
El doctor Salvador Jorge Blanco asumía en ese momento cumbre de su vida política las riendas del poder de la nación de manos del licenciado Jacobo Majluta Azar, quien en su condición de vicepresidente de la república, cargo que ocupaba en el gobierno que recién finalizaba del extinto presidente constitucional de la república, Silvestre Antonio Guzmán Fernández, le correspondía esa solemne responsabilidad.
Faltando apenas cuarenta y tres (43) días para concluir su gestión de gobierno, el presidente Guzmán se suicidó en el Palacio Nacional. En el momento en que se quita la vida cuenta con setenta y un (71) años de edad. Según reseñan los medios de comunicación del país, historiadores y analistas de la vida política dominicana, el presidente de ese período (1978-1982) toma la fatídica decisión en la madrugada del cuatro (4) de julio de 1982, agobiado por supuestos cuestionamientos económicos y morales a su gestión de gobierno.
Transcurrido cuarenta (40) años de aquel terrible acontecimiento nacional, todavía se manejan hipótesis sobre el hecho. Nadie a ciencia cierta maneja las probables causas que impulsaron al mandatario a quitarse la vida aun estando en el poder. Cercanos colaboradores argumentaron que durante gran parte del periodo de transición (tres -3- meses) el presidente se veía preocupado, deprimido, debido a que algunos funcionarios de su gobierno lo habían decepcionado. A esa versión se agregan las conjeturas de que el Dr. Salvador Jorge Blanco, presidente electo, había externado en círculos íntimos de su partido y el equipo de campaña que apoyó su candidatura, que tenía la seria intención de juzgarlo por actos de corrupción, y que esa acción jurídica también incluiría familiares del mandatario saliente.
Lo cierto y lamentable es que luego del suicidio presidencial, el país fue manejado de manera transitoria por el licenciado Jacobo Majluta, que como he señalado era el vicepresidente durante la gestión de Guzmán Fernández. Precisamente, en la contienda electoral donde el Dr. Salvador Jorge Blanco resulta electo presidente, Jacobo Majluta resulta electo senador del Distrito Nacional, como parte de la boleta del Partido Revolucionario Dominicano. Una vez más había logrado el Dr. José Francisco Peña Gómez contener las malquerencias partidarias dentro de su organización política para garantizar el triunfo de sus huestes frente a un contendor tan tenaz como el Dr. Joaquín Balaguer Ricardo. Por segunda ocasión consecutiva, lograba el tribuno de Valverde, Mao, infringirle una contundente derrota al líder de la “Revolución sin Sangre”.
En esta ocasión, a la vista de los observadores nacionales e internacionales, así como historiadores, analistas políticos, comunicadores sociales, líderes comunitarios y simples militantes, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) contaba con mayoría absoluta en las cámaras legislativas para someter y aprobar los anteproyectos de ley que de manera definitiva necesitaba la nación para salir del subdesarrollo político, social y económico en que los tres (3) períodos del balaguerismo lo habían sometido. Sobre todo, pensaba una gran parte de la sociedad, que el fantasma de la reelección sería borrado de manera definitiva de la estructura política dominicana.
Lamentablemente, la tozudez del presidente de la república y del presidente del Senado de la República, cuya función extraordinaria recayó en las manos del Lic. Jacobo Majluta Azar, quien también poseía alta incidencia en la Cámara de Diputados, fueron irreconciliables durante todo el período de gobierno (1982-1986), aun contando con la constante mediación del doctor José Francisco Peña Gómez.
La actitud inconsecuente de ambos políticos provocó que el Pueblo Dominicano viera postergados sus anhelos de vivir en una democracia plena, distantes de las convulsiones sociales, políticas y económicas de los doce años post-guerra Patria de 1965.
Esa incomprensión política partidista estaba siendo aprovechada de manera sagaz por el eterno aspirante presidencial, Dr. Joaquín Balaguer. Tanto ellos como una parte significativa de la militancia política activa, y un buen grueso de ciudadanos del país, pensaban que sus días en el Palacio Nacional habían concluido el 16 de mayo del 1978. Craso error, las luchas intestinas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) levantaron un gigante dormido y lo reinstalaron de nuevo en el poder el 16 de agosto de 1986.
Ahora veamos los principales aspectos destacados por el Dr. Salvador Jorge Blanco en aquella memorable toma de posesión, el 16 de agosto del año 1982.
Como casi todos los presidentes que le habían antecedido, y aquellos que luego le sucedieron en el primer poder de la nación, el presidente Jorge Blanco destaca la forma en que él y su equipo de campaña obtuvieron el triunfo:
“La ceremonia que celebramos en estos momentos no tiene precedentes en la historia nacional. Nunca había ocurrido en nuestro país que un gobierno elegido libremente por voto directo y con participación plena de la oposición, traspasare el poder a otro gobierno de naturaleza democrática similar y surgido de una consulta popular con características fundamentalmente idénticas y hasta superadas a las ya señaladas. Además, habría que agregar como dato histórico singular, que nuestro gobierno recibe el Poder que el transmite un gobierno surgido del esfuerzo del mismo partido, habiendo nosotros salido triunfadores en una consulta electoral que se ha convertido en ejemplo de pulcritud, pues aunque el gobierno que nos antecede se originó en nuestro propio Partido Revolucionario Dominicano, en ningún momento obtuvimos, ni tampoco solicitamos, los recursos gubernamentales o la fuerza del poder, para favorecer nuestra elección.”