesados habitual en nuestros medios académicos e intelectuales, entra al ruedo de la divulgación filosófica a través del juego de las definiciones, como si estuviese en una aula ante sus estudiantes de la UASD.

En su lección trata los temas en forma gradual y sistemática. Usa un lenguaje nuevo,  porque son nuevos o aun no comprendido, a tono con todo lo que acarrea el mundo actual, los asuntos de que nos habla.

Lo virtual : “El cibermundo se entreteje entre redes cibernéticas y control virtual, en las que ya se dice y se hace, se piensa en la virtualidad como parte de nuestra condición humana”(p.17).

En esas reflexiones al estilo didáctico vemos al filósofo Merejo en la imagen de un padre fundadoor de la filosofía, Aristóteles, recuperando de él la filosofía de lo virtual presente en la idea de la virtualidad en la de potencia.

Desde ese gran antiguo, potencia equivales a virtualidad: capacidad para realizar una acción significante: es capaz quien tiene en potencia o virtualmente el don y producir un efecto en algo.

“Lo virtual implica toda una filosofía que se desprende del campo de la cibernética y entra en el marco de lo filosófico innovador…”(p.22)

“La tradición de este pensar lo virtual, se remonta al filosofar aristotélico, específicamente en su concepción de la potencia que, de manera puntual, se refiere al conjunto de capacidades para ejercer un cambio sobre una cosa determinada ,aunque no sea en el acto, pero puede llegar a producirlo”(p.23).

En esta obra Merejo está consciente de que su enseñanza no puede limitarse a los conceptos que propone sobre el cibermundo. Debe suministrar a sus alumnos también el cómo; cómo navegar en ese universo . Y en ese cómo es fundamental el saber mirar, el aprender una nuevo modo de mirar la realidad virtual.

Tratando de explicar qué es la covirtualidad,  Merejo se describe a sí mismo navegando en el cibermundo y en sus actos de filosofar “en silencio y la soledad”, en la serenidad de los filósofos estoicos:

“Vivo al ritmo de la vida, envuelto en la filosofía de la realidad ; en la cultura, articulado a lo cibercultura marcado por la virtualidad y la COVID-19.A esto llamo virtualidad, un estado en el que quedan fragmentos de los recuerdos atrapados en imágenes ciberespaciales y algunos actos lúdicos del ciberamor y del dolor en tiempo de pandemia ”(p.19).

“En el silencio y la soledad de mis navegaciones virtuales ,busco un espacio que no marque distancia y frialdad como el  real de la pandemia, más bien un refugio virtual que me bride calor y ternura cada vez que abro y cierro un pasadizo del ciberespacio; los cuales no me constriñen a nada o en la ausencia del ser ,porque forman parte de los proyectos de vida que me dejan seguir siendo en el plano del pensar y repensar la existencia entre un virus que nos ha condenado a vivir de manera forzada en la virtualidad ,sin elección al respiro del aire de libertad.”

Ante tal panorama , hay que tener serenidad, como dirían los filósofos estoicos, sobre todo ante los que están muriendo por esa pandemia, de forma puntual, los que son conocidos ,amigos y familiares. Hoy sabemos que muchos han muerto sin saber cómo murieron. Después que se ha desatado la pandemia, las muertes se han incrementado, muchos se van perdiendo entre la pandemia y la enfermedad que supuestamente fue que los esfumo de este mundo terrenal”(p.20).

El anclaje de este libro es el trágico y triste contexto de la pandemia de la COVID-19. Y ahí en la aflicción y el sufrimiento están situados el autor y sus búsquedas inquietantes .  Ahí se mira y se contempla dolido, pero a la vez clarividente,  en su filosofar en su instante vital de interacción en la covirtualidad del ciberespacio.

Y en ese contexto y en su situación, ¿De qué nos habla Merejo? En la nota anterior, referida a su libro La era del cibermundo, nos fue fácil detectar que nos interpelaba acerca del tiempo: tiempo global y específicamente virtual.

Pero ¿De qué nos habla, esta vez, en Filosofía para tiempos transidos y cibernéticos? El título de la obra incluye dos tipos de tiempo:  tiempos transidos y tiempos cibernéticos.

Ese orden en la coordinación no es gratuito. Pues, el autor aborda aquí del mismo tiempo virtual, pero en situación transida. Por tanto, lo nuevo en esta obra es lo transido, el tiempo transido.

Para saber lo que es transido, consultemos primero nuestra lengua, la cultura de la lengua. En eso estamos de acuerdo Merejo y yo. Es el mismo quien se sitúa en este libro en la orientación que llama “filosofía cibernética innovadora”:

“…de acuerdo con la filosofía cibernética innovadora , que implica una teoría del lenguaje, del sujeto y del discurso”(p.18).

Así pues, se sitúa y sitúa su enfoque filosófico del cibermundo: la materia y el enfoque de los trabajos de Merejo es la relación entre cibernética, lenguaje, sujeto y discurso.

El software ni el hardware son temas de Merejo . No sé cuánto él conoce de eso—acerca de lo cual soy un perfecto analfabeto— pero sí sé que el mundo configurado en sus escritos no es el de la máquinas.

Ciberespacio : espacio virtual, no físico. Su visión sobre esos asuntos es humana y social: “Defino de entrada que el ciberespacio no es internet”(p.34).

“El discurso filosófico sobre la tecnociencia, en estos tiempos, debe ser innovador, complejo y dialógico.”

El pensar desde la perspectivas filosófica la tecnociencia, es concretarla con em campo de la sociedad”(p.75)

Su asunto no es la tecnología ni la técnica.  En sus obras sobre el cibermundo y la realidad virtual nuestro filósofo no presume de ingeniero en informática . Mucho menos se presenta como fabricante o promotor de aparatos tecnológicos.

Así, el mundo de Merejo en esa obra somos nosotros mismos, los seres humanos de hoy. Él nos habla en sus páginas de los retos que enfrentamos en la realidad virtual. Ese es mi mundo y mi situación en relación con esta obra de Merejo.

Estas son sus preocupaciones que, asumo como mías, desde la misma óptica del cibermundo en el que estoy, quiéralo o no, inmerso : los problemas y situaciones que, aunque nos parezcan extraños o ajenos, son los que en forma más significativa conforman nuestra cotidianidad; los que mayormente nos atañen en estos tiempos.

En español los significados de la palabra transido son: “1. adj. Fatigado, acongojado o consumido de alguna penalidad, angustia o necesidad. Transido de hambre, de dolor.2. adj. Miserable, escaso y ridículo en el modo de portarse y gastar” (DRAE).

Todo eso se dice, lo dice Merejo, que es filósofo,  desde la filosofía:

“El discurso de lo transido desde un enfoque filosófico cibernético innovador implica lo moral, como dolor intenso que siente un sujeto ante la degradación de lo que va sucediendo en su entorno, cargado de zonas grises ,asesinatos, torturas, masacres ,violencias y afán de lucro como el tener por tener, en detrimento del ser y de todo referente ético”)p.121).

Ese es el tiempo que vive el mundo en esta obra. Nuestro país también, en muchos aspectos, tal como lo describió este autor en su obra La dominicanidad transida entre lo virtual y lo real. Pero Haití se sume en lo hipertransido.

El mundo vive lo transido. Lo transido como en los tiempos de dolor y sufrimiento de la pandemia del coronavirus de 2019. Este es el tiempo de esta obra vivido y evocado por el autor desde las dos dimensiones del mundo real y el cibermundo:

“Estos tiempos tienen una presencia transida , que no se puede escamotear como si nada estuviese ocurriendo, como si estuviésemos viviendo en presente de nada que no dice nada sobre el dolor intenso de índole moral y existencial que está produciendo estos acontecimientos en el mundo y el cibermundo”(p.43).

Lo transido en la vida real y en la realidad virtual es inseparable de la ética. Y en ese sentido, lo propio del sujeto cibernético con el que se identifica Merejo es, “buscar y manejar los datos en el ciberespacio”, “de manera critica para contribuir a formar valores y para ser ejemplo social”(p.60).

Es lo que procura Merejo desde su propia subjetividad . Así asume el su discurso como filósofo. Y, al filosofar, lo hace desde su propia reflexión en términos introspectivos, como hablándose y pensándose a sí mismo.