Con la reciente victoria del senador por el estado de Georgia, Raphael Warnock, del Partido Demócrata, sobre la exestrella del fútbol americano Herschel Walker, en representación del Partido Republicano, se cerró el ciclo de las elecciones legislativas o medio-término en los Estados Unidos que nos arrojan resultados muy interesantes en un contexto geopolítico y geoeconómico muy convulso.
Con la victoria del senador Warnock, los demócratas obtuvieron un escaño en el Senado y dos escaños en la gobernación en las primeras elecciones intermedias del mandato del presidente Biden. Es la primera vez desde 1934 que el partido de un presidente gana en ambas elecciones en unas elecciones de medio término.
De acuerdo con datos ofrecidos por la firma encuestadora Gallup desde 1970 a la fecha, cuando un presidente de los Estados Unidos se encuentra con una tasa de aprobación por debajo del 50%, esto se traduce en una pérdida neta promedio de 33 escaños en la Cámara de Representantes. Sin embargo, en estas elecciones donde la aprobación del presidente Biden se encuentra en un 44%, su partido solo perdió nueve escaños en la Cámara de Representantes. A lo largo del último siglo, solo tres mandatarios estadounidenses han perdido menos de 10 escaños en la Cámara baja y cero pérdidas en el Senado: Franklin Delano Roosevelt en 1934, George W. Bush en 2002 y Joe Biden en 2022.
Aunque parezca inverosímil, la administración del presidente Biden desafió las probabilidades de un escenario perfecto para que se diera la tan esperada “marea roja” por parte de los republicanos: la inflación se encuentra en su nivel más alto desde 1982, el 51% de los votantes que sufragaron sus votos lo hicieron motivados por el tema económico. Desde el 2006, en las elecciones legislativas los votantes independientes tienden a votar en un 15% más por el partido opositor, en esta ocasión los demócratas ganaron el voto independiente con un 49% en contra de un 47% por parte de los republicanos. ¿Por qué con una economía donde impera una espiral inflacionaria y un presidente que es cuestionado por su longevidad y su capacidad cognitiva para dirigir el país su partido obtuvo resultados históricos en estas elecciones? Donde los predecesores provenientes de su partido perdieron una cantidad abismal de escaños en la Cámara de Representantes. En 1994, el entonces presidente Bill Clinton contaba con una aprobación de su gestión gubernamental de un 46% y su partido terminó perdiendo 54 curules. En el año 2010, el presidente Barack Obama contaba con un respaldo a su gestión de Gobierno de un 45%, y esos comicios los demócratas perdieron 63 escaños en la Cámara baja.
La respuesta a esta interrogante solo tiene una variable: Donald Trump. El pasado martes 8 de noviembre quedó una vez más que demostrado que la sociedad estadounidense rechaza el trumpismo. Sin dudas, el gran derrotado de esa noche del martes 8 de noviembre fue Donald Trump, que esperaba afianzar su liderazgo con la supuesta "marea roja". Esto es un claro indicativo de que: si los republicanos quieren regresar a la Casa Blanca en 2024, deben moverse fuera de la lógica del trumpismo y elegir un candidato que pueda construir una coalición, y alguien dentro de ese partido que demostró ser capaz de lograrlo fue el Gobernador del estado de la Florida: Ron DeSantis.
Aunque DeSantis es de extrema derecha, es un Trump ilustrado sin sus exabruptos y con formación académica, que logró ganar en los condados más diversos de su estado, que son una representación del país como Pinellas, y ganó en Miami Dade, donde un republicano no ganaba desde 2002. A diferencia, de los candidatos que enarbolaban la bandera del Trumpismo donde ninguno pudo obtener un escaño en el Senado ni obtener un triunfo en las secretarias de estado en algunos estados en disputa. En el caso específico del estado de Georgia, todos los candidatos republicanos obtuvieron triunfos contundentes en las elecciones de ese estado con la excepción del protegido de Trump, Herschel Trump. El común denominador de los candidatos republicanos que obtuvieron triunfos resonantes: rechazan de plano el trumpismo y no se hacen eco de teorías conspirativas de que las elecciones presidenciales del 2020 fueron fraudulentas en detrimento de Donald Trump.
En definitiva, el panorama político de los Estados Unidos nos brinda la oportunidad para que en ambos partidos surja un nuevo liderazgo que abrace los valores genuinos de esas organizaciones políticas. De igual manera, quedó demostrado que al trumpismo se le puede derrotar con una oferta de políticas públicas progresistas, y en esa dirección deben mirar los demócratas para volver a recuperar el voto de la clase blanca trabajadora como ocurrió con los triunfos resonantes de John Fetterman y Josh Shapiro, en el estado de Pennsylvania para el Senado y la gobernación, respectivamente.