La hispanofilia / hispanismo/ hispanidad es el discurso racista de adoración a España, bajo esta ideología España es considerada la ‘gloriosa nación’, la única ‘Madre Patria’ de la América hispana, entre nosotros el hispanismo se sustenta en la falsa tesis de que la esencia de la identidad nacional dominicana (raza y cultura: lengua, religión, costumbres y tradiciones) reside en el ‘tronco hispánico’, los hispanófilos afirman que por tener esas ‘raíces hispánicas’ los dominicanos somos el pueblo más español de América, esa idelogia fue impuesta durante la colonización y conquista española.
Recordemos que Lugo se reconocía de ‘temperamento ultra español’: “España es la única ventana por donde ha entrado en mi espíritu la luz del mundo”, la hispanofilia aparece en su juventud, desde entonces será un rasgo predominante de su personalidad y de su pensamiento sociopolítico, se repite hasta la saciedad y le acompañará hasta su último día de vida.
A finales del siglo XIX (1889-99) Lugo escribe: España es ‘augusta’, ‘pueblo rey moderno’, ‘dios en la historia’, es una ‘gloriosa nación’ ‘goda, hija del clero (…) fue la más poderosa encarnacion del régimen militar’, régimen ‘nulo como sistema de organización política’. El mundo se moderniza con el ‘reigen industrial, mientras ‘España permanece estacionaria’. España tiene un destino: ¡el más grande, el más glorioso que a nación alguna fue dado!
Pero, la defensa del derecho de Cuba a la independencia nacional lo lleva a criticar a España y a su política/sistema colonial; dice que España ‘no está (…) en condiciones de colonizar ni de seguir colonizando’ y cuando ‘estuvo en condiciones de hacerlo, no supo hacerlo. Civilizaciones destruyó, oro absolvió a torrentes: ensordeció los aires con el estruendo de las armas, con los ayes del exterminio, y campos fueron (…) de su avaricia y su crueldad’/‘España no sabe colonizar’. España colonizó apoyada en ‘monstruos como Bobadilla, Ovando, Pedrarias, Goyeneche, Monteverde’. La política colonial española es un ‘hecho histórico’ que Lugo rechaza ‘como procedimiento político’. Después de aquí desaparece la crítica al colonialismo español acentuándose la hispanofilia: ‘Lugo descartó la crítica al coloniaje para ver en él el fundamento del ser dominicano’.
En 1900, Lugo publica ‘Salve España’, breve escrito de entrañable amor a España a la que estima como el único camino cierto de la vida y de la muerte. Amar España era para Lugo una cuestión de fuerza mayor. En 1901, Lugo evaluaúa el proceso histórico de formación de la nacionalidad dominicana, este proceso ha sido orientado por el espíritu español: ‘la primera afirmación incontestable y notable proeza de la nacionalidad o sea del pueblo dominicano como personalidad propia y diferenciada de toda otro pueblo, aún del mismo que es su progenitor insigne, fue la Reconquista, efectuada contra los franceses en 1809’, con ella se ‘impuso a la Madre Patria’.
Con ‘ese mismo espíritu’ el pueblo dominicano ‘dio en 1821 un paso hacia la independencia política, aspiración necesaria a toda nacionalidad en formación y que luego de realizada se convierte en condición vital sin la cual el espíritu nacional decae, languidece y muere’. Ese mismo espíritu que ya era español resistió la embestido haitiana: “La dominación haitiana no logró modificar el genio dominicano (que ya era español) ni quebrantar la unidad espiritual; y cuando preparó los ánimos, el libertador Francisco del Rosario Sánchez dio a su pueblo la independencia política a que aspiraba’.
Desde la óptica hispanófila, Lugo considera que el pueblo dominicano es de mente abierta ‘a todo sana influencia extranjera’ pero ‘el fondo de su cultura, aunque todavía deficiente desde el punto de vista político (…) permanece siendo española, basada en la lengua, en el culto, en las costumbres, en la herencia, en la historia, en las tradiciones y recuerdos’. A España estamos ‘asociados (…) en la obra, sin igual, del descubrimiento, población y colonización del Nuevo Mundo, desde los primeros días de la invasión de América, nuestra misión histórica ha sido gloriosa y útil a la humanidad’. De nuesros sentimientos hacia España ‘dan cuente nuestra ejemplare fidelidad a la madre patria, nuestra conducta, tan fina y leal con ella’.
De ese pueblo ‘progenitor insigne’ heredamos ‘el carácter heroico. Noble y desinteresado que se refleja de un modo claro y visible en la historia de la República Dominicana’, hemos conservado ‘la civilización que nos transmitió la nación que era, al crearnos, la más adelantada de Europa’ y los dominicanos ‘somos fieles depositarios y guardianes de la civilización española y latina en América’: ‘por consiguiente, como nacionalidad, superiores en algunas cosas a los norteamericanos ingleses que ahora pretenden ejercer sobre nosotros una dictadura tutelar’.
En 1910, desde París, a propósito de la muerte de Manuel de Jesús Galván, Lugo confiesa que España es “la cuna de la raza”; su españolismo es radical: “Por hombre menguado e hijo ingrato tengo al hispano-americano que insulta a España; por insensible e ignorante, al que no la ama; y por grandeza moral y patriotismo verdadero el santo amor de los que ven en ella la madre, la razón de ser, la savia de vida, el apoyo desinteresado y la esperanza/Si me fuese permitido hablar de mí, sabría decir que me siento cada día más español, cada vez más orgulloso de pertenecer por origen -¡y por el porvenir!- a un pueblo que, con sólo conocerle, ha resucitado en mi alma aquel ya casi perdido amor que de niño me inspiró mi madre hacia la humanidad por lo que ésta tiene de noble, de hidalguía, de hospitalaria, de desinteresada; a una nación que es el último refugio y abrigado asilo del ideal (…) si algún día (…) la República Dominicana dejase de ser y yo pudiera sobrevivir a tan tremenda desgracia, buscaría mi único consuelo en el regazo de España, mi patria por la raza, el habla y la historia”.
En 1916 cuando Lugo decidió retornar al país lo hizo para trabajar por España, regresó y poco tiempo después, julio de 1917, por sus diligencias y orientación funda la Casa de España. Peña Batlle asocia este asunto de trabajar por España y entiende que esta fue la ‘última posición mental de Lugo’: “Trabajar por España, tratar de levantar los valores morales y sociales del hispanismo (…) era lo mismo que reconocer la necesidad política de fundar sobre la tradición y la historia el mejor sentido de la nacionalidad dominicana. La posición de Lugo resultaba, pues, negatoria de toda la influencia que hasta entonces había recibido él de su Maestro, el señor Hostos”, enfrentado al hecho de la ocupación Lugo definió un pensamiento políticonetamente hispanista. En esa tesitura hispanófila, Lugo: “Concibió dotar al nacionalismo dominicano, del cual se erigió en adalid intelectual, de un sustento histórico-cultural hispanista”.
En 1919 pronuncia el ‘Discurso de la raza’, un poderoso canto de sirena a España en el que se deja entrever que Dios le prometió a esta nación ‘el reinado del mundo’, prueba de ello es ‘el descubrimiento de América por España’, proeza ‘superior por sí sola a la suma total de hechos realizados por no importa que nacionalidad, antigua o moderna’ y que ‘podía servir para explicar victoriosamente tan peregrina profecía’: ‘el hecho insigne del Descubrimiento’ ‘no fue hijo del azar, sino debido al mayor grado de cultura de esa nación, en aquella época, respecto del resto de Europa’.
El descubrimiento de América fue una bendición divina: ¡que dicha para el mundo que fuese España, y no otra, la nación descubridora de América! Porque España es ‘Pueblo espiritual, religioso, democrático’, si hacemos abstracción ‘de la inevitable violencia del primer contacto’ España ‘respetó la vida de los vencidos indígenas, se cruzó con ella (…) iluminándola con la sagrada luz del Evangelio’.
De España recibimos bendiciones: “El mayor bien hecho por España al mundo es haberle dotado de un mundo nuevo en donde los hombres pudiesen vivir libremente una vida de derechos sin las trabas e inconvenientes con que la vida del derecho tropezaba y tropieza aún en Europa”. Otra bendición de Dios es el ‘particular y dulce gobierno colonial’/‘el patriarcal y dulce gobierno colonial’, ya que sirvió de marco político para se produjera el mestizaje racial: “Mezcláronse las tres razas (…) siendo naturalmente las excelencias de la raza blanca las que al fin preponderaron sobre las virtudes menos fuertes del negro y del indio” y, así, se ‘formó en todo el nuevo Mundo hispano’: ‘Un solo pueblo, pueblo español por la raza, el idioma, la historia, el carácter, las costumbres’.
Sí, eso postula la hispanofilia, que somos un solo pueblo formado por España y ‘la España americana’/‘la América española’. Antes de la independencia los pueblos de América ‘formaban una sola familia, una sola nacionalidad española’. En su visión hispanófila; Bolívar fue ‘el español más grande de su época’ / ‘un hijo piadoso y glorioso del más grande de los ciudadanos españoles’. Y, la guerra de la independencia sudamericana fue ‘una sublevación civil’ y con ella Bolívar ‘arrebató (…) al Gobierno español, su imperio colonial, entregando al pueblo español de América la dirección de su vida’, con esa visión la independencia fue simple ‘autonomía’, por cuanto: “El cetro real, supremo de América” lo empuña España, con ese cetro ‘domina y señorea’, por encima ‘de las aisladas soberanías’, a todas las Repúblicas hispanoamericanas “y así será por los siglos de los siglos”.
Los norteamericanos justifican su dominio sobre los Estados hispanos con la doctrina Monroe: “América para los norteamericanos”, frente a esta política imperialista Lugo piensa que “separados, la América española será presa de la América inglesa” y se pregunta: ¿Qué esperanza nos queda? contesta: “La esperanza, el remedio, están en volver a la tradición española”, esto es, la ‘vuelta a las antiguas comunidades’.
La propuesta es clara “la unión política de la raza hispanoamericana”, para enfrentar la hegemonía continental del yanqui: una confederación de ‘todas las naciones hispanas’/Estados hispanos con España, esta unidad hallaría su fundamento histórico en el hecho de que en esta América española ‘las Repúblicas (…) son también regiones de España’ y en ellas ‘el alma sigue siendo española’, es innegable la persistencia de los caracteres de la españolidad, el amor a la raza es innegable, porque en ellas son españoles los sentimientos, las costumbres, el hogar, “el pudor de nuestras mujeres, el pundonor, la hidalguía, la generosidad del hispanoamericano”.
Se impone la unidad: “es deber de todos esos Estados unirse políticamente en una confederación de Estados hispanoamericanos. Para ello es deber de todos ellos cultivar profunda y amorosamente sus relaciones de familia con España, estrechando esas relaciones hasta formar con ellas un verdadero lazo político”. Como producto de este ‘concierto con hispanoamérica’ se logra ‘la unidad nacional’ y España, en poco tiempo se colocaría ‘como potencia a la cabeza de Europa (…) al frente de las grandes potencias mundiales’, España es ‘nuestra madre amantísima (…) el odio a España se ha trocado en infinito amor’.
En síntesis, para enfrentar la hegemonía yanqui Lugo propone la Contra-Doctrina Monroe: ‘América para los españoles’ que será ‘la incomparable grandeza de nuestra madre patria’/“la hegemonía de la raza latina (…) reconociéndonos españoles (…) engrandeciendo la raza”.
En 1920 publica ‘Por la raza’, Lugo repite su canto a la hispanidad, que es una dicha para el mundo que haya sido España la que descubriera a América. España es un pueblo espiritual, religioso y democrático, Lugo la excusa de sus crímenes colonialistas: “aparte de la inevitable violencia del primer choque respetó la vida de los vencidos indígenas, se cruzó con ella, y enviando tantos misioneros como soldados, ilumínola con la sagrada luz del Evangelio. A los portentosos hechos de los grandes capitanes de la Conquista, sucedió el patriarcal y dulce gobierno colonial”.
Esos pueblos se independizaron; pero antes y después de la independencia lo que ha existido es “una sola nacionalidad española”, es la América española, formada por Repúblicas que “son también regiones españolas”, que permanecen gobernadas por España, Repúblicas que “a todas gobierna señorea, la firme y leal mano de España”, allí está el “cetro real, supremo” “y así será por todos los siglos de los siglos”.
En 1921, Lugo funda el periódico semanario Patria, en los editoriales de Patria expondrá al pueblo dominicano su ferviente nacionalismo hispanista, en el primer editorial de Patria: ´Debemos defender nuestra patria’ se predica que España es “la más noble nación de la tierra” y el pueblo dominicano tiene en España “su progenitor insigne”, los dominicanos: “Fuimos y somos el mayorazgo de la más grande entre las nacionalidades de la Edad Moderna”.
Los dominicanos: “somos fieles depositarios y guardianes de la civilización española y latina en América” / “Aunque abierta la mentalidad del dominicano (…) el fondo de su cultura (…) permanece siendo española, basada en la lengua, en la historia, en las tradiciones y recuerdos” / “De nuestros sentimientos dan cuenta nuestra ejemplar fidelidad a la Madre Patria, nuestra conducta, tan fina y leal con ella (…) y el carácter heroico, noble y desinteresado que se refleja de modo claro y visible en la historia de la República Dominicana. Hemos conservado la civilización que nos transmitió la nacionalidad que era, al crearnos, la más adelantada de Europa, y podemos afirmar, nosotros los dominicanos, que somos fieles depositarios y guardianes de la civilización española y latina en América; que somos, por consiguiente, como nacionalidad, superiores en algunas cosas a los norteamericanos ingleses que ahora pretenden ejercer sobre nosotros una dictadura tutelar (…) debemos (…) defender nuestra Patria fundada con crecientes elementos propios de cultura en suelo fértil, hermoso y adorado, con todas las fuerzas de nuestros brazos y nuestras almas”.
En 1922 seis años llevaban los dominicanos hijos de ‘España, la madre augusta’ resistiendo al imperialismo del Norte / ‘la bestia apocalíptica’ por eso somos ‘los paladines de la raza y de la civilización hispanas’. A los imperialistas del Norte Lugo les dice que los dominicanos ‘somos mucho más españoles que Nicaragua, Cuba y Panamá, porque Santo Domingo fue la Sevilla y el Cádiz de la Metrópoli en América’ y que los nacionalistas dominicanos son ‘leales hijos de españoles’.
En 1925 el Partido Nacionalista publica los principios de la organización, este partido proponía una escuela que le enseñara al niño ‘la historia de Hispanoamérica y España’, también proponía una política internacional que influyera ‘en la necesaria preparación de un ambiente cerebral hispanoamericano para la realización, en lo más breve porvenir de la confederación política de la familia hispánica’.
En 1936, Lugo afirmaba: ‘Nosotros hemos permanecido, felizmente españoles y él se consideraba estar ‘entre aquellas personas que pudiesen dar, en todo momento, el más elevado punto del honor hispano’. En 1938 Lugo redacta: ‘En Defensa de España: Manifiesto al Pueblo y Gobierno de España’, firmado por intelectuales, estudiantes ‘y otros’ que se declaran ‘parte integrante, aunque humilde, del pueblo español (…) hijos de su espada (…) de su corazón (…) de la tierra de que somos hechos’ / ‘sus hijos de América’: ‘Hispanoamericano significa hijo de España’, porque ella ‘nos dio el ser, y nos amamntó en su seno (…) Nuestra nombradía, nuestra civilización y cultura y la ética que rige nuestros actos, a ella lo debemos’. Para estos hijos la ‘Madre Patria’ es ‘la noble nación que en la historia lleva el cetro de la hidalguía y el honor’ y en nombre de ‘la bandera de la raza’ proclaman que: ‘España ha civilizado más mundo que ninguna otra nación antigua ni moderna’/ ‘España es inmortal. España es invencible’.
Ahora bien; es necesario apuntar que en nuestra historia política la hispanofilia ha jugado papeles diferentes, cuando los latinoamericanos iniciamos la lucha por la independencia “la hispanidad durante años, en los momentos de la independencia de América Latina, era el estandarte reaccionario de los grupos colonialistas opuestos a la independencia”.
En el caso dominicano la hispanofilia sirvió a los nacionalistas (Lugo, Emiliano Tejera, Peña Batlle, ‘y otros’) como herramienta ideológico para repudiar y resistir la dictadura tutelar yanqui, sirvió de base al nacionalismo hispanista radical que parte de una premisa: la hispanofilia: elemento espiritual, un profundo y de sincero amor a la patria. El patriotismo es cuestión de conciencia: “el elemento espiritual (…) es el verdadero patriotismo”, y “el elemento espiritual” es lo hispánico con él se enfrentaba a lo anglosajón-yanqui.
Roberto Cassá afirma que la ocupación norteamericana provocó que los intelectuales ‘nacionalistas más radicales’ retomaron el hispanismo, se produjo ‘un retorno generalizado al mito de la hispanidad’ ‘para oponerlo al predominio avasallador del imperialismo’ y que en este giro ideológico Lugo fue ‘quien marcó las pautas’.
Francisco Avelino considera que el hispanismo es ‘un error sociológico’/ una ‘media verdad’, pero en lo político ‘fue un acierto de política defensiva’, entiende que el hispanismo fue un recurso para ‘defendernos de la hegemonía haitiana y norteamericana’, para él ese es ‘el contenido positivo del hispanismo’.
La lucha nacionalista basada en la hispanofilia le provoca a Lugo cierto desprecio por los norteamericanos, en ese tenor su conclusión es que la nacionalidad dominicana era superior en algunas cosas a la norteamericana, dado que de España/‘progenitor insigne’ heredamos ‘el carácter heroico. Noble y desinteresado que se refleja de un modo claro y visible en la historia de la República Dominicana’, hemos conservado ‘la civilización que nos transmitió la nación que era, al crearnos, la más adelantada de Europa’ y los dominicanos ‘somos fieles depositarios y guardianes de la civilización española y latina en América’: ‘por consiguiente, como nacionalidad, superiores en algunas cosas a los norteamericanos ingleses que ahora pretenden ejercer sobre nosotros una dictadura tutelar’.
Y, hasta llegó al extremo de negarles la condición de ser una nación, en su conferencia sobre ‘El imperialismo norteamericano’ Lugo se pregunta ¿Qué son los Estados Unidos de Norteamérica? Responde negando a los Estados Unidos la condición de nación: “Los Estados Unidos de Norteamérica son un pueblo que no constituyen una nación (…) Los Estados Unidos lo serán cuando los inmigrantes de cada raza hablen todos el anglosajón” / “los Estados Unidos no constituyen nación, sino un conglomerado de hombres cuyo número sórdido y cosmopolita confusión le impiden la formación de una conciencia nacional”. En 1925 afirmaba: “Los Estados Unidos (…) nación primitiva (…) que aún no constituyen tal por no haber llegado a la unidad nacional siquiera en el idioma (…) lo serán cuando los inmigrantes de cada raza hablen todos anglosajón”. Queda claro que Lugo ‘jamás rompió con el hispanismo’,
Consultas:
Vetilio Alfau Durán (1949), Américo Lugo: Antología.
Francisco A. Avelino (1993), Elogio y crítica del pensamiento de Américo Lugo.
Roberto Cassá (1976), El racismo en la ideología de la clase dominante
dominicana. Ciencia. Año 3. No.1.
Roberto Cassá (2013), Lugo: entre positivismo e hispanismo. En: Historia General del Pueblo Dominicano. T.I. Academia Dominicana de la Historia.
Frankly J. Franco (s/f), Américo Lugo ideólogo de las clases poderosas.
Rafael Darío Herrera/Selección (2008) Américo Lugo en Patria.
Julio Jaime Julia (1977), Antología de Américo Lugo.
Américo Lugo (1993), OBRAS ESCOGIDAS.
Manuel A. Peña Batlle (s/f), El Pensamiento Político de Américo Lugo.