La Enfermedad de Alzheimer, de la que todo el mundo habla, es la enfermedad neurodegenerativa que más sufrimiento e incidencia tiene en la sociedad actual. Es una demencia de inicio temprano con tanta complejidad para su diagnóstico como para su manejo clínico. Es una enfermedad de progresión lenta e irreversible y que, producto del envejecimiento demográfico, afecta cada vez a más población. Y, aunque existen en la actualidad avances en todas las áreas diagnósticas y farmacológicas, en las que cada día múltiples grupos de investigación en diferentes países dedican esfuerzos para encontrar soluciones, aún no tiene curación posible.

Pero hablar del alzheimer es, también, evocar la figura del profesional que, con su intuición y su trabajo científico y clínico, realizó uno de los descubrimientos médicos más transcendentales. El doctor Alois Alzheimer (1864-1915), alemán, estaba convencido del vínculo entre la neurología y la psiquiatría, entre lo estructural y lo bioquímico. En su época le denominaban el “psiquiatra del microscopio”. Consideraba que las enfermedades psíquicas eran enfermedades cerebrales, una convicción que chocaba con todas las escuelas especializadas de su época, sobre todo la psicoanalítica, que en sus tesis relacionaba los problemas psíquicos con, por ejemplo, experiencias traumáticas en la niñez, por hacer un osado resumen.

El inevitable enfrentamiento llegó durante la XXVII Reunión de Psiquiatría celebrada en Alemania en noviembre de 1906. Allí el doctor Alzheimer presentó su trabajo basado en el caso clínico de una mujer llamada August D. Era un caso complejo en el que fundamentó todos sus hallazgos a partir de una historia clínica y estudió en todos los aspectos. Su investigación se titulaba “Sobre un proceso patológico peculiar grave de la corteza cerebral” y en ella describió los síntomas conductuales asociados al daño en las estructuras cerebrales.

Para poder establecer sus conclusiones viajó desde la psiquiatría y la neurología hasta la anatomía patológica y así pudo confirmar las lesiones corticales en forma de ovillo patognomónico características de la enfermedad de Alzheimer.

El doctor Alzheimer no vivió para conocer la trascendencia ni el valor de sus investigaciones. Muchos años después de su fallecimiento, sus investigaciones y su formación en tres especialidades médicas obtuvieron su reconocimiento. Singularmente, su descripción de una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el planeta, gentes anónimas y también, como sabemos, personalidades de la vida política, social o cultural. Que golpea a sus víctimas y, quizás, mucho más aún a sus seres queridos.

Los años 90 se declararon como la “década del cerebro”, a fin de unir criterios y abordar una enfermedad tan compleja como el Alzheimer, en la que se manifiestan y conviven lo conductual, lo cognitivo y la afectación de las estructuras cerebrales.

Todo empezó con una historia clínica y la intuición y el trabajo de un genio… Gracias doctor Alois Alzheimer.