Duplicando enlatados metodológicos no es cómo se planifican estratégicamente los territorios. Sean estos municipios, provincias o regiones. Específicamente, solo bajando líneas desde el Estado y el gobierno, tampoco se puede crear el capital social y la cohesión institucional necesaria. Menos aun, haciendo que las visiones sociales sobre el desarrollo local sean una copia o sinónimo de otras precedentes.
La planificación estratégica territorial nació como alternativa a la burocracia del Estado. Especialmente, la planificación que se hacía de arriba hacia abajo, en los países socialistas de la pasada guerra fría del siglo XX. Esa planificación era lineal y centralizada. Esos aparatos coercitivos que a partir de 1955, pretendían imponer a las sociedades, la planificación lineal y los planes sectoriales.
Este modelo centralizador terminó de fracasar en los años 80 del pasado siglo XX, cuando las masas irredentas ampliaron la democracia en toda Iberoamérica. Pensadores de la talla de Carlos Matus en Chile, Manuel Castells y Joan Clos en Barcelona; Dan Hodapp en San Francisco, y en República Dominicana y Santiago de los Caballeros, Rafael Emilio Yunén Zouain aportaron métodos participativos.
Amén de las certezas, autocríticamente nos corresponde subrayar errores, carencias, lagunas y debilidades. Fallas para construir una visión común en un socio-territorio. Negaciones al formular supuestos planes estratégicos que son buenos para imprimirse como libro, pero olvidan las identidades culturales y las vocaciones territoriales productivas.
Otro error es la planificación estratégica como lista de proyectos. Es cuando se confunde el plan con un inventario o lista de obras, sin visión común. Una enumeración de iniciativas simpáticas para los políticos, pero ajenas al poder y el interés de la ciudadanía y a la realidad socioterritorial. Solo si los proyectos se basan en sueños comunes la planificación estratégica es efectiva.
La planificación estratégica forzada por la ley. Se pretende imponer un ejercicio lineal y vertical. Planificar estratégicamente los territorios, más que un mandato jurídico, es una tarea que se hace de abajo hacia arriba. Que inicia en la base social y culmina en la concertación de miradas comunes concertadas entre los tomadores de decisión, sean estos opositores o benefactores del proceso.
La planificación estratégica tipo guagua voladora. Aquella que es impulsada y ejecutada para cumplir una tarea formal de gobierno o de la sociedad civil. Le interesa que la “gente se suba al bus”, pero no crea una masa crítica de gestores locales con habilidades técnicas, humanas, conceptuales y resolutivas. Menos aun que aporten monitoreo a esta hoja de navegación colectiva.
Más de 140 ciudades de Iberoamérica indican que cada plan estratégico de desarrollo local deben tener alto sentido de pertenencia, También la planificación estratégica debe asegurar una identidad y una imagen institucional propia. La personalidad de un proceso de desarrollo debiera asegurar un estilo de “Saber Hacer, Saber Estar y Hacer Saber”.
Subrayo que el error más frecuente es el que denominamos la planificación estratégica en latas. Acontece cuando gobiernos y entidades sociales asumen esta herramienta como una caja de productos y herramientas mercadeables. Se pretende multiplicar supuestos planes que olvidan apreciar el justo sentido de pertenencia cultural, la autenticidad y el carácter universal de lo local.
Hoy, concluidas las elecciones municipales, retomamos con más fe, nuestra evangelización en los métodos y herramientas de planificación. El Plan Estratégico es la Agenda Oficial de Santiago aprobada a unanimidad por la ordenanza 3251-19 del Concejo de 41 Regidores del Ayuntamiento. Facilitado por el Consejo Desarrollo Estratégico (CDES) formado por más 82 organizaciones y promovido por Compromiso Santiago.
El Plan Estratégico Santiago 2030 es ejercicio ciudadano. Una gestión del consenso y el disenso. Un compromiso ciudadano. Concurrencia de aliados y opositores que trabajan por lo que los une. Pacto a favor de la inclusión social, gobernabilidad, creación y distribución de riqueza, ordenamiento territorial y adaptación climática.
La planificación estratégica territorial se diferencia de la planificación normativa. La normativa es lineal. Aquella que se hace por pasos graduales, con objetivos, propósitos y condicionantes.
La mayoría de estudiosos indican que la planificación normativa genera discontinuidad entre el futuro deseado y la historia que se pretende cambiar. Como marca de diferencia metodológica y conceptual, puede indicarse que la Planificación estratégica es crear sueños compartidos por una ciudad, nunca un acto mecánico del aparato del Estado o de un grupo social-empresarial.
En la década de los años 80 del siglo XX, la planificación estratégica cambió el paradigma de la gestión. Carlos Matus fue su principal promotor pero no le alcanzó el tiempo y las condiciones políticas para ponerla en práctica. Tuvo que surgir la concreción de Barcelona (1988-1992) para crear un verdadero laboratorio social que catapultó esta metodología por Iberoamérica.
El primer Plan Estratégico de Barcelona se formuló en 1988. Santiago, sería cofundador con 23 ciudades iberoamericanas en 1993 del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico.
Conceptualmente, la planificación estratégica hace concurrir direccionalidad y gestión. Se apodera de un supuesto que conduce a la admisión que el Estado y su administración aislada, no pueden lograr desarrollo sostenible. Se impone una alianza con las sociedades que se pretenden dirigir.
La planificación estratégica por ser “estratégica” no pertenece a ningún sector. Si es estratégico es porque suma y multiplica un concierto de voluntades. Planificar estratégicamente es importantizar la construcción colectiva del futuro soñado. Es promover cohesión social, concertación política y articulación comunitaria.
Es asegurar mayor racionalidad en el uso de los recursos dado que cada actor estratégico se compromete con su nivel de competencia legal y legítima. Es aprovechar las escasas oportunidades, para vencer la resistencia activa de los permanentes catastrofistas, pesimistas y opositores.
Santiago fue ha sido honrado con cuatro (4) planes estratégicos (2002-2010; 2010-2020 y 2020-2030), más una actualización post-pandémica 2021. Ese es uno de los espejos en el que se pueden mirar 32 provincias, 158 municipios y 235 distritos municipales. Una referencia no para hacer enlatados en otros territorios, si no para crear e innovar en el desarrollo local.
Finalmente, fuimos evaluados por el sistema de certificación del CIDEU www.cideu.org con sede en Barcelona. Sistema que también utilizamos para diseñar la Estrategia de Santiago.
Abordaje definido con criterios objetivos. Se tienen protocolos como guías de las fases del plan. En la certificación se trata justamente de determinar cómo fueron realizadas estas fases. Los siguientes protocolos internacionales son referencia para la planificación estratégica: i) procedimientos de participación de actores; ii) recolección innovadora de información; iii) comunicación asertiva y compromiso social; iv) redacción del plan; v) aprobación democrática y vi) observatorio de seguimiento. En ellos se fundamenta la autenticidad del plan estratégico de Santiago.