Encontrándome en la fase de recuperación de las dolencias que han afectado mi salud a partir del 5 de enero del presente año, he recibido en los últimos días una bendición de la Divina Providencia que me ha dado la fuerza espiritual necesaria para retomar la publicación de las columnas semanales que he mantenido desde hace cinco años en distintos medios de comunicación.

En medio de las reflexiones religiosas que he venido haciendo durante el reposo de mi recuperación le he puesto especial atención a los actos de la liturgia católica durante el Viernes Santo que incluye dentro de los rituales tradicionales en nuestro país la llamada “visita a los monumentos” que consiste en ir a orar en todos y cada uno de los templos católicos ubicados en cada ciudad del país. En ese mismo orden ocupa un lugar preponderante la asistencia a los templos el Viernes Santo para escuchar el tradicional Sermón de las Siete Palabras pronunciadas por Jesús crucificado y que rezan así:

 

1- “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

2- “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.

3- “Mujer, he ahí tu hijo, hijo he ahí tu madre”.

4- “Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?

5- “¡Tengo sed!”

6- “Todo se ha consumado”

7- “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

 

Ya sea de manera presencial o a través de los medios de difusión radial o televisiva. Dentro de las Siete Palabras pronunciadas por Jesús crucificado la que tiene más variadas interpretaciones es la cuarta    palabra en qué se le atribuye a Jesús haber dicho Dios mío, Dios mío ¿por qué "me has abandonado? Algunos teólogos que analizan las Sagradas Escrituras escritas en sus lenguajes originales como el arameo, el hebreo y el griego antiguo indican que Jesús siempre estuvo consciente de que el Padre que lo envió en misión a la tierra como Dios hecho hombre no quiso imprecar al Padre porque supuestamente lo había abandonado. Al contrario, algunos teólogos resaltan que Jesús dijo en arameo “Eli Eli Lama Sabactani,” que en realidad dijo en arameo Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado? de hecho esas expresiones son las primeras palabras del salmo 25 o salmo del rey David que dice así:

“A ti, oh Jehová, Dios mío, en ti confío. No sea avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de cuántos superan en ti será confundido. Serán avergonzados los que se rebelan sin causa. Muéstrame, oh Jehová tus caminos.  Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame. Porque tú eres el Dios de mi salvación. En ti he esperado todo el día.”

 

Según este enfoque estando Jesús deshidratado y desangrado al ser herido en un costado de su cuerpo por la lanza de uno de los soldados romanos que hacían vigilia alrededor de los tres crucificados en la cumbre del Gólgota, y aun en esa condición exánime, Jesús decidió orar como ejemplo de veneración al Padre de esa forma rindió culto al Padre pronunciando el texto del salmo 25  o salmo del rey David en el cual Jesús refuerza su veneración al Padre y más adelante, en ese mismo orden, antes de morir expresó: “Todo se ha consumado, como expresión de que todo se había cumplido tal como se había dictaminado, Jesús cumplió plenamente con la misión que le había encomendado el Padre y que culminó con la muerte de Jesús  como redención de los pecados de la humanidad.

 

David implora dirección, perdón y protección

Salmo de David.

25

A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.

2

Dios mío, en ti confío;

No sea yo avergonzado,

No se alegren de mí mis enemigos.

3

Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;

Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

4

Muéstrame, oh Jehová, tus caminos;

Enséñame tus sendas.

5

Encamíname en tu verdad, y enséñame,

Porque tú eres el Dios de mi salvación;

En ti he esperado todo el día.

6

Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias,

Que son perpetuas.

7

De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;

Conforme a tu misericordia acuérdate de mí,

Por tu bondad, oh Jehová.

8

Bueno y recto es Jehová;

Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

9

Encaminará a los humildes por el juicio,

Y enseñará a los mansos su carrera.

10

Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad,

Para los que guardan su pacto y sus testimonios.

11

Por amor de tu nombre, oh Jehová,

Perdonarás también mi pecado, que es grande.

12

¿Quién es el hombre que teme a Jehová?

Él le enseñará el camino que ha de escoger.

13

Gozará él de bienestar,

Y su descendencia heredará la tierra.

14

La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,

Y a ellos hará conocer su pacto.

15

Mis ojos están siempre hacia Jehová,

Porque él sacará mis pies de la red.

16

Mírame, y ten misericordia de mí,

Porque estoy solo y afligido.

17

Las angustias de mi corazón se han aumentado;

came de mis congojas.

18

Mira mi aflicción y mi trabajo,

Y perdona todos mis pecados.

19

Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado,

Y con odio violento me aborrecen.

20

Guarda mi alma, y líbrame;

No sea yo avergonzado, porque en ti confié.

21

Integridad y rectitud me guarden,

Porque en ti he esperado.

22

Redime, oh Dios, a Israel

De todas sus angustias.”

 

https://www.biblegateway.com/passage/?search=Salmos 25&version=RVR1960