El discurso de juramentación del presidente Silvestre Antonio Guzmán Fernández el 16 de agosto de 1978, genera grandes expectativas en la sociedad dominicana, en la clase política y una parte significativa de naciones hermanas en el continente y el mundo.
La ansiedad y el deseo de saber qué diría el presidente en esa ocasión pasaron a formar parte del análisis político, social y económico habitual de una parte significativa del pueblo dominicano.
Qué pasaba en verdad durante aquellos momentos de la campaña electoral, y qué había sucedido luego de que la sociedad dominicana se expresara a través de las urnas? En la ocasión, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) bajo la coordinación general del Dr. José Francisco Peña Gómez, figura política cardinal de la oposición en ese momento, había logrado lo que para muchos analistas políticos, historiadores, estrategas de campaña, era imposible: vencer al Dr. Joaquín Balaguer estando en la dirección del Estado.
Para lograr esa proeza el Dr. Peña Gómez preparó con suficiente antelación el escenario político internacional. Diversos partidos socialdemócratas, de izquierda, de centro-izquierda, así como organizaciones partidarias y académicas que propugnaban por la alternabilidad de poder en naciones en vías de desarrollo, y de aquellas que aún sufrían los terribles embates del subdesarrollo, logrando el respaldo institucional de éstas mucho antes de las elecciones, previendo lo que sucedió: El Dr. Balaguer no iba a aceptar su derrota.
El líder de las masas irredentas dominicanas, sin lugar a dudas llevó al poder su partido y el candidato presidencial que enarboló, el reconocido hacendado de Santiago de los Caballeros, Silvestre Antonio Guzmán Fernández. Con ese triunfo y el respaldo internacional recibido, logró el doctor José Francisco Peña Gómez doblar el pulso al tres (3) veces presidente de la República Dominicana en democracia, doctor Joaquín Balaguer Ricardo, quien también había ocupado la presidencia interina durante la dictadura trujillista y durante el Primer Consejo de Estado en 1961.
Sabía el Dr. Peña Gómez y gran parte del equipo de estrategas y asesores que le acompañaron en esos días de intensa campaña electoral, que un fiero león como el Dr. Balaguer, no iba a aceptar su derrota sólo con la incidencia política y mediática del escenario nacional. Además de las masas votantes, y el descontento de la sociedad dominicana hacia el estilo represivo de gobierno del caudillo de Navarrete, tenía que preparar los cuadros y militantes de su organización para enfrentar con éxito el fantasma del fraude y el chantaje militar que siempre asomaba en cada contienda electoral en la nación desde el año 1966. Si la estrategia local funcionaba, la internacional haría su parte. Como tal, el plan funcionó a la perfección.
Efectivamente, llegado el 16 de mayo del 1978, sucedió la reacción esperada de las huestes reformistas. No conformes con el giro que tomaba el conteo de los votos cerca de la medianoche, un escuadrón militar se hace presente en las instalaciones del tribunal electoral, y a fuerza de las armas ordena detener inmediatamente ese acto soberano contemplado cada cuatro años en la carta fundamental del país.
El pueblo, sorprendido por tan vil actitud, de inmediato sospecha que el país será escenario de violentos acontecimientos en los próximos días, como era costumbre en los tres (3) períodos de gobierno post-revolución de abril de 1965, en los que el doctor Joaquín Balaguer Ricardo ocupó la primera magistratura de la nación.
Favorablemente, la estrategia diseñada por el Dr. Peña Gómez para que la comunidad internacional defendiera la democracia dominicana, cumplió su cometido. Diversos dirigentes de la Internacional Socialista, de la Confederación de Partidos de América Latina, líderes independientes de la vida política norteamericana, y hasta el propio presidente norteamericano de entonces, Jimy Carter, se pronunciaron a favor del respeto a la voluntad del pueblo dominicano expresado en las urnas.
Irremediablemente, el Dr. Balaguer se vio en la obligación de tener que confortar los ánimos beligerantes de sus seguidores de partido y del ala rebelde de las Fuerzas Armadas que deseaban imponerlo una vez más en la dirección del Estado. Independientemente de ello, la fuerza política mayoritaria de ese proceso, el Partido Revolucionario Dominicano (P.R.D.) tuvo que negociar, batallar y concertar con el candidato vencido, para lograr por primera vez en el país, luego de decapitada la dictadura trujillista, la alternabilidad en el Poder Ejecutivo de la nación.
Esas estrategias y contraestrategias vividas de cerca por una parte política del país, aunque seguidas a cierta distancia por los hombres y mujeres de la nación, permitieron que el 16 de agosto del año 1978, el presidente electo Silvestre Antonio Guzmán Fernández, se dirigiera a la nación, jurando su cargo ante los miembros de la Asamblea Nacional, e invitados especiales.
En la ocasión, el mandatario introdujo de la siguiente manera su alocución:
“Hace exactamente cien años que se realizó la última transmisión del mando presidencial de un candidato perdedor a uno ganador, cuando en el año 1878, el presidente Ignacio María González le entregó el poder a Cesáreo Guillermo. Este hecho, demuestra la gran significación que para el afianzamiento de la democracia en nuestro pueblo tiene esta toma de posesión, ya que después de un siglo de accidentada historia política, caracterizada por la debilidad de nuestras instituciones, con este solemne acto se abren hermosas y promisorias perspectivas para nuestro orden institucional.“
“El acontecimiento debe servir para reforzar la fe de los dominicanos en los beneficios que se derivan del sistema democrático, pues este pueblo tuvo, con sobradar razones, momentos de gran escepticismo frente al ejercicio de gobiernos esencialmente negadores de los principios qué sirven de base a nuestro ordenamiento social. Hoy ese pueblo es espectador de una ceremonia que significa que la soberana voluntad popular ha sido respetada, por lo menos en mucho de lo que es fundamental.”
“Yo espero que Dios me ayude a contribuir para que en el futuro las periódicas consultas electorales constituyan acontecimientos normales en la vida de la Nación sin alterar en lo más mínimo las actividades de la vida nacional.”
Guzmán Fernández e n su discurso destaca el alto nivel de dignidad y respeto del pueblo dominicano al Sistema Democrático, dando ejemplo de lucha y perseverancia para alcanzar nuestros sagrados derechos de vivir en democracia:
“No puedo dejar de señalar lo que espero ha de ser una feliz coincidencia histórica para América. Fuimos la primera ciudad del Nuevo Mundo en el siglo XVI, cuando Santo Domingo irradiaba cultura y civilización hacia todo lo conocido del Continente. En 1978, con las elecciones de mayo y todo lo que vino después, hemos dado un ejemplo a los pueblos hermanos de que con tesón, patriotismo, optimismo y solidaridad, se puede salvar la democracia.”
“Por eso, cobra mayor significación para el gobierno y para el pueblo dominicano la prestigiosa presencia en este acto, de ilustres jefes de Estados y misiones especiales , de naciones amigas; distinguidos dignatarios eclesiásticos y personalidades nacionales y extranjeras vinculadas a instituciones y actividades políticas, sociales, económicas y culturales, que estimamos como una alentadora prueba de confianza.”
El presidente Guzmán aprovecha la solemne ocasión para dejar claramente establecido ante los presentes, y la audiencia mediática, las características del proceso electoral vivido, sus principales contendientes y el rol jugado por cada uno frente al legado histórico que dejarán al país:
“Vale la pena recordar, dejando a la historia que juzgue a los hechos y a los hombres que hemos intervenido en este proceso, los acontecimientos que hoy culminan. Tras doce años de gobierno reformista, iniciamos la campaña electoral, la cual, tenemos que reconocerlo, se desarrolló en un clima de relativa tranquilidad pero que, sin embargo, se caracterizó por la polarización, cada vez más fuerte, de dos opciones: el Partido Reformista y el Partido Revolucionario Dominicano.”
“Los dominicanos tuvieron entonces la oportunidad de presenciar como el Partido Reformista utilizó, de una manera inescrupulosa, todos los recursos del Estado en su afán de continuar al frente de la cosa pública. Por otro lado, resplandecían el esfuerzo, la honestidad, el espíritu de sacrificio y la mística del Partido Revolucionario Dominicano, denominado, a justo título, el partido de la esperanza nacional. A pesar de todo, nunca dudé de la victoria electoral. Victoria alcanzada por el apoyo de la gran mayoría del pueblo dominicano, y que, sin embargo, se ha tratado de empañar señalando que nosotros ganamos merced a un fraude electoral. A qué persona sensata se le puede ocurrir que un partido que desde el ario 1963 estaba en la oposición tenía medios y los recursos, para cometer fraude en un proceso electoral!!!”
“Este argumento sirvió de pretexto para la inconstitucional decisión del máximo tribunal electoral, mediante la cual, gracias a unos cálculos matemáticos arbitrarios, y a una caprichosa asignación de votos no emitidos, se despojó al Partido Revolucionario Dominicano de las senadurías de las provincias de Bahoruco, La Altagracia, María Trinidad Sánchez y el Seibo. El desafortunado procedimiento utilizado consistió pues, en la adición de un porcentaje de los nos votantes al Partido Reformista, que obtuvo de esa manera la mayoría de esas provincias, a pesar de que los votos que se depositaron en las urnas le habían dado el triunfo a los candidatos del Partido Revolucionario Dominicano.”
“La situación de desasosiego creada por las impugnaciones masivas del Partido que hoy pasa a la oposición, generó unos días de recesión económica con repercusiones negativas para el futuro inmediato del país. Debemos sentirnos satisfechos pues supimos superar, con gran espíritu cívico, los escollos que surgían para entorpecer el afianzamiento de la democracia en nuestro país.”
“Acabarnos de recibir la investidura de primer magistrado de la República al ponerse en mis manos las funciones que corresponden al Poder Ejecutivo y al asumir, en esta memorable ocasión, bajo fe de juramento, la mayor responsabilidad que puede contraer un ciudadano ante la Nación: Cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes.”
“Tan solemne compromiso, para con Dios y para con la Patria, sintetiza el alto deber moral que contraigo al aceptar en esta ceremonia, el libérrimo mandato que me ha conferido el pueblo dominicano de regir los destinos del país durante los próximos cuatro años con irrestricto apego a la ley, y al deber de salvaguardar la independencia y la soberanía de la nación.”
El empresario y hacendado convertido en estadista, al desarrollar su intervención ante la Asamblea Nacional, describe en cierta medida la hora cumbre en que recibe la conducción del Estado:
“Al asumir las funciones de Presidente de la República, estoy plenamente consciente de que esta ardua tarea no puede ser la obra exclusiva del gobierno, sino que requiere, para ser buena, forzosamente, el concurso de todos los sectores de la vida nacional. Por esa razón tengo el deber de examinar ante el país, la realidad de la vida institucional y económica que hoy encontramos al asumir el poder.”
“En cuanto, a la vida de las organizaciones fundamentales del Estado, tengo la convicción de que una nación es realmente sólida y estable, en la medida en que sean fuertes sus instituciones. Los hombres pasan, pero las instituciones tienen un carácter de permanencia cada vez más fuerte. La experiencia nos demuestra que de la fragilidad de las instituciones a un clima de frustración, de desconfianza hacia todo lo establecido y de cuestionamiento, hay sólo un paso.”
“Es indiscutible, y esto lo digo sin ánimo de acusar a nadie, que en nuestro país se ha vivido en los últimos años una grave crisis moral e institucional. Esta situación ha generado como máximo exponente, la enorme corrupción administrativa que el propio Gobierno saliente ha tenido el valor de reconocer. Ha llegado el momento de, que los hombres vuelvan a ser premiados por su dedicación al trabajo, por su vocación de servicio a la Patria y a sus conciudadanos, y no por los frutos de su afán de lucro o por su habilidad para hacer engrosar su capital privado con fondos del erario público o con el tráfico de la influencia que da el poder.”
Ya dentro del corazón de su discurso, pasa revista al sensible cuerpo económico de la nación que le han entregado luego de doce (12) años de gestión gubernamental bajo la égida del Dr. Joaquín Balaguer:
“En cuanto a nuestra economía, es justo reconocer que ha gozado de años de bonanza en el pasado reciente, especialmente debido a los altos precios del azúcar, del café, del cacao y del oro. Los altos ingresos que estas exportaciones generaron para el fisco, y las divisas obtenidas, fueron utilizados, principalmente, para financiar grandes inversiones en infraestructura urbana y rural y para el embellecimiento de algunas ciudades, pero se descuidaron las propias empresas del Estado, tales como el Consejo Estatal del Azúcar, la Corporación Dominicana de Electricidad y otras de la Corporación de Empresas Estatales.”
“El país logró, durante varios años, altas tasas de crecimiento económico y el sector privado respondió a los incentivos, tanto fiscales como de financiamiento, creados para orientar la inversión hacia determinados sectores. Este proceso ayudó a expandir una clase media que deberá contribuir fuertemente a nuestro desarrollo futuro. Sin embargo, este crecimiento no beneficio a los grupos de menor ingreso debido al congelamiento de los salarios en el sector público; al descuido de los servicios públicos tales como salud, seguro social y educación; a la ausencia casi total de mantenimiento de obras del Estado; al abandono de nuestra gente del campo; a, la escasez de alimentos y oferta de materias primas agrícolas, como consecuencia de una política agrícola incorrecta que no promovió la producción.”
“Por otra parte, nuestra administración pública se ha ido desorganizando, por la excesiva concentración de las decisiones, y al mismo tiempo, por la falta de coordinación de política económica entre las instituciones y los organismos que inciden sobre el acontecer económico dominicano.”
El mandatario continúa su exposición de la forma siguiente:
“Todo esto significa que desde 1975 el crecimiento de nuestra economía se ha tornado lento, al no aumentar significativamente la capacidad de demanda de nuestro mercado interno, al irse reduciendo los precios de los principales productos de exportación, con excepción del oro, y al ser menor la eficiencia del Estado como administrador de la cosa pública. La situación antes esbozada, no debe ser motivo de incertidumbre ni de pesimismo, pues tengo fe en los hombres y mujeres honestos de nuestro país que están dispuestos a contribuir para lograr un futuro más promisorio para nuestros hijos.”
“En este sentido me propongo, a la cabeza del gobierno que hoy se inicia, dirigir todos nuestros esfuerzos hacia el logro, en primer lugar, de una verdadera institucionalización. Tal como he manifestado en ocasiones anteriores, para alcanzar esta anhelada meta, es necesario que se consagre la alternabilidad en el poder y por tanto, que el principio de la no reelección sea incorporado a los preceptos, constitucionales. Además, es necesario que se fortalezcan los poderes del Estado.”
“Sobre este particular, en mi calidad de titular del Poder Ejecutivo, debo significar que las labores del gobierno deben ser realizadas mediante el esfuerzo mancomunado del Poder Legislativo, del Poder Judicial y del Poder Ejecutivo.”
Esclarece y pondera el rol que junto al nuevo gobierno debe llevar a cabo el Poder Legislativo:
“Espero que el Poder Legislativo, en su elevada misión de hacer las leyes normativas de nuestro desenvolvimiento social, coloque siempre los intereses supremos del pueblo dominicano por encima de los intereses y pasiones partidistas. Por mi parte, puedo asegurar que los proyectos que como presidente de la república someteré a la consideración del Congreso Nacional, serán inspirados en la búsqueda de soluciones viables a los grandes problemas nacionales, del desarrollo del país y de la felicidad de todos mis conciudadanos.”
“Esta actitud que entiendo necesaria para mantener un clima de concordia nacional, espero que sea observada tanto por los legisladores del Partido de gobierno, como por los otros que militan en los partidos de oposición. ¡Recordemos siempre que el pueblo y la historia serán los llamados a juzgar las, actitudes que cada uno de nosotros asumamos en los próximos cuatro años!”
Estableció en su intervención ante la honorable Asamblea Nacional reunida el 16 de agosto de 1978, un claro procedimiento sobre las acciones correspondientes al Poder Judicial y las instituciones responsables de su funcionamiento con un rostro ético.
“En cuanto al Poder Judicial, es una inquietud palpable en la ciudadanía la necesidad de adecentar la administración de la justicia. Prestigiosas voces se han elevado reclamando la creación de la carrera judicial, el mejoramiento de las condiciones de vida y de, trabajo de los servidores judiciales, la inamovilidad de los jueces y la verdadera independencia de nuestra judicatura en sus actuaciones. Comparto plenamente ese reclamo, el cual tendría que ser complementado con la realización de una reforma de nuestro sistema penitenciario.”
“De conformidad con nuestras disposiciones constitucionales, corresponde al Poder Ejecutivo el nombramiento del personal auxiliar de la justicia, pero la grave responsabilidad de nombrar a los jueces de nuestros tribunales, le corresponde al Senado de la República. Esto significa, que sólo podremos contar con una judicatura ejemplar si sus miembros son designados atendiendo a razones de probidad, de competencia y de honestidad.”
Independientemente de que obtiene el triunfo con la ayuda de distintos aliados políticos, el Tribuno de Santiago y hacendado, expone la necesidad de unir y contar con todas las fuerzas de la nación para impulsarla hacia su desarrollo sostenido.
“Es necesario ahora, señores, hacer alusión a las directrices que servirán de guía al Poder Ejecutivo como supremo rector de la acción gubernativa. En primer lugar, y tal como prometí durante la campaña electoral, haremos un gobierno de unidad nacional, porque en el gabinete y en los organismos estatales estarán representados los mejores hombres del país, sin distinguir banderías políticas. Con esa medida se garantiza que, dejando de lado los sectarismos políticos, las actividades y decisiones del gobierno resulten de una fructífera diversidad de conocimientos, ideas y potencialidades que garanticen la primacía del interés general y la obtención del bien común.”
“No se debe confundir, pues, la unidad de todos los sectores de la vida nacional en torno a miras y propósitos comunes para el engrandecimiento patrio, con las alianzas partidistas post-electorales. En otras palabras, la verdadera unidad nacional está por encima de los partidos políticos.”
“Como presidente de todos los dominicanos, nos toca ahora encontrar nuevas soluciones a nuestros viejos problemas.”
En su intervención discursiva se advierte que el presidente cuenta con un equipo de trabajo que posee amplios conocimientos de la realidad económica nacional. Las sugerencias y recomendaciones son expuestas con apropiados y entendibles criterios ante los asambleístas, invitados especiales y público en sentido general.
“Fundamentalmente tendremos por delante una doble tarea a partir de hoy: dinamizar la economía, para que al mismo tiempo aumente el bienestar de nuestra población. Para lograrlo, trataremos de ensanchar nuestro mercado interno y fomentar decididamente nuestras exportaciones, para crear demanda hacia los productos nacionales, lo cual redundaría en un aumento de la producción, y por ende, en un aumento de la inversión y del empleo en el sector productivo nacional. De igual manera, llevaremos a cabo una labor de saneamiento y de capitalización de las empresas del Estado; tales como el Consejo Estatal del Azúcar, la Corporación Dominicana de Electricidad y la Corporación Dominicana de Empresas Estatales, para que así el Estado contribuya a la producción nacional, sin competir directa o negativamente con el sector privado.”
“Para ensanchar el mercado interno, pensamos mejorar los servicios públicos, la operación de los programas del gobierno y el mantenimiento de las obras públicas, dándole así cabida a dominicanos que quieran servir a la patria. Igualmente, pensamos que es necesario que las construcciones, las obras públicas y si es posible las privadas, den más empleo de lo que hasta ahora se ha logrado, utilizando más obreros y menos equipo pesado, siempre que las características de las obras así lo permitan. También, y esto es necesario por múltiples razones, haremos todo lo posible para mejorar las condiciones de los hombres del campo para beneficio de ellos y de los demás dominicanos, al lograrse el aumento en la producción agrícola.”
“Nuestras exportaciones se incrementarán ofreciendo incentivos de diversa índole y financiamiento a esa actividad, para hacer nuestros productos competitivos en el exterior, ya que estamos seguros de que los mercados existen. Para identificar esos mercados, es necesario que nuestro cuerpo diplomático esté al servicio de nuestras exportaciones. Y para poder mantener esos mercados, es necesario poder cumplir, con los compromisos que se contraigan y que logremos niveles aceptables de calidad.”
“Al mismo tiempo que daremos incentivos al productor nacional para incrementar cada vez más su producción, mantendremos en observación los precios y costos internos para evitar presiones inflacionarias indebidas, así como nuestra balanza de pagos, a fin de evitar efectos nocivos sobre nuestro signo monetario.”
“También creo que el Estado debe ponerle más atención al sector minero y petrolero, incrementando la prospección bien supervisada de nuestros posibles yacimientos, para conseguir luego una explotación que preserve nuestros recursos y beneficie netamente al país.”
“Está claro que los cambios de orientación de la política económica requieren dedicación y sacrificio de todos los partícipes, y que el Estado habrá de requerir en el futuro nuevos ingresos para hacerle frente a sus nuevas obligaciones.”
El hombre de campo que se convierte en el presidente No.59 de la nación, era un ferviente creyente de la necesidad de invertir en la tierra mediante una dinámica reforma agraria que facilitara la vida de hombres, mujeres y sus descendientes en las villas y campiñas de nuestras provincias y municipios.
Indudablemente, una de sus grandes promesas de campaña comprometía su gobierno con reivindicar esos sacrificados habitantes del país y así lo hizo saber mediante la pieza discursiva de su toma de posesión el 16 de agosto de 1978, y cito:
“Por otra parte, creo firmemente que ha llegado el momento de prestar una mayor atención a nuestra agricultura, necesaria para el bienestar de todos los dominicanos, especialmente al considerar que somos un país que fundamentalmente vive de su tierra. He repetido durante toda la campaña electoral, que es necesaria la dinamización de este importante renglón de la vida nacional.”
“Dentro de nuestra política agropecuaria, pretendemos iniciar una verdadera reforma agraria científica y justa, es decir, que no consistirá en simples reparticiones de tierra guiadas por criterios esencialmente político – partidaristas. El criterio que primará para la selección de los asentados será, ante todo, su probado amor al cultivo de la tierra. Por otra parte, concebimos la reforma agraria como algo que debe ir acompañado de una política crediticia justa, dirigida a los sectores que más inciden en la producción, esto es, a los medianos y pequeños productores y que lleguen los recursos necesarios en el momento oportuno a sus manos. La asistencia técnica y el mercadeo jugarán el papel que les corresponde dentro de este proceso y a los agricultores" se les suministrarán semillas certificadas y variedades de alto rendimiento. Además, se harán estudios ponderados para la zonificación de los cultivos a fin de racionalizar los tipos de siembras en cada región; y para implantar el seguro agrícola, con el propósito de compensar en algo las pérdidas de nuestros agricultores cuando las condiciones climatológicas y de otra índole, les sean adversas.”
“Esta política deberá iniciarse con el mejoramiento inmediato de los proyectos agrarios ya establecidos.”
“Con todo lo anterior, aseguraremos el aumento de la producción que redundará de inmediato en el abaratamiento en el costo de la vida y en la reducción de las importaciones de productos alimenticios, lo que supone no sólo el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestros hombres y mujeres del campo sino de todos los habitantes del país.”
Sin lugar a dudas, uno de los renglones más sobresalientes por su implementación efectiva durante su gestión gubernamental fue la agricultura. Analistas, críticos, políticos, historiadores y una parte del pueblo, coinciden en señalar que esa eficiente labor se debió a los amplios conocimientos que sobre la materia poseía el ingeniero agrónomo Hipólito Mejía, quien posteriormente, y en parte producto de ese modesto reconocimiento laboral, alcanzaría en el año 2000, la presidencia de la República.
En su intervención ante las cámaras legislativas, el tribuno de Santiago de los Caballeros, Antonio Guzmán delineó gran parte de sus objetivos esenciales en materia de salud, educación, juventud, deportes, y recreación. De todos esos aspectos dedicó espacios extraordinarios para la salud y la educación, entendidos como sectores cardinales para la estabilidad y desarrollo del pueblo dominicano de menor condición económica.
En esa cita con la historia del país, el mandatario valoró de manera objetiva el criterio que su gestión llevaría a cabo en materia sanitaria:
“En el campo de la salud, mi gobierno no escatimará esfuerzo alguno para que los servicios médicos, fundamentados en programas continuos de medicina preventiva, principalmente asistencial, puedan llegar a las más apartadas regiones.”
“Los programas materno – infantil y nutricionales, serán fortalecidos con miras a garantizar la salud de las madres dominicanas y de sus hijos, contribuyendo con ello a atender un aspecto tan descuidado en los programas de salud desarrollados hasta ahora.”
“Es necesario dotar de equipos, de personal médico, paramédico y administrativo, y de medicinas suficientes a los centros de salud existentes a fin de hacerlos verdaderamente funcionales.”
“En esta área, otra de nuestras metas es, 1ª reestructuración, revisión y puesta al, día del sistema de seguros sociales, administrado por el Instituto Dominicano de Seguros Sociales, para garantizar un eficiente servicio a sus asegurados y pensionados.”
De igual manera destaca las líneas generales de su gobierno frente al sistema educativo nacional:
“Ya he señalado en discursos anteriores, que el futuro de nuestra juventud se genera en el presente. Por eso, necesitamos ajustar la educación a las exigencias del desarrollo económico, social y cultural.”
“El gobierno que hoy se inicia, impulsará la educación en función del desarrollo. Pero para ello, es necesario que los programas existentes se ejecuten con eficiencia y que las escuelas sean dotadas de los equipos, materiales y recursos humanos requeridos para su óptimo funcionamiento.”
“Será meta y preocupación nuestra la expansión y el mejoramiento progresivo de la educación preescolar y la prolongación de la educación general; la coordinación entre la educación técnica y la educación general; el mejoramiento de la escuela primaria rural con miras a garantizar las mismas oportunidades educativas de las ciudades a la población rural; la reestructuración de la enseñanza técnica, teniendo muy en cuenta las características de la fuerza de trabajo y las necesidades previsibles de recursos humanos para los planes de nuestro desarrollo.”
“Contemplamos la posibilidad de que el ciclo básico de la enseñanza Primaria esté al alcance y posibilidades de todos. Prometo que se iniciarán estudios para que, de forma escalonada y regional, se suministren útiles escolares gratuitos hasta cierto nivel de escolaridad y para implantar, del mismo modo, el desayuno escolar.”
Conocedores, el presidente Antonio Guzmán Fernández también, connotados dirigentes del partido que lo había llevado al poder, y un nutrido grupo de sus asesores, de la alta incidencia política que existía en las Fuerzas Armadas, sobre todo, por la labor de adoctrinamiento que un grupo de reconocidos líderes del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) habían llevado a éstos durante los doce (12) años en que el Dr. Balaguer se mantuvo en el poder, sabían que tenían que enviar un mensaje contundente a ese sector, haciéndoles saber que desde ese momento de la toma de posesión, tenían un nuevo comandante en jefe y las palabras con que el presidente se refirió a ellas, no fueron para nada ofensivas, pero si precisas y claras, las cuáles cito a continuación:
“Al conmemorarse en este día el aniversario de la Restauración de la República, gesta patriótica en la cual nuestras invencibles tropas se vistieron de gloria en los campos de batalla, recuperándose la soberanía nacional, quiero reafirmar mi firme propósito de impulsar, como su Comandante en Jefe, la institucionalización de nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional, de respetar su escalafón, de defender su integridad, continuar y ampliar su profesionalización y mejorar las condiciones de vida de los abnegados hombres que sirven con dedicación, desprendimiento y patriotismo a la nación en su sagrada misión de garantizar nuestra independencia, como soportes de la soberanía nacional y preservadores del orden público.”
Como una parte significativa de la mitad del siglo veinte (XX) vivió, recuerda y conoce detalladamente, cuando el presidente Antonio Guzmán Fernández asume la presidencia de la república, la situación política entre grupos opositores frente al saliente gobierno, lo que equivale a decir frente al Partido Reformista, era sumamente caótica, agresiva, casi al borde de una guerra civil. Sólo la esperanza de la gente, y en especial de la juventud, en que a partir del año 1978, se experimentara un cambio de gestión gubernamental, aminoraron las acciones que podrían provocar un estallido social y tras este, una revolución civil parecida o en mayor proporción, que la escenificada por el pueblo dominicano a partir del mes de abril del año 1965.
En esa tesitura histórica, las cárceles dominicanas estaban colmadas de presos políticos, por su posición de rechazo a los tres (3) gobiernos sucesivos que había presidido el Dr. Joaquín Balaguer. Realmente, el Partido Revolucionario Dominicana, sus líderes y el presidente Guzmán, debían asumir, y así lo hicieron, un gobierno de libertades públicas como habían prometido abiertamente en sus discursos de campaña.
A ese enrarecido ambiente de la transición gubernamental, se sumaba otro hecho político que también laceraba la dignidad de gran parte de la sociedad dominicana desde la ascensión al poder del Dr. Balaguer el 1ro de julio de 1966, las deportaciones y persecuciones políticas. Otros ciudadanos, por razones de estudios en países de la órbita socialista eran impedidos de regresar a su patria al concluir su preparación profesional.
Amparado en el creciente interés que los derechos humanos habían adquirido en esa última etapa de la década setenta (70) y principios de los ochenta (80), el presidente Guzmán incluye en su obra discursiva el respeto de todos los derechos fundamentales del hombre y de la vida humana. En su extraordinaria intervención ante las cámaras legislativas, él lo hace saber de la siguiente manera:
“El tema de los derechos humanos ha adquirido una nueva dimensión. Está superada la época en la cual eran, considerados aisladamente, en los límites estrechos del territorio de un Estado determinado. Los derechos humanos constituyen un verdadero patrimonio común de la humanidad. En virtud de su carácter indivisible y solidario, sus violaciones en un país determinado, repercuten en los demás y representan un agravio para todos los hombres.”
“Me propongo dar rigurosa aplicación a los preceptos y normas que consagran esos derechos, como obligación principal del Estado, conforme a los siguientes términos de nuestra Ley fundamental: "La protección efectiva de los derechos de la persona humana y el mantenimiento de los medios que le permitan perfeccionarse progresivamente dentro de un orden de libertad individual y de justicia social, compatible con el orden público, el bienestar general y los derechos de todos.”
“Con el fin de asegurar el más estricto respeto de esos derechos, en el curso de mi mandato presidencial y en mi condición de titular del Poder Ejecutivo, me propongo someter a la consideración del Congreso Nacional, un proyecto tendente a la creación de un tribunal de garantías constitucionales.”
Para que los lectores tengan una idea de cuál era la dimensión del momento político nacional e internacional en que el hacendado Antonio Guzmán Fernández, asumía el poder de la república, se debe tener presente que esta transición gubernamental, de por si mostrenca por las artimañas empleadas desde el poder por el Dr. Balaguer para quedarse con una proporción de senadores y diputados mayor a la obtenida mediante los votos, se hacía bajo los efectos sombríos de la guerra fría.
La confrontación política solapada entre las dos grandes potencias económicas y militares del momento, Estados Unidos de Norteamérica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), exigían a una amplia cantidad de países y regímenes bajo su egida ideológica, lealtad a toda prueba. Esto quiere decir amigos solidarios contra el enemigo ideológico, tanto en el plano secreto como público, y sin reparo moral alguno.
Este conflicto armado, económico, militar, informativo e ideológico, afectó de manera directa e indirecta, todas las naciones del mundo. Asesinatos, gobiernos dictatoriales, golpes de Estado, intervenciones armadas y guerras de todo tipo caracterizaron esa nefasta etapa del mundo. Su inicio está marcado entre los años 1945-1947, luego de concluida la segunda guerra mundial. Según historiadores, analistas, politólogos, y militares, su conclusión se debió al alto declive económico vivido por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1989.
En ese inestable estado de cosas, cuando aún no se sabía el momento en que podían concluir las acciones entre las dos superpotencias y sus aliados, asume la presidencia de la república Antonio Guzmán Fernández, hombre de campo y comercio, pero con una amplia experiencia política. La gente en sus hogares, centros de trabajo y de estudios comentaba por lo bajo que los militares no dejarían gobernar por mucho tiempo al presidente electo y recientemente juramentado ante las cámaras legislativas y el país.
Analistas políticos, e historiadores entendían que el hombre preferido por los norteamericanos para gobernar el país dentro de la guerra fría, era el Dr. Balaguer, y que ante cualquier desvío del “librito” trazado por estos para gobernar en sus países satélites, apoyarían, de inmediato, un cambio de gobierno con apoyo de las Fuerzas Armadas Dominicanas.
Muchos colaboradores del Dr. Balaguer y del reformismo se quedaron esperando por uno, dos, tres y cuatro años lo que nunca debía de llegar y no llegó. Casi al concluir su mandato, el presidente constitucional pone fin a su vida, suicidándose en el Palacio Nacional.