Los Estados de América Latina requieren de profundas e innovadoras transformaciones.  Así se evidencia desde un enfoque  metodológico en lo lógico, histórico y concreto, a partir de elementales datos e informaciones. Es  Argentina al respecto una obligada referencia.

Argentina  se clasifica como un país de desarrollo  muy alto, de acuerdo a  Índice de Desarrollo Humano-IDH-  ocupando en el mundo el  puesto 47  y el segundo lugar en América Latina.

Es muy diferente la lectura sobre Argentina cuando se tiene en cuenta que hace cien años estaba entre los 16 países de mayor desarrollo económico en el mundo, con rentas per cápita superiores a Italia, Francia y Alemania; pero al presente su IDH está por debajo de esas naciones  con enormes diferencias, de entre 17 y 38 puestos.

Las razones están asociadas claramente a fallas fundamentales en la conducción del Estado.  Golpes militares en  1930, 1943, 1955, 1962, 1966, y 1976; es en las elecciones de 1989 cuando por primera vez en más de  60 años un presidente civil entrega  el poder a un sucesor elegido democráticamente.

En relación al Estado transparente conocidos casos judiciales muestran que la corrupción es una de sus principales patologías.

En cuanto al Estado eficiente las debilidades son profundas, veamos.  Desde el 1900 hasta la actualidad en Argentina solo en 10 años el Estado logró generar más ingresos que egresos. Lo cual explica que en el 2018 recibiera del FMI el préstamo más grande del organismo financiero internacional, de 57 mil millones de dólares.

En 13 de sus 23 provincias el número de empleados públicos supera al del sector privado. Los empleados del sector público en la última década aumentaron un 27%, de 2.6 millones a 3.3 millones mientras que  el sector privado, ningún incremento; 6 millones de empleados del  sector privado pagan impuestos, 21 millones de personas reciben ayuda del Estado hasta  subsidios a la energía equivalente al 2.3% del PIB.

Los gastos en jubilaciones y pensiones representan la tercera parte del presupuesto nacional y aun así  no logra el impacto deseado  ya que  el 70%  de los beneficiados no les alcanza  para cubrir la canasta básica de alimentos y servicios, en el contexto de un nivel de pobreza que cubre el   40% de la población, agravado por una inflación que en los últimos 10 años no baja del 25% y que para el próximo año se proyecta en un 70%.

En Argentina se ha avanzado en cuanto al carácter democrático de su Estado, no así en eficiencia y transparencia, triada imprescindible para que América Latina alcance el sitial que le corresponde.