Se ha dicho que el amor mueve montañas y que somos capaces de todo cuando nos enamoramos ¿será cierto? Muchas historias reales o no lo confirman. ¿Quién no conoce la historia trágica de Shakespeare, Romeo y Julieta, en que las rivalidades entre familias hacen imposible aquella relación que termina en la muerte de ambos?

El amor ha inspirado, y continúa haciéndolo, a poetas y dramaturgos, haciendo sentir a los demás la experiencia internamente vivida. Muchos de ustedes recordarán aquella canción escrita por Manuel Alejandro e interpretada por Raphael “Hablemos del amor”. Por si acaso… RAPHAEL Hablemos del amor, Eurovisión 1967- www.raphaelfans.com

Conocí personalmente al poeta cubano del amor, para muchos más bien del desamor, José Ángel Buesa. Recuerdo sus poemas del renunciamiento, de la despedida, del domingo triste, de la culpa y del secreto, que escuché muchas veces en la voz de Juan Llibre, brillante declamador dominicano, los cuales aprendí y recité en la escuela.

La psicología me puso en contacto con muchas explicaciones que se han dado para comprender este comportamiento que igual irrumpe en hombres y mujeres, traspasando barreras culturales y sociales. Veamos algunas referencias y tal vez ayuden a encontrar nuevas preguntas o respuestas sobre un tema eterno: el amor.

Para la Asociación Americana de Psicología, el amor es una emoción compleja que involucra fuertes sentimientos de afecto y ternura, sensaciones placenteras en su presencia, devoción a su bienestar y sensibilidad a sus reacciones hacia uno mismo, incluso. Definitivamente que son múltiples los propósitos y los objetos del amor.

“El amor tiene una gran importancia en nuestras vidas, tanto en el ámbito personal – es el culpable muchas veces de nuestra felicidad o desdicha y motiva buena parte de nuestras conductas- como en el social – suele ser la base de la pareja y a su vez, de la estructura social básica: la familia”. Yela García en El amor desde la psicología social.

Eduardo Punset, en su libro El viaje al amor: las nuevas claves científicas, señala: “Los secretos del amor se habían interpretado siempre desde los campos de la moral o la literatura. “El amor es ciego”, se decía, pero hoy empezamos a saber que se mueve por razones evolutivas y biológicas extremadamente precisas”. ¿Reduccionismo?

Desde esa perspectiva y en un tono un tanto jocoso, Punset agradece: “A las bacterias, gusanos, ratones y primates que nos han descubierto los secretos del amor a los humanos”. Plantea que el amor es una emoción básica y universal, una razón que nos impulsa a la fusión, sin que signifique, únicamente, la reproducción sexuada.

Para Erich Fromm, en cambio, el amor es un arte, y así llama su obra que ha traspasado generaciones: El arte de amar. Reconociendo que es un sentimiento complejo, cree que se aprende a amar, pues es un acto deliberado que busca la excelencia y de ahí la necesidad de “amar con inteligencia y de forma plena”.

Para el filósofo humanista y psicólogo, el amor no supone poseer a la persona amada, pues es una unión que no implica perder la individualidad; es lo que él considera el amor maduro, a diferencia del amor inmaduro que se manifiesta como unión simbiótica en la que uno requiere “por necesidad” de la otra persona.

Quizás es pertinente señalar que para el año 2011 el libro de Fromm, publicado por Paidós por primera vez en español en el 1959, había alcanzado la edición número 100. ¡Vaya que ha generado interés el libro de Fromm!

Por su parte, Robert Sternberg en 1986, propuso algunas consideraciones acerca del amor en su “Teoría triangular del amor”. Sugiere que hay tres componentes: la Intimidad, la pasión y la decisión/compromiso:

Mientras el primero abarca los sentimientos de cercanía, conexión y vinculación que se experimentan en las relaciones amorosas, el segundo, los impulsos que conducen al romance, la atracción física y la consumación sexual y el tercero, a corto plazo, trae consigo la decisión de que uno ama al otro y a largo plazo, el compromiso de mantener ese amor.

Para Stemberg “la cantidad de amor que uno experimenta depende de la fuerza absoluta de estos tres componentes, y el tipo de amor que se experimenta depende de sus fortalezas relativas entre sí”. Esta teoría quizás puede contribuir a comprender mejor la relación de pareja, aunque no exclusivamente.

John Alan Lee, psicólogo canadiense, enarbola la Teoría de la rueda de colores o la teoría de los colores del afecto, la cual parte del supuesto de que de la misma manera que como ocurre con los colores también hay tres tipos de afectos primarios: pasión (color rojo), compañía (color azul) y respeto (color amarillo).

Hace uso de un modelo gráfico en forma de rueda con un triángulo en su interior y una serie de tipos de amor: tres primarios, tres secundarios y nueve de un tercer nivel.

Los tres primarios o del primer nivel según Lee serían: el amor erótico (con un componente erótico o sexual); el ludus (efímero y solo buscando pasarlo bien); el storge (en que se asume un compromiso de mayor permanencia y generando una relación de mayor lealtad).

Los tipos secundarios son: el maníaco (amor que roza la locura, la obsesión y la dependencia insana); el ágape (su base es el altruismo y caracterizado por el sentimiento desinteresado y puro, amando sin esperar. Lo relaciona con lo religioso); el pragma (movido por intereses y expectativas). El terciario una combinación de los anteriores

John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista, desarrolla la Teoría del apego, centrada en la vinculación afectiva entre dos personas. Es un tipo de amor familiar como el que se genera entre los padres con sus hijos. Los primeros años son cruciales para el establecimiento de dicho vínculo y las diferentes formas que puede llegar a tener.

Bowlby identifica cinco tipos de apego: el óptimo (apego seguro y en el cual el infante se siente seguro y cuidado, permitiéndole explorar su entorno); el ansioso (generado por la sobreprotección); el ambivalente (caracterizado por su inconsistencia); el evitativo (el cuidador no llega a cubrir las necesidades); y el desorganizado (donde impera la negligencia como los malos tratos).

Como decía antes, es solo una pasada por algunas explicaciones en el campo de la psicología y es evidente lo señalado por Asociación Americana de Psicología, es un tema complejo que de seguro seguirá motivando la búsqueda de nuevas explicaciones para comprenderlo.

Algunos me dirán que no olvide lo dicho por Pablo en la I Carta a los Corintios: el amor todo lo puede, todo lo cree y todo lo espera; es paciente y bondadoso, comprensivo y servicial. No es envidioso y menos jactancioso. No es orgulloso ni grosero, tampoco egoísta. No es rencoroso. No se goza de la injusticia, pero sí de la verdad…

Solo desearte vivirlo a plenitud para beneficio propio y de quien o quienes son el motivo de tu sentimiento.