Honduras tiene un territorio con condiciones óptimas para el pleno desarrollo de su gente, su principal activo y razón de ser.
Excelente localización con costas en el mar Caribe, como vecinos a Nicaragua, El Salvador y Guatemala; en sus límites marítimos colinda con México, Belice, Cuba, Islas Caimán, Guatemala, Colombia, Nicaragua y el Salvador; con una extensión territorial de 112 mil 492 kilómetros cuadrados y de acuerdo a su último censo, con 9 millones 637 mil habitantes.
¿Cómo entender entonces que su Índice de Desarrollo Humano-IDH- solo supere a Haití en la región, ocupando en el mundo el lugar 137?
La historia y los acontecimientos de las últimas décadas- solo de algunos hechos por la naturaleza de este escrito, considerados como representativos- permiten entender en grandes líneas la situación actual y sus reales perspectivas de avance.
Es Honduras de los primeros países en el mundo que constitucionalmente prohíbe la reelección presidencial, consignado en el artículo 33 de la Constitución de 1865; aun así en el devenir han predominado las prácticas antidemocráticas.
Se retorna a la democracia electoral en el 1982 y se prohíbe la reelección en la constitución de 1985; mas pesa y mucho que le afecta la gran incidencia entonces de gobiernos de EEUU y con el establecimiento de bases armadas de los llamados Contras, enfrentando al gobierno de Nicaragua; pero vuelve el golpe de Estado, y es así como el 28 de junio de 2009 es depuesto el entonces presidente electo; con tan nefasto precedente y afectada sensiblemente la democracia, se retoma de nuevo la institucionalidad electoral, hasta que en el 2017 se produce una reelección negando la constitución de 1985 que lo prohibía, cuyos resultados además fueron consideradas en el plano internacional como fraudulentas.
Es evidente que la democracia, a la cual ha regresado a partir del 27 de enero de 2022 con la primera mujer presidenta, ha sido negada predominantemente en Honduras; pero… ¿Qué decir de la transparencia o la honestidad en la dirección del Estado? Veamos solo algunos casos, pero emblemáticos.
Un ex presidente extraditado a los EEUU acusado de narcotráfico y un hermano ya condenado a cadena perpetua por acusaciones similares. Y un hijo de otro ex presidente que ya se declaró culpable.
Lo anterior indica que dos de los factores de la triada democracia, transparencia y eficiencia, han sido más que precarios. ¿Qué podría esperarse entonces de la eficiencia en cuanto a resolver los problemas sociales que explican su IDH? Aún así, y a partir de tales precondiciones, la inmensa mayoría de personas honestas, trabajadoras y talentosas han de pautar un futuro esplendoroso.