Con considerable frecuencia en las últimas décadas, organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial han hecho recomendaciones a las autoridades dominicanas con miras a que en el país se realicen reformas fiscales que desde el punto de vista histórico conllevan incrementos en los impuestos vigentes al momento o que se apliquen otros adicionales sobre determinados bienes o actividades económicas en general, o que se eliminen subsidios que mantiene el Estado a diferentes sectores económicos.

En lo que va de este siglo, en el país se han realizado unas seis reformas fiscales o tributarias y no han sido más porque lo cierto es que pudiesen haberse contado otras tantas que ciertamente han sido recomendadas por estos organismos. Sin embargo, muchas de estas se han venido difiriendo porque coyunturalmente no convienen al gobierno de turno, que puede en ese momento estar buscando una continuación en el poder en los procesos electorales que se avecinan próximos a las recomendaciones de estos organismos. Esto se debe a que hay que tomar en cuenta que el término “reforma fiscal” resulta negativamente muy impactante, causando terror y precisamente no a la población de ingresos altos, mas bien a la población de ingresos medios y bajos, ya que eso es lo que indica la historia en nuestro país y en muchos otros del mundo.

Hay que apuntar que estas reformas no han sido estructurales y muchos economistas las han considerado como “remiendos”, lo que entendemos ha mantenido un sistema fiscal que ha venido afectando por lo regular y mayormente a las clases media y media alta, que es la que aporta los mayores ingresos al estado y es fácil de demostrar que es la que lleva la mayor carga impositiva, como hemos visto en artículos anteriores (Los impuestos y la clase media en nuestro país-Acento-03/03/2021). De igual manera estos parchos, no han constituido reformas que ciertamente promuevan el crecimiento económico del país y el bienestar de la mayoría de su población, que ha estado sumergida en una pobreza en crecimiento independientemente de lo que digan las cifras en cuanto al crecimiento de la economía del país.

En la última visita de una delegación del Banco Mundial, que se produjo recientemente, se ha recomendado al país una reforma fiscal juntamente con la eliminación de diferentes exenciones que se le otorgan a diversos sectores de las actividades económicas de la nación. Enfatizaron en que, pese a que la economía dominicana ha crecido en los últimos 15 años a una tasa anual de un 5.8% (el doble del promedio de la región), ello se ha debido a la acumulación de factores y no al aumento de la productividad, por lo que recomendaron la inversión en la formación de recursos humanos que puedan contribuir a procesos de innovación que aumente nuestra competitividad en los mercados. De igual manera otra recomendación se refiere a la eficiencia del gasto público, tema sobre el cual hemos escrito varios artículos (El gasto tributario y las zonas francas y eficiencia pública).

Es importante destacar que, aunque estos organismos hagan recomendaciones al país en cuanto a las orientaciones de los recursos que se generen de estas reformas fiscales, estas difícilmente son aplicadas y ello va en consonancia con los cambios de gobiernos, que regularmente en países como el nuestro no le dan seguimiento a las acciones de los gobiernos que le preceden, por la falta de institucionalidad. Esto ha contribuido además a que las reformas fiscales solo han servido principalmente a través de la historia para que los gobiernos aumenten sin límites los gastos públicos y también para que las instituciones crediticias internacionales aseguren el pago de las deudas externas de los países, lo que en contadas ocasiones provocan endeudamientos sobre los límites de los países a la luz de los análisis que realizan sobre sus capacidades de pago. Los beneficios de las clases bajas han sido pírricos.

Habría que decir que actualmente nuestro país tiene un alto endeudamiento, es decir que requiere de mayores ingresos para el pago del capital y los intereses de estas deudas, por lo que habría que tomar la decisión de realizar otra reforma fiscal que genere mayores ingresos o en su defecto, eliminar los subsidios que representan un alto sacrificio fiscal(gasto fiscal) y que no tengan un retorno positivo para la economía dominicana juntamente con una reducción de los gastos corrientes del gobierno. Esta última opción parecería la mas aconsejable y prudente para así no gravar aún mas a las clases más bajas de la población.