Mortecinas han estado algunas almas
inundadas de escasez de fuego, de chispa,
¿añoranzas?
¿desconexiones?
¿el COVID 19?
Pero llegó la Navidad, llegaron las palomas,
los pasos en los vecindarios, las contradicciones,
los amores, los desamores…
somos el Caribe.
Las palomas no saben de almas mortecinas,
de poco brillo,
y atraviesan los caminos de cemento
indiferentes a las vecinas que temen a que ensucien
se permiten pasos, vuelos;
están confiadas
brilla el sol sobre sus alas…
entonan las almas en Navidad
caminan sin tiempo, sin miedo…entre miles de colores.
Se saborean pasos junto a ellas
vibraciones
recuerdos
agradecimientos, ancestros, sabiduría.
No más caminar en solitario
estamos en la Navidad del Caribe
junto al sol, a las estrellas, a los bailes, a las brizas
está la alegría, el balcón,
las calles, las ventanas, el samán
los vecindarios, el baile, la alegría y la tristeza…
Se echa tierra al desamor
se prestan oídos, se abren sonidos,
se hunden las pupilas para sacar tristezas;
colchoncito somos, a veces,
o descanso, o brillo en los ojos
o dibujos en las nubes
o palabras.
Se desarrugan las camas
huelen las flores
acontece la suavidad en el pelambre de los gatos
son caricias sus pelos sobre los dedos de los pies
caricias diversas, inclusivas,
miles de lucecitas por doquier con miles de colores
es Navidad, es música, vuelos, es el agua, son los mares, es el Caribe.
Continuas miradas renovadas
la esperanza en cada instante
solo hay tiempo para amar
lo que pasa es que en Navidad
las conexiones tienen lucecitas más intensas
es empatía, amor…