Una noche, cuando la luna se va de vacaciones y no es necesaria la electricidad porque el cielo está lleno de estrellas relucientes, en agosto de 1963 nació Alicia Baroni en San Cristóbal y al otro día, cuando se despertaba el sol estaba frente al Cucurucho de Peravia, en una casita “chiquita y bonita” como la de Vitico, muy cerca del río y del cielo.
Alicia trajo la sensibilidad de su padre Luis (italiano) y la delicadeza de su madre Daisy (dominicana), ambos artista uno del lente y la otra de la canción. Por eso, desde muy temprana edad aprendió a tocar la guitarra con la que acompañaba sus canciones en las tertulias familiares y en las veladas estudiantiles, en un Baní bucólico, donde el amor era una pasión y las mariposas multicolores alababan a San Juan Bautista en los tambores y la güira de la Sarandunga, mientras una voz cantaba:
“Ola, ola, ola
ola de la mar, que bonita ola
para navegar”
Al cumplir los 17 años y terminar el bachillerato en Filosofía y Letras en el colegio Nuestra Señora de Regla, con el amor de la Madre Sagrario, recogió en silencio sus maletas para irse a estudiar Psicología Clínica en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, carrera que culminó con honores. Pero en la decisión de ejercerla a plenitud, la tentación por la música aleteaba las señales de la pasión, ya no únicamente como intérprete sino en la creatividad de la autoría, que con el tiempo trascendió y multiplicó su presencia en la voz de numerosos artistas nacionales e internacionales que aparecían en las propuestas de la Salsa, el Merengue, el Bolero y las Baladas, como Tito Rojas, Raulín Rosendo, Sergio Vargas, Fernandito Villalona, Anthoni Cruz, Manny Manuel, Eddy Herrera, entre otros, así como diversas agrupaciones musicales.
La identidad con las grandes causas, hizo posible que en el 2005, llena de sensibilidad y solidaridad, realizó Alicia una grabación, cantando en inglés y en español, acompañada de un artista japonés en la conmemoración del holocausto-tragedia de la bomba atómica de Hiroshima, Japón, que impactó y traumatizó al mundo.
El arte ha sido la pasión de la vida de Alicia, volando entre la magia del infinito, deteniéndose solo a dialogar delirantemente en la plenitud con las galaxias, donde los deseos se convierten en fantasía y la fantasía en pasión. Incursionó en la magia del ballet clásico, piano básico, solfeo y teatro, donde los sueños nunca están prohibidos.
Y cuando la asechaba la soledad, un músico y compositor, soñador como ella, dijo presente en su vida, José Peguero, para compartir la vida, la música y las autorías. Se realizaron y crecieron. En el 2014, representando a la bandera dominicana en el Festival Internacional de Punta del Este en Uruguay, con una canción de su esposo José, (“De Repente”) obtuvo el primer lugar, sonriéndole a la gloria.
En la dimensión de los festivales internacionales ha participado, además, en el Festival Mundial de la Canción en Panamá y en el Festival de Cantautores en Tabasco, México, en los cuales ha puesto en alto al país. Ha realizado presentaciones profesionales en Francia, Japón, Puerto Rico, Estados Unidos, México y Panamá.
Ha sido ganadora de los Premios Casandra, máximo reconocimiento artístico en Dominicana de la Asociación de Cronistas de Arte (ACROARTE) como compositora de año 1995, 1996 y 1997, obteniendo además, reconocimiento por la salsa “Esperándote”. En el 2014, ACROARTE le otorgó el “Premio al Mérito Periodístico de Arte y Espectáculo”.
Por sus méritos ha sido Directora de Quisqueya Televisión, Subdirectora artística de RTVD y actualmente es Directora de la Biblioteca Infantil y Juvenil República Dominicana, en la ciudad de Santo Domingo.
Alicia siente un orgullo profundo por ser dominicana, pero, compitiendo con la música, se identifica con pasión como banileja: El Cucurucho, las mariposas de San Juan, la Sarandunga, el Pueblo Abajo, la catedral, la Virgen de Regla, sus novenas, la figura legendaria del Generalísimo Marxismo Gómez, el Parque Marcos A. Cabral, la banda música municipal, el Parque Infantil que da la bienvenida al llegar a Baní por el Este, sus calles, los murales del Ayuntamiento, el Cerro Gordo, las arepitas de mano, el majarete y los mangos, los lleva muy dentro de su corazón.
Pensando en su Baní, con amor y reverencia, junto a José, recopilaron una antología de Canciones dedicada al pueblo de sus amores.
Y el Cucurucho de Peravia, su delirio, que ella saludada por las mañanas y por las noches todos los días, compartiendo con él sus sueños y sus alegrías, le escribió una canción salida del alma, la cual, entre otras le dice:
“Mi hermoso y gigante Cucurucho de Peravia
me diste las alas para amar y volar
hoy desde tu cima con ternura
puedo ver a mi adorado pueblo
al que nunca olvidaré”.
Llena de jubiló, Alicia fue proclamada Reina del Carnaval Banilejo. Hace apenas unos días, el 16 de este mes, el Movimiento por el Rescate del Orgullo Banilejo, integrado por banilejos que aman a Baní, entre varios reconocimientos, le rindió un homenaje en el Centro Cultura Perelló. Con el corazón en la mano, porque no tenía espacio en su pecho, llena de emoción y de lágrimas, con firme voz, Alicia proclamó:
¡SI VOLVIERA A NACER, ELIGIRÍA VOLVER A SER BANILEJA!