De inicio planteamos que su abordaje tiene su origen en la realidad que vive nuestra sociedad de etiología profundamente violenta. Por lo tanto, asumimos el tema en interés de clamar por un giro hacia el cultivo de la paz en su seno, con el cual también propugnamos sembrar en el tejido social la conciencia de que es posible asumir nuevos patrones de comportamientos en función del profundo criterio que significa Ahimsa como concepto filosófico para cultivar las relaciones armoniosas en los conglomerados, así como el manejo pacifico de los conflictos como ejercicio de nuestra propia vida y conducta individual, a fin de interiorizar una conducta colectiva de la armonía y la paz social.
Asimismo aspiramos que se pueda extrapolar al Estado, al cuerpo llano-pueblo-, a la gente misma, la familia, los partidos políticos, en fin, a todo el llamado entramado societario. Y vuelvo y digo, hace falta ponerlo en práctica, incluso a riesgo de que cualquiera pudiera ver en él una gran carga de utopía con carácter quimérico y de soñador en su abordaje y en el propio concepto. Y por efecto, hasta vaya a preguntarse, ¡qué es eso de Ahimsa! Aun así, lo estamos asumiendo porque por abstracto-como todo los temas filosóficos-, que nos parezca, Ahimsa no es un sueño ilusorio, ya que ha sido usado como arma de guerra pacifica por grandes líderes que asumiéndolo como forma de vida, han cambiado el curso de la humanidad y, han ganado grandes batallas en contra de la violencia. En tal preocupación y en aras de poner en contexto el concepto, me permito precisar el término, veamos:
I: Ahimsa como filosofía y experiencia tangible.-
Asumiendo la definición contenida en; http://republica constitucional.worpres.com, y la Real Academia Española o sea, http://www.rae.es/ y la propia Wikipedia.org/wiki/portada, en el llamado Diccionario de términos políticos y sociales, (Pag. 25), encontramos que este es un término sánscrito- (O sea, perteneciente a la Lengua indoeuropea que se conserva en los textos sagrados y cultos del brahmanismo escritos entre los siglos XV y X a. C. en la India). Refiere un concepto religioso que aboga por la no-violencia y el respeto a la vida. Es lo contrario a la himsa o daño. Habitualmente se interpreta como símbolo de paz y respeto hacia los seres capaces de sentir. La Ahimsa es una importante doctrina que se desprende del Hinduismo, Jainismo (doctrina del siglo VI creada por Majavira que procura conseguir una armonía entre el alma y la conciencia (…), y del Budismo. Según lo dicho por el diccionario referenciado la primera aparición de este término-Ahimsa-, en el contexto de la filosofía india se encuentra en las escrituras hindúes llamadas Upanishads, (Especie de conjunto de sabiduría adoptadas por las familias sacerdotales entre los años 800 a.C.)
Según la fuente citada, es Mahatma Gandhi quien introdujo el concepto de la Ahimsa en Occidente. Posteriormente, los movimientos occidentales en favor de los derechos civiles, liderados por Martin Luther King Jr. entre otros, quienes se vieron influidos por este concepto, y realizaron protestas pacifistas que rechazaban la violencia. También el propio ejercicio de la práctica yoga y la meditación en la cultura occidental ha ayudado a que muchos occidentales conozcan y se familiaricen con la Ahimsa y otros conceptos de la filosofía india. Por ejemplo, la Comunicación no violenta, desarrollada por el Dr. Marshall Rosenberg, se ha inspirado en el ejemplo de Gandhi.
En este orden, Gandhi presentó diversos conceptos sobre la verdad, la nobleza, y la ética, desde el Bhagavad Gita (libro hindú sagrado…), y su amor personal al Dios hindú Rāma. Su ideología sobre la vida y la no violencia, que le condujo a su concepto de satyagraha, o protesta pacífica, proviene originariamente de su asociación con la Filosofía Hindú y la Filosofía Jainista. Es decir, este término establece que la no-violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Y acota que es más efectiva que el arma de destrucción más precisa que haya ingeniado el hombre. Literalmente, Ahimsa significa no-violencia hacia la vida, pero tiene un significado mucho más amplio. Significa también que uno no puede ofender a otra persona, debiendo compadecerse del otro, incluso si se trata de un enemigo. Para aquellos que siguen esta doctrina, no hay enemigos. Quien cree en la eficacia de esta doctrina encuentra el último estado, cuando se alcanza la meta, viendo el mundo a sus pies. Si expresamos nuestro amor—Ahimsa— de tal modo que marque para siempre a nuestro enemigo, este –el enemigo-, nos devolverá ese amor. Ahimsa o el no-daño, por supuesto, implica no matar. Pero el no daño no se refiere únicamente a no matar, sino que Ahimsa implica una abstinencia absoluta de causar cualquier dolor físico o emocional a cualquier ser vivo, bien sea por pensamiento, palabra u obra. ¨El no daño requiere una mente, una boca, y unas manos pacíficas.¨
En torno a lo señalado sobre esta filosofía de vida de paz, por lo tanto, es oportuno precisar que ante la gran escalada de comportamientos violentos que forman la vida diaria de nuestro país, Ahimsa sería una herramienta de convivencia pacificadora de la cultura violenta que se manifiesta en todos los órdenes en nuestra sociedad. Este flagelo está presente en; lo político, en la familia, en programaciones de radio y televisión, en la irreverencia de la música, en la nueva claque de comunicadores que más que informar, se han convertido en grandes focos de ritualizar la violencia en su mecánica de comunicación, hasta en las iglesias-muy discreta, diríamos. Pero la mayor violencia, es la que la que no sale a flote. Es la que se queda tapada en poses y escaramuzas sociales. Ahora, estamos conscientes, y así queremos que se vea, por lo tanto, en grado alguno estamos diciendo que asumiendo la práctica de Ahimsa, clamamos por una sociedad de monje. No, jamás, ya que sabemos que sería imposible desde la propia naturaleza humana y la dialéctica social. Lo que abogamos es al posible cambio de método de dirimir conflictos y reducir al máximo la vida tipo jauría que tiene la violencia como respuesta a las desavenencias.
Y no hay que ir más lejos, sin presentar estadísticas, porque es una práctica diaria y es suficiente esquematizar a cálculo mental, la cantidad de homicidios acaecidos en el 2021, de suicidios, muertes por accidentes, de tránsito fallecido en el lugar del accidente,-una realidad que se desprende por una especie de ambivalencia, y de paranoia social y emocional de los individuos-, sin contar los cientos y cientos que quedan ¨vivos¨, pero afectados por las secuelas de las lecciones permanentes (…), pero, en esa misma ola de violencia va el año 2022. A lo que no escapa la exorbitante cantidad de atracos, violaciones, estupros, corrupción administrativa, etc, que se cometen cada año. (Ver Boletín Estadístico 2021. Resumen Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Republica Dominicana y https:/ww-prensa-latina.cu)
Después de este prolegómeno, sin precisar datos estadísticos, pero que están registrados y que nos muestra un panorama sombrío, nos permitimos abogar por una Ahimsa para la Republica Dominicana, en el sentido, que no cabe la menor duda, de que en el seno de la sociedad se ha entronizado la cultura de la violencia de modo extremo. ¡Y eso, que las que se cuantifican son las que llegan a la manifestación del crimen propiamente!. Pero la cantidad de manifestaciones de provocaciones y manifestaciones violentas que a diario se cometen, por ejemplo en el tránsito, en las calles, en fin, en cualquier escenario de la sociedad, resultan infinitas. Por lo tanto, nosotros hemos llegado a decir, los cementerios y las cárceles, pocas gentes tienen, para la cantidad de diabluras que se cometen en las calles. Sinceramente, andamos en un barril de pólvora. Por lo tanto, insistimos, Ahimsa R.D, un clamor por la paz y la vida.