Pueden engañarme una vez, incluso una segunda, pero pasando de la tercera no es engaño, es que soy tonto, y a mi edad no me luce.

Cuando era joven, allá por los años 70 del siglo pasado, los barrios tenían 3 pilares que les articulaban socialmente. Estaba el club cultural y deportivo, el cura o pastor, y el maestro de la escuela. Cuando la policía masacraba a los jóvenes de los barrios bajo el alegato de que eran comunistas esos actores salían al frente y frenaban el ímpetu criminal de ese cuerpo represivo balaguerista (o trujillista, era lo mismo). Los dirigentes clubísticos fueron cooptados por los gobiernos del PRD -igual que los sindicales fueron comprados por el PLD- y a partir del 1978 desaparecieron los clubes. Los curas fueron reclutados por los guardias y policías, se volvieron capellanes, con salario, arma y rango, y por supuesto no pueden criticar la mano que les da de comer. Los maestros fueron masificados y mediocrizados por la ADP y el MINERD, y hoy son más activistas políticos que docentes.

Por supuesto esos juicios son generalizados, siempre hay excepciones. Existen algunos activistas culturales que siguen dejando su vida al servicio de los jóvenes de los barrios, muchos curas y pastores que no se dejan comprar por el Estado o las mansiones de ricos (conservan el olor a oveja), y maestros que siguen consagrados a capacitar y formar a sus alumnos sin obedecer a los dictados politiqueros.

En la actualidad los barrios tienen ejes diferentes. En primer lugar, está el puesto de droga que sirve para distribuir pírricos ingresos, tanto a los jóvenes que los venden, como a los policías que pasan a buscar el peaje. Está la banca de apuesta que le da trabajo a muchas jovencitas y el colmadón que es el único centro recreativo del barrio. Si el punto de droga tiene la protección de la policía, la banca de apuesta tiene el respaldo del Congreso Nacional y el colmadón es el epicentro de la actividad política de los partidos.

También generalizo en el párrafo anterior. Hay jóvenes que no venden drogas y que hacen todo el esfuerzo por estudiar y conseguir trabajo, pero no pueden dar su verdadera dirección so pena de nunca ser contratados. De igual manera hay muchas jóvenes que no pasan su día atendiendo una banca, ni perreando en el colmadón, pero lamentablemente viven constantemente acosadas en su barrio y expuestas a ser violadas o golpeadas.

Tenemos que ser una horda de descerebrados para que nos convenzan que esos problemas se resuelven dando 24 horas de luz, colocando lámparas en los postes de electricidad o metiendo tanquetas en los barrios. Al igual que los que se quedaron sin techo por Fiona ya no recibirán ni una plancha de zinc porque el gobierno mira para otro lado, semejante le pasará a cada barrio donde la violencia brote por conflictos entre pandillas -donde participan policías y militares-, tendrán su minuto de gloria y la mirada se volcará a otro barrio con problemas semejantes, dejando a sus habitantes con los mismos problemas.

En vez de mirar al oeste de nuestra frontera, las pandillas de paleros nacionalistas y sus promotores, si verdaderamente tienen sentimientos patrios, deberían dedicarse a techar las casas de los pobres, a llevar educación a los barrios y denunciar a los narcotraficantes (desde los diputados, hasta los vendedores al menudeo). No lo hacen porque su función es servir de divertimento a la miseria que vive la mayoría de los dominicanos y dominicanas, igual que hacen los candidatos de los partidos mayoritarios y algunos de los minoritarios. Estamos condenados al atraso mientras no asumamos la solución de los verdaderos problemas e identifiquemos a los auténticos responsables. Ningún país ha salido de la renta media con allante y movimiento.