Recientemente el poder ejecutivo, envió al congreso como lo hace cada año el proyecto de Presupuesto General del Estado, correspondiente al año 2024, el cual contempla ingresos totales por RD$ 1,140, 680.7 millones y gastos totales de RD$1,371,992.8 millones. Es importante indicar adicionalmente que los gastos e ingresos consolidados del Gobierno General Nacional, se proyectaron en RD$1,457,253.7 y 1,228,005.8 millones respectivamente, lo que arroja un déficit financiero consolidado de RD$ 231,312.1 millones, que sería cubierto por un financiamiento neto por este monto, que incluye además el pago de la deuda externa.

En este presupuesto como en cada uno de ellos anualmente se incluyen los financiamientos de diversos proyectos de inversión, que son financiados generalmente por instituciones internacionales que regularmente ofrecen mejores condiciones en cuanto a tasas de interés y periodos de amortización. El total de todos estos proyectos suma una inversión de US$ 7047.7 millones. Estos financiamientos aumentarán de manera razonable el endeudamiento del país y por consecuencia los recursos que deberán destinarse al pago de la deuda externa que ya se sitúa cercana a 25 pesos por cada 100 pesos recaudado por el gobierno.

Regularmente, los economistas cuando comentan el presupuesto general del Estado suelen hablar sobre aspectos que conciernen por un lado a la calidad del gasto público, al déficit que presenta, los índices de inversiones y gastos corrientes con respecto al Producto Interno Bruto(PIB) y al gasto o sacrificio tributario, entre otros, todos los cuales son aspectos importantes porque involucran variables que inciden sobre la economía del país.

En el caso del presupuesto correspondiente al año 2024, se destacan en este sentido, el déficit indicado arriba de RD$ 231,312.1 millones, el gasto tributario que sería de RD$ 340,890.9 millones, o sean RD$ 15,266.6 millones por encima del correspondiente al año 2023, un incremento porcentual de un 4.7%.

También habría que señalar la altísima participación de los gastos corrientes y por consecuencia los bajos niveles de gastos de capital que realizaría el Estado, los cuales estarán por debajo de lo que terminará ejecutando en el 2023,  que ya son considerados muy bajos y que en los últimos cinco años han venido reduciéndose de manera significativa. Esto lo habíamos comentado en otro artículo anterior, al indicar que los gastos corrientes han representado en los últimos siete años en promedio un 84% del total, lo cual ha dejado muy poco espacio a las inversiones de capital,  de gran importancia para el desarrollo del país y que están muy por debajo de los niveles que se ejecutan en una gran mayoría de los países de la región.

Un aspecto que aparentemente no tiene la gran importancia es el relacionado con la priorización de las inversiones que se proyectan en cada presupuesto, lo que en nuestra opinión merece mucha más atención, debido a que se proyectan inversiones de capital sin un análisis integral, por lo que frecuentemente se dejan a un lado situaciones que deben resolverse antes y con inversiones de mucho menor cuantía, que vienen a darle vida a la expresión de que “ las pequeñas cosas, producen las grandes diferencias”.

Por ejemplo, si damos una ojeada a los proyectos de inversión que se han presupuestado en los años 2020-2024, se obtiene que en el sector eléctrico, en cuanto al mejoramiento de redes y sistemas de distribución, principalmente, se han proyectado inversiones por un total de US$ 4,173 millones y, tomando en cuenta la cuantía de estas y los resultados que  se pueden exhibir , se podría casi concluir que aunque estos trabajos deben realizarse, lo que mantiene al sistema eléctrico nacional como un gran parásito del presupuesto no son precisamente dónde se han dirigido estas cuantiosas inversiones, por lo que habría que realizar una priorización de las mismas y evaluar con amplitud, técnicamente y con la transparencia correspondiente, el camino que nos lleve a salir en el mediano plazo de este gran flagelo.

Así mismo, en cuanto a los proyectos de inversión que se han introducido en el campo de la seguridad vial, los resultados que se tenemos en el país son bastante indicativos de que estos no se han orientado con la prioridad que produzcan los avances que justifiquen los recursos invertidos.

En los proyectos de infraestructura vial incluidos en los presupuestos de los últimos años, todavía las grandes ciudades, como lo es el Gran Santo Domingo, mantienen situaciones en las vías que no tienen explicación que lo justifique. Solo debe producirse una lluvia por dos o tres horas para que se produzcan caos que tienen su origen en inversiones mínimas que de realizarse establecen grandes diferencias, porque sobre una gran parte de la población se derramarán grandes beneficios económicos que representan la reducción de estos taponamientos y de los accidentes en las vías.