En su conferencia sobre ‘El imperialismo norteamericano’, Lugo refuta la tesis de que el imperialismo yanqui tiene ‘fundamentos sobrenaturales’, se decía que: ‘América, al extender su dominio está llevando adelante una profecía de la Biblia’ / ‘la profecía de Daniel’, dominar el mundo seria el ‘destino manifiesto de los yanquis’.
Lugo caracterizó al imperialismo: ¡Terrible cosa es el imperialismo! “Los caracteres del imperialismo Norteamericano son los siguientes: tiene por objeto el sometimiento de Estados (…) avaricia ciega por mercados, por minas, por la explanación y monopolio de todos los recursos naturales de todos los países débiles, por todo lo que produzca el oro, metal del que son insaciables; su forma es la penetración pacifica, prestando dinero, comprando tierras, fomentando empresas y revoluciones, creando animosidad entre los demás Estados e impidiendo celosamente su confederación, en una palabra, la expansión comercial, abriendo camino a la injerencia en los asuntos interiores, a la oferta o imposición de sus buenos servicios, a los abusos de toda clase, a la intervención y finalmente a la ocupación militar, a la mediatización en toda forma, al protectorado, la conquista y la anexión, con una brutalidad primitiva en los medios y una infatuación y un mal disimulado desprecio constantes e intolerables”.
En cuanto a la segunda consecuencia, la ruptura política de Lugo con la clase dirigente, fue provocada por la traición al país, por la actitud de colaboración/sumisión al invasor de esta clase, el patriota tempranamente denunció el ‘colaboracionismo criollo’: “Al regresar del extranjero, en vez de dominicanos indignados, he hallado un pueblo indiferente. En vez de un gobierno a la altura de su deber, he encontrado Secretarios de Estado acobardados ante el invasor, o bien hallados con él (..) a la sombra de las armas americanas (…) y un Congreso en general incompetente, profundamente dividido por enconadas pasiones o asquerosos intereses, y completamente despreocupados del peligro nacional que nos envuelve: es decir, un Gobierno que, por interés en unos, apasionamiento en otros y falta de patriótica nobleza en todos, está sirviendo a maravilla los antinacionales intereses americano.
Cuando creía hallar dos bandos, uno compuesto por todos los dominicanos, otro compuesto por todos los americanos, he encontrado dominicanos fraternizando con americanos para perseguir a otros dominicanos. He oído decir que los dominicanos perseguidos son rebeldes y enemigos de la República, y que los americanos que los persiguen son leales y amigos de ella. ¡Cómo! Decía yo. ¿Los americanos son leales? Esto es el mundo al revés!”.
Lo expresó sin rodeos: “Las corrientes del Imperialismo Yanqui han arrastrado ya a los ‘Jefes de Partidos’ y a los ‘Representativos Dominicanos’ (…) El pueblo no debe aceptar que los Jefes de Partidos y los ‘Representativos’ ni ninguna agrupación de ciudadanos, cualquiera que ella sea, nombre un presidente de facto provisional como resultante de un entendido siquiera tácito con el gobierno norteamericano, porque perderá su soberanía”.
Para el nacionalismo dominicano dirigido por Lugo la lucha antiimperialista no terminó con la desocupación, el 28 de diciembre de 1924 aprobaron los principios del Partido Nacionalista, esta organización tuvo como ‘primer propósito’ abogar ‘por la anulación de la Convención de Validación de la legislación militar surgida de la Ocupación Norteamericana y de las leyes que tratan de afianzarla; por la aplicación del principio americano de arbitraje para la solución del insólito caso de la ocupación de la República Dominicana por los Estados Unidos de América”; incluso los nacionalistas dominicanos se plantearon conseguir ‘la reparación de los daños de todo genero causados por la injusta ocupación del territorio nacional’.
La postura nacionalista de Lugo recibe valoraciones, Hugo Tolentino sostiene que el nacionalismo de Lugo “encuentra su explicación” en el hecho de que la clase social a la que pertenecía Lugo se consideraba heredera de la hispanidad y, por lo tanto, con derecho a ser la “clase directora” “y a trazar las pautas para que los dominicanos pudieran ser una nación”, se “creían la clase vocacionada al poder”, se oponían al ocupante porque se sentían desplazados del poder, en el derecho a mandar sobre el pueblo residía su contradicción de clase con el imperialismo yanqui: “Ahí radicaba (…) su contradicción frente al invasor”.
Tolentino considera que el nacionalismo de Lugo estaba muy distante del nacionalismo de Duarte, Sánchez y Luperón. Duarte: “no creyó nunca en la incapacidad racial o cultural del pueblo”, él comprendió el fondo del problema que impedía el nacimiento de un Estado libre y soberano, es decir, de la plena democracia: “En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer del pueblo dominicano, logrando siempre, por medio de sus intrigas y sórdidos manejos, adueñarse de la situación y hacer aparecer al pueblo dominicano de un modo distinto como es en realidad; esta fracción, o mejor diremos esa facción, es y será siempre todo, menos dominicana”.
Para Franklin Franco el nacionalismo de los ideólogos de las ‘clases poderosas’ / ‘oligarquía dominicana’ / ‘altas clases’ (José R. López, F. G. Godoy, A. Lugo) es un fenómeno ‘extraordinario y un tanto difícil de entender’, no obstante; Franco intenta dar explicaciones ‘fundamentales’: “Inútil es tratar de buscar sentimientos verdaderamente patrióticos en la oposición de la oligarquía contra la intervención de 1916. Se trata, pura y simplemente, de una reacción de clase, dirigida a garantizar su supervivencia”. Se afirma que desde la óptica del ‘nacionalismo culturalista’ Lugo ‘esbozó postulados antimperialistas que lo acercaban a postulados de las organizaciones periféricas de la Internacional Comunista, al establecer una relación entre las corporaciones capitalistas y el imperialismo’.
Por su conducta política de cara al invasor la figura histórica Lugo es altamente valorada, Horacio Blanco Fombona afirma que Lugo fue “hombre que vivió en actitud de un paladín del patriotismo”/“cuando la patria ha necesitado el consejo de sus hijos más eminentes, la voz de Américo Lugo se ha dejado oír, no como la de un profesional de la política, que busca medro para bastardos interese, sino como la de un probo pensador, que ama por sobre todas las cosas, a su patria, que tiene, a toda hora, presentes, para defenderlos con la fogosidad de un tropical, los intereses permanentes de la nacionalidad dominicana”.
Para Rufino Martínez Lugo ‘fue campeón del nacionalismo puro e intransigente’. Para Balaguer, Lugo es un ‘hombre que vivió en la actitud de un paladín del patriotismo’. Jimenes Grullón sostiene que Lugo ‘era la figura cimera’, el ‘propulsor y mentor’ del movimiento nacionalista y que ‘alentó siempre el sentimiento patriótico (…) forzoso es ver en él a un nacionalista sincero y consecuente’. Franklin Franco dice que Lugo “se situó como un autentico representante del nacionalismo dominicano”. Según André L. Mateo: “Américo Lugo resiste la ocupación yanqui (…) convirtiéndose en “la figura más pura del nacionalismo dominicano”/“el más puro espíritu del nacionalismo dominicano”.
Para Frank Moya Pons, Lugo ‘fue, ante todo, un patriota ejemplar’. Roberto Cassá afirma que Américo Lugo “estaba animado por un espíritu patriótico genuino”, que Lugo tiene ‘la gloria de ser el primer adalid de la resistencia nacional’ / ‘Concibió dotar al nacionalismo dominicano, del cual fue adalid intelectual, de un sustento histórico cultural hispanista’. Miguel Ángel Fornerín visualiza a Lugo como el fundador del nacionalismo dominicano contemporáneo.
Desde aquí: Gloria eterna al hombre que armado con el Derecho, la moral y la justicia defendió la independencia y la soberanía absoluta de nuestra República, para el nacionalista y antiimperialista que enseñó que: “Todo es preferible a la intervención extranjera, preferible la tiranía, preferible las revoluciones, preferible la miseria, preferible la muerte. Apresurémonos a erguirle una estatua al último de los caciques y a reconocer que nuestros verdaderos héroes son los que defienden la tierra contra el extranjero” / ‘no hay tarea más noble, para un hombre de corazón, que defender a su pueblo, cuando este, por ignorancia, por miseria y por vicios políticos, no sabe defenderse de sus explotadores nacionales y extranjeros’.
Tal como lo indicara el mismo Lugo: “con quienes se desvelaron por defender la independencia, el decoro y los más grandes intereses de la República, para ellos la veneración es el único sentimiento digno del pecho dominicano”.
Consultas:
Joaquín Balaguer (1980), Américo Lugo.
Horacio Blanco Fombona (1920), Lugo ante la Comisión Militar
Roberto Cassá (2000), Américo Lugo.
Roberto Cassá (2013), Lugo: entre positivismo e hispanismo.
Franklyn J, Franco (s/f), Américo Lugo ideólogo de las clases poderosas.
Juan I. Jimenes Grullón (1981), Sociología Política Dominicana (1898-1924). Vol. II. Cap. XXIV.
Julio Jaime Julia (1976), Antología de Américo Lugo. Tomo I.
Américo Lugo. Obras Escogidas. 3 tomos. Biblioteca Clásicos Dominicanos. Manuel Rueda/selección.1993.
Rufino Martínez (1971), Diccionario Biográfico-Histórico.
Andrés L. Mateo (1993), La deuda de una generación con Américo Lugo.
Frank Moya Pons (2009), Historiadores y Patriotas.
Hugo Tolentino (1967), La raza y la cultura en la idea de lo nacional en Américo Lugo. Colección Conferencias. Num.15. vol. CXLI.