No obstante; el inequívoco rechazo al déspota, el trujillismo procuraba vincular a Lugo con el régimen hasta el extremo de que “se han atrevido a catalogar al señor Américo Lugo como admirador de la obra de colonización fronteriza”. Pero, Lugo continuó dando muestras fehacientes de su resistencia pasiva/callada al régimen trujillista. En 1938, recibe una comunicación del presidente del Partido Dominicano en la que se le trataba como miembro de dicho partido. Lugo, ‘poniéndolo en su puesto’, le respondió: “No pertenesco al Partido Dominicano ni a ningún otro Partido, ni he pertenecido nunca a ningún partido político, ni he votado jamás en ninguna de las elecciones que se han celebrado en la República desde que tengo uso de razón. El dicho de Séneca, Vivere militare est, no me es políticamente aplicable”.
En 1943 se publicó una lista de periodistas protegidos por Trujillo, en ella apareció el nombre de Américo Lugo, de inmediato envió a la prensa un artículo titulado ‘Periodismo’, en el que dejaba claro que no tenía vínculos políticos con la dictadura: ‘Sólo he sido periodista en lance de defensa de nuestra soberanía cuando la ocupación’/ “No he sido ni seré nunca un periodista protegido. Mi carácter se opone a ello. Ni creo que podría serlo ningún discípulo verdadero del Sr. Hostos; y ser discípulo de este príncipe de la moral y del derecho, de este maestro, el más grande acaso de los maestros de América, es el único título con que me honro”, se declaraba un rebelde ante el régimen dictatorial: ‘La resistencia a las circunstancias es mi guía’, y la colectividad es hija de la obediencia. Sigo un camino solitario, y mi porte en sociedad es independiente, indirecto e incompleto’.
En ese momento para justificar su aislamiento social y político lacónicamente decía: ‘He permanecido en el mismo sitio en que me dejo la desocupación’, a lo que agregaba su carácter: ‘soy agreste y rústico. No estoy ligado a nada que sea social. Soy de individualidad muy característica, buena o mala, e individualidad es residuo de comunidad’ (1). Lugo no dio la más mínima manifestación de apoyo a Trujillo, muy a pesar de que para 1943 ya no creía en la democracia: “Hace tiempo que no creo en los partidos políticos; ni creo, tampoco, que el régimen democrático sea la última palabra en la ciencia política”.
Como resultado de esa valiente aptitud personal ante el tirano la intelectualidad dominicana reconocer que Lugo: “Al surgir el trujillismo se sintió avergonzado, y en un gesto de dignidad que merecerá para siempre la alabanza, se negó, arriesgando su vida, a brindarle cooperación a este régimen de oprobio” / ‘mantuvo frente a la tiranía de Trujillo una actitud valiente y decorosa’. Manuel Rueda sostiene que en la época de la dictadura trujillista Lugo ‘fue el más denodado mártir de que tengamos memoria, mártir y combatiente de puertas adentro (…) se hizo sentir hasta en la pasividad de su vida doméstica y en el prolongado silencio’.
Ante ‘la abyección de los intelectuales’/ ‘la sumisión casi total de los intelectuales’ a Trujillo, Lugo: ‘No se solidarizó con Trujillo, a diferencia de casi todos los intelectuales’. Para Andrés L. Mateo la actitud de Lugo fue de rechazo: ‘se aisló para siempre y enarboló su gallardía y decoro de hombre libre ante la violencia trujillista’, él fue ‘la excepción gloriosa y altiva’, ‘sin servir a Trujillo y aferrado con altivez a sus ideas’ muere en la pobreza’, él fue el protagonista de ‘una heroicidad espiritual’ que “vivió largos años de la dictadura aferrado a sus viejas ideas, y como jinete solitario de un cuestionamiento frontal a la idea oficial de que con Trujillo la Nación había surgido de su propia inexistencia”. Lugo fue “la expresión más problematizada del hostosianismo viviente en el seno del trujillismo naciente”, de ahí que sea “el símbolo intelectual que quiebra la superficie triunfante del trujillismo en 1930 (…) Y ello se basa tanto en la actitud que mantuvo frente al poder como en sus ideas” (2).
Por último, tres preguntas ¿En el plano político Representó Lugo una ‘peligrosidad no menor’ para la tiranía de Trujillo? ¿Por qué Lugo no combatió a Trujillo? ¿En el plano estrictamente teórico/ideológico qué relación guardan el trujillismo y el pensamiento sociopolítico de Lugo? En cuanto a la primera pregunta, debemos recordar que Lugo combatió a los yanqui/1916-24 usando el Derecho Internacional Público como arma fundamental, incluso en ese contexto de lucha nacionalista fue valiente pero nunca un hombre de armas, tanto así que fue incapaz de aliarse con los ‘Gavilleros’; para 1930 Lugo tenía 60 años, siempre fue un ‘Don’, un caudillo intelectual sin arraigo político en las masas dominicanas que nunca tuvo vocación de poder ni hacia las armas. Lugo ‘era un hombre más de gabinete que acción’; por lo tanto, resultaba absolutamente imposible que en el plano político-militar representase alguna peligrosidad para la dictadura trujillista.
¿Por qué Lugo no combatió a Trujillo? En nuestra humilde opinión se debió a tres factores: uno, el pesimismo postulaba que el pueblo era incapaz para gobernarse a sí mismo lo que hacia inevitable el despotismo, que los de segunda nunca debían gobernar y Trujillo socialmente era de segunda. Dos, es muy probable que al contemplar el despliegue de la dictadura de Trujillo, Lugo recordara lo que en 1919 escribió sobre Ulises Heureaux (Lilís) entonce hizo la semblanza de Lilís al que consideraba ‘hombre extraordinario’ / ‘hombre singular que fue patriota ante los españoles e infiel a la patria ante los haitianos’: “hubo una vez un tirano, más tirano que los treinta, a quien espada, valor y audacia franquearon el poder rápidamente. Negro por los sentimientos y el color, blanco por los modales y la mente, un héroe en la batalla, sufrido en la adversidad, activo sin ejemplo, afable y discreto en sumo grado, ambicioso sin límites, generoso sin tasa, pulquérrimo de su persona, sensual hasta el exceso, conocedor profundo del corazón humano, superticioso pero ateo, ajeno a todo escrúpulo, de sobriedad y frugalidad espartanas, un Sila para el disimulo y la venganza (…) cuerpo de hierro, carácter de acero, alma de bronce, conciencia plutónica, espíritu plutoniano, verbo parabólico, voluntad soberana, dominadora de hombres, pueblos y acontecimientos de esas que empujan el carro del mundo y se imprimen indeleblemente en el libro de la historia”.
Heureaux “a todos engañó, a todos venció, a todos gobernó con ilimitada autoridad. Partidos destruyó, pacificó aterrando, sofocó el pensamiento (…) aherrojó la acción (…) y por todas partes impuso su fuero, su criterio, sus instintos, sus pasiones, estableciendo finalmente un centralismo monstruoso en que el senado, los tribunales, la plaza pública, , la escuela, el hogar mismo, todo cayó bajo el argivo y briareo control presidencial”.
Lilís fue un sátrapa: “acaso el más completo y curioso de América y si duda uno de los más notables por su capacidad política, por su autoridad personal, por su don de gente, por su heroica naturaleza, por su fortaleza casi sobrehumana, por el sello mismo de grandeza que puso a sus crímenes”.
En cuanto a la relación Lugo/Trujillo la interrogante es: ¿En el plano estrictamente teórico/ideológico qué relación guardan el trujillismo y el pensamiento sociopolítico de Lugo? Lo primero que hay que establecer es que la ideología trujillista fue la articulación de un conjunto de rasgos ideológicos preexistentes en la cultura tradicional conservadora dominicana: hispanismo, racismo, anti haitianismo, catolicismo, autoritarismo, caudillismo / personalismo-providencialismo que implicaban el culto o adoración a la personalidad de jefe y anticomunismo, este último rasgo emerge como un elemento nuevo y propio del trujillismo, con estos rasgos de la mentalidad social dominicana la ideología trujillistas se estructuró en un solo cuerpo mental.
Cuando Trujillo asume el poder en 1930, Lugo decidió retraerse casi por completo de intervenciones públicas, no obstante Roberto Cassá afirma que "está suficientemente claro que no descartaba del todo planos de intercambio con la dictadura". Esta es la premisa para sugerir vínculos de continuidad entre el pensamiento de Lugo y el trujillismo, el primero de estos nexos es el racismo de Lugo y el racismo presente en la ideología trujillista, en este sentido Cassá dice que: ‘lo importante (…) es el hecho de que la reorientación encarnada en la figura de Lugo sería posiblemente el punto inicial más destacado en las manifestaciones racistas e hispanistas durante la Era de Trujillo’.
Otro vínculo de continuidad entre el pensamiento de Lugo y el trujillismo es que Lugo ‘caracterizaba el orden colonial’ como ‘una suerte de democracia social que ofrecia la oportunidad de dignificación a los esclavos’ y esta ‘la glorificación nacionalista del pasado’, a la que Lugo le imprimió, como ‘nunca había tenido’, una ‘elaboración sistemática’ ‘vino a ser crucial en la legalización de una nueva forma de conservadurismo bajo la dictadura de Trujillo’, ‘por encima de su voluntad la glorificación nacionalista del pasado se inscribió como uno uno de los antecedentes de las legalizaciones historiográficas y doctrinarias del despotismo trujillista’.
Cassá también sugiere ‘relaciones efectivas’ de Lugo con el trujillismo: Lugo mantuvo ‘planos de intercambio con la dictadura’/ ‘canales de comunicación oficiosos con el régimen, que desde cierto momento se hicieron bastante constantes. Llegó a aceptar responder peticiones de opiniones de parte del propio tirano; en una ocasión le dirigió a este último una carta con motivo del centenario de la independencia, en que trató el tema de la jerarquización del protagonismo de los personajes relevantes’.
Se sugiere que las relaciones de Lugo con la dictadura se hacían efectivas mediante a) cartas de Lugo a Trujillo, b) en ‘relaciones efectivas’ de amistad con intelectuales trujillistas, algunos de esos intelectuales sirvieron de ‘emisarios entre Lugo y el régimen, relación que llegaba a la propia persona de Trujillo’ y, por último, c) se señala que: “Incluso parece que guardó silencio cuando ocasionalmente lo involucraron como partidario del trujillato”.
Para Cassá Lugo fue un liberal, doctrina que mantuvo toda su vida / ‘su invariable concepción liberal’: ‘Lo único que no modificó fue su postura liberal democrática’, sin embargo; el liberalismo ‘no impidió’ que Lugo ‘ponderara el trujillato como un corolario inevitable del estado atrasado, todavía pre-nacional, del conglomerado dominicano’, afirma que Lugo ‘llegó a ponderar acciones del régimen como favorables al progreso’. Luego de estas sugerencias de vínculos entre Lugo y el trujillismo, Cassá reconoce que ‘a diferencia de casi todos los intelectuales’ Lugo ‘no se solidarizó con Trujillo’, que: “Su situación personal e ideológica se complica a partir de la implantación de la dictadura. Ante el hecho, Lugo guardó un silencio cerrado por el resto de su vida, con excepción de la carta (…) que dirigiera a Trujillo en 1936. Sin duda no podía aceptar la situación existente al contraponerse a su invariable concepción liberal”.
Consultas:
1-Nota: La prensa de la época no publicó el artículo, se publicó después de la muerte de Lugo, en 1967 Vetilio Alfau Durán lo reprodujo, como artículo inédito, con el título ‘Periodismo Dominicano’. Alfau Durán anota que el artículo: “Fue llevado a varios periódicos de aquella época y ninguno, por explicable prudencia, se atrevió a publicarlo”, finalmente el diario ‘La Tribuna’ lo publicó. Vetilio Alfau Durán (1967), Periodismo Dominicano. Por Américo Lugo. ¡AHORA! No.187. Posteriormente, en 1978, julio J. Julia lo publica balo el título ‘Periodismo’.
2-Para todas las citas de Andrés L. Mateo, ver: Américo Lugo y la herencia del positivismo hostosiano. En: Mito y Cultura en la Era de Trujillo/1993. P.66-89. La deuda de una generación con Américo Lugo. En: Al Filo de la Dominicanidad/1996. P.214-2.
-Roberto Cassá (1976), El racismo en la ideología de la clase dominante dominicana.
-Roberto Cassá (1993), Teoría de la Nación y Proyecto Político en Américo Lugo.
-Roberto Cassá (2013), Lugo: entre positivismo e hispanismo.
-Juan I. Jimenes Grullón (1981), Sociología Política. Vol. II.
-Julio J. Julia (1977), Antología de Américo Lugo.
-Américo Lugo (1919), Ulises Heureaux.
-Rufino Martínez (1965), Hombres Dominicanos. T.III.
-Manuel Rueda, Presentación. En: Américo Lugo. Obras Escogidas.