El racismo de Lugo se expresa en tres niveles, primero en la infravaloración étnica del pueblo dominicano que en su opinión es es un ‘organismo creado por el azar de la conquista con fragmentos de tres razas inferiores o gastadas’, segundo en la hispanofilia en virtud de la cual siempre creyó en ‘las ventajas de la raza’ hispánica, y, un tercer nivel, también se expresa en que, en sentido general, también creyó en la superioridad de la raza blanca, en su texto ‘Por la razaLugo repite: “siendo, naturalmente, las excelencias de la raza blanca las que al fin preponderaron sobre las virtudes menos fuertes del negro y el indio”. Lugo hace la semblanza de Ulises Heureaux al que caracteriza como ‘Negro por los sentimientos y el color, blanco por los modales’.

En 1919 Américo Lugo pronuncia el ‘Discurso de la raza’, Lugo reconoce el fenómeno histórico de la mezcla de las tres razas (blanca, aborigen y negra) que se encontraron por primera vez en nuestro suelo natal, pero lo hace desde una perspectiva abiertamente racista, para él el mestizaje fue una bendición de Dios, aquí: ‘sucedió el particular y dulce gobierno colonial’, en ese ‘particular y dulce gobierno colonial’ se produjo el mestizaje racial: “Mezcláronse las tres razas (…) siendo naturalmente las excelencias de la raza blanca las que al fin preponderaron sobre las virtudes menos fuertes del negro y del indio” y, así, se ‘formó en todo el nuevo Mundo hispano’, y: ‘Un solo pueblo, pueblo español por la raza, el idioma, la historia, el carácter, las costumbres’. Sí, eso postula la hispanofilia racista que somos un solo pueblo formado por España y ‘la España americana’/‘la América española’. Antes de la independencia los pueblos de América ‘formaban una sola familia, una sola nacionalidad española’.

Ese racismo hispanófilo, presente en el pensamiento de Lugo, tiene algo de paradójico, en primer lugar como patriota tuvo que enfrentar el racismo de los yanquis, quienes apoyaban la ocupación en el racismo: “A pesar de la mentida y decantada inferioridad de la raza, hemos mostrado mayor capacidad política que ellos, oponiendo (..) una resistencia pasiva inteligente”.

En segundo lugar, Lugo, en cierta medida, superó el racismo, prueba de ello es la valoración histórica que como estudioso de la historia patria hizo de la familia Sánchez, quienes descendían de ex esclavos negros: “Cuando la hora de la creación de la República Dominicana hubo llegado, existía ya lo necesario; una familia prócer, y un vástago genial, Francisco del Rosario Sánchez” / “Ninguna familia, a nuestro humilde juicio, a caso en toda América, tuvo más vocación patriótica”/“El hogar (…) de la familia Sánchez fue el principal hogar del patriotismo dominicano que creó esta República nuestra”.

Es familia de próceres: ‘Narciso Sánchez, prócer dominicano que dio a su hijo el ejemplo de la conspiración contra Haití, cuando este tenía sólo seis años de edad’, ‘entre los ascendientes de los héroes de nuestra emancipación política’ Narciso Sánchez ‘es tal vez la más alta figura prócer’, fue ‘uno de los hombres más decididos de la Puerta del Conde’. María Trinidad Sánchez ‘de carácter belicoso y heroico’ ‘es heroína ella misma de la belleza moral deslumbradora’. Lugo encuentra que el más prominente de esa familia negra lo es Francisco del Rosario Sánchez, hijo legitimo, de singular inteligencia, es el fundador de la República Dominicana: “La dominación haitiana no logró modificar el genio dominicano ni quebrantar la unidad espiritual; y cuando preparó los ánimos, el libertador Francisco del Rosario Sánchez dio a su pueblo la independencia política a que aspiraba’.

Francisco del Rosario Sánchez es ‘el más grande de los dominicanos’ el que ‘separó a su pueblo de Haití’, es ‘en fin, el realizador y cadillo de la Separación’,‘ la patria fue ‘creada por Francisco del Rosario Sánchez’. En julio/1928, Lugo publica un bosquejo para una biografía del ‘gran revolucionario’ Francisco del Rosario Sánchez, afirmaba que ‘el patriotismo del (…) héroe del Conde y mártir del Cercado (…) estaba en su sangre y en su espíritu. Sánchez había bebido de próceres que no parece que ninguna familia dominicana haya superado antes ni después del período de la independencia’.

En diciembre/1943, Trujillo, a propósito del discurso que pronunciaría con motivo del primer centenario de la fundación de la República, consulta la opinión de Lugo sobre el debatido asunto de los padres de la patria, el 7 de enero de 1944 en carta al ‘Generalísimo’ Lugo respondió: ¬¬ “puedo, por lo menos, complacer a Ud. en lo que al punto 1 concierne, o sea el “elogio de los padres de la Patria”, y “acerca de la forma en que deben ser destacadas las actuaciones de Duarte, Sánchez y Mella y de la posición que a cada uno de ellos debe atribuirle la gratitud nacional”.

Lugo expone su humilde parecer: “de todos conocidos por haberse publicado, en marzo de 1934, en la prestigiosa revista Bahoruco (…) Allí digo, con sumo recato y miramiento, que no hay sino un Padre de la Patria Dominicana: Francisco del Rosario Sánchez. Él es quien encarna la Independencia. Si se le suprime, sería absolutamente imposible escribir la historia de ésta: cuando llegásemos al punto culminante, tendríamos que callarnos, porque no se habría realizado el 27 de Febrero. Todos los demás próceres hicieron esto o aquello: Trinitarias, Trabucazos, etc. Pero Francisco del Rosario Sánchez es quien asume la inmensa responsabilidad creadora, y desde una almena del Baluarte, espada en mano, proclama, el 27 de Febrero de 1844, a la faz del mundo, la Separación, es decir, la República. Sánchez “no necesita” de la historia, como Duarte y Mella. Es la Historia la que “necesita” de Sánchez.

Como se ve, la prueba es obvia. Sánchez no ha menester “papeles”. Su nombre está más allá de los registros auténticos, porque está en la raíz misma de las cosas. Él mismo lo dejo escrito con su propia mano y con su propia sangre en el corazón de su pueblo, fue el único que poseyó conjuntamente genio, valor y decisión; don de heroísmo y espíritu de sacrificio. Duarte es un precursor y un apóstol; Mella, un teniente bizarro y denodado. Pero Sánchez brilla en el cenit.

Duarte es el visionario; es Catón que constantemente predica Delenda Cartago, y organiza el Partido Separatista que allanó el camino a Sánchez. Sánchez es Escipión el Africano que, cuando la inopinada presencia de Riviere aventó y destruyó los elementos acumulados por Duarte, y éste fue a parar al extranjero, halló escondite en un sepulcro; y desde allí, fantasma de la libertad, a favor de las sombras de la noche metió únicamente, como equipaje hacia la gloria, los sucesos de Duarte y los restos destrozados y dispersos del naufragio del 43; y acompañado de una cincuentena de Trinitarios, la menos marcial y peor armada milicia que haya existido jamás, subió serenamente las gradas del Baluarte y proclamó, cara a cara del Gobierno haitiano, la independencia de Santo Domingo. Tenía 27 años de edad. Desde entonces San Martín y Bolívar le contemplan con asombro, porque ningún hecho audaz de la Independencia de América supera esta proeza digna al par del Quijote y de la Ilíada, y la portentosa conquista de las Indias sólo puede oponerle la admirable hazaña de la isla de Gallo y Piura; que por ello da España los hombres más impávidos del mundo. Sánchez está de pie sobre la epopeya de América, lo mismo que Pizarro. En cuanto a la Independencia, pues, de la República bien se podría afirmar que “sólo él es”, como de Tiresias decía Homero”.

En síntesis, para Lugo la gloria de Francisco del Rosario Sánchez es la más grandiosa: ‘todo dominicano debe (…) imitar a Francisco del Rosario Sánchez: envolverse en la bandera nacional como en un manto de pureza, después de ofrendar a la Patria intereses, reposo, familia y existencia, y morir gritando ¡Viva la República Dominicana!

Finalmente, en 1925 Lugo redactó los principios del Partido Nacionalista, y, si bien es cierto que este documento recoge una idea esencial del racismo entonces predominante: “La inmigración tiene aquí la importancia de los cimientos en el edificio”; también lo es que aprovechó la ocasión para ofrecer otro testimonio de superación del racismo al proponer que la escuela dominicana se fundara ‘bajo la inspiración de un enérgico sentimiento de los deberes públicos y de la solidaridad racial’.

Consultas

Vetilio Alfau Durán (1949), Américo Lugo Antología.
Julio Jaime Julia (1976), Antología de Américo Lugo. Tomo I.
Américo Lugo (1920), Por la Raza.
Américo Lugo (1993), OBRAS ESCOGIDAS.
Para todas las citas de Américo Lugo sobre la familia Sánchez ver: ‘María Trinidad Sánchez’. /RDH/259-61. ‘A propósito del 4 de julio. Francisco del Rosario Sánchez (Plan para un estudio biográfico)’. /RDH/279-87. Carta de Lugo a Trujillo. JJJ/III/28-33. Declaración de Principios del Partido Nacionalista. OBRAS ESCOGIDAS. /3/225. Libertad. JJJ/II/272. Nota: En 1934, en la revista Bahoruco, Lugo publicó una serie de artíiculos sobre Francisco del Rosario Sánchez.