La central hidroeléctrica

Central hidroeléctrica de Peligre; col. EDH William McIntosh (1918-1998); col. Genealogía de Haití.

Cuando hablamos de la esperanza que había suscitado la creación de ciertas instituciones, no podemos evitar entristecernos por la codicia de los tecnócratas depredadores de hoy.

El primer generador se introdujo en Haití en Jacmel en 1895 y proporcionaba 1270 kW de potencia. No fue hasta 1910 cuando la ciudad de Puerto Príncipe empezó a disfrutar de la electricidad. La producción de energía eléctrica fue llevada a cabo por empresas privadas hasta que fue asumida por el Estado haitiano cuando se puso en marcha la central hidroeléctrica de Peligre en 1971 y se creó el organismo autónomo Electricité d’Haïti (EDH).

La larga y compleja historia de la central hidroeléctrica de Peligre merece atención especial. No solo fue un proyecto de los años 30 del siglo pasado, sino que se trató de una de nuestras pocas ciudadelas productivas en las que varios gobiernos se dieron cita… Siempre he pensado que deberíamos dedicar un minuto en nuestro corazón a las numerosas víctimas, segadas durante la construcción de la obra. Así fue comentado el acontecimiento por la embajada americana: «Con la inauguración oficial de la central de Peligre, el gobierno de Jean-Claude Duvalier acaba de cumplir su tercer mes el 22 de julio de 1971» (Foreign Relations of the United States, 1969-1976, Volume E-10).

Hacia mediados de los años 70, mi generación se enteró de que el nivel del lago estaba bajando. En la capital, Puerto Príncipe, conocemos semanas de 6 horas de electricidad, solo los domingos… También, entre 1976 y 1978, mi generación empieza a estudiar en las aulas al conocido geógrafo Georges Anglade. Poco a poco, miramos al país y nuestro gobierno de forma diferente. La demografía, la producción y la migración son parámetros que hay que tener en cuenta, por encima de la presidencia vitalicia.

El primer director del aeropuerto internacional: William McIntosh

William McIntosh (1918-1998); col. Genealogía de Haití

Ayer, los de mi generación creían sinceramente que Su Excelencia el presidente vitalicio sabía de aviación. Porque el majestuoso edificio donde llegaban y partían los aviones llevaba su nombre. Lo cuento con la emoción del 3 de noviembre de 1967, cuando me llevaron por primera vez al aeropuerto internacional François Duvalier.

Todo lo que rodeaba el aeropuerto tenía una dimensión emblemática: monedas, sellos e incluso un destacamento especial de la Guardia Presidencial, para asegurar el perímetro estratégico.

Unos años después de aquella tarde de noviembre, quise saber un poco más. El lugar donde familias enteras, magníficamente vestidas -hombres con sombrero- venían a acompañar a un pariente que partía, generalmente a «Nueva York». Oh, sí… ¡Todo el mundo iba a Nueva York!

Mi padre me explicó que había un señor que lo sabía todo sobre los aviones: velocidad, motor, peso. Era director de Pan American en Haití y director general del aeropuerto internacional. El director William McIntosh era una de las pocas personas a las que Su Excelencia le gustaba consultar sobre asuntos serios y escuchaba con atención y respeto. Inaugurado el 22 de enero de 1965, el aeropuerto cambió de nombre tras la caída de los Duvalier en 1986.