América Latina y el Caribe es una región de abundante cantidad de recursos hídricos, de hecho, la población de la zona representa el 8.6% y su superficie el 13% del total mundial, mientras que su disponibilidad media de agua por habitante alcanza aproximadamente 22 mil m3/s por habitante al año, sin embargo, mundialmente este valor es de únicamente un poco más de 6 mil m3/s. Es necesario señalar que mas de 12 países de América Latina y el Caribe tienen una disponibilidad de agua muy por debajo del indicado a nivel mundial incluyendo a la Republica Dominicana y estos son:

Esta es una de las razones por la que existen grandes poblaciones en la región que no disponen de por lo menos la cantidad mínima de agua que requiere el humano para cubrir sus necesidades de consumo e higiene.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona requiere de 100 litros de agua al día (5 o 6 cubetas grandes) para satisfacer sus necesidades, tanto de consumo como de higiene y resulta que en América Latina y el Caribe, mas de 77 millones de habitantes no cuentan con servicios de agua potable de los cuales 51 millones viven en áreas rurales y el restante en zonas urbanas. Si se incluyen los requerimientos de agua para el aseo, entonces mas de 100 millones no cuentan con el servicio para tales fines.

Aunque como se indicó arriba la mayoría de los países de América Latina y el Caribe tienen gran disponibilidad de agua por habitante, de acuerdo con uno de los últimos informes de la CEPAL, esta disponibilidad ha disminuido en un 22% en los últimos 20 años y millones de agricultores sufren sequias que ponen en peligro sus cosechas y sus medios de vida. Hay que indicar que en la agricultura se consume el 70% del agua y precisamente nuestra región (y también nuestro país) se caracteriza por exportar muchos productos de la agricultura que requieren de un gran consumo de agua. Indica el informe de la CEPAL que varios países enfrentan escasez de agua, lo cual podría eventualmente poner en riesgo la seguridad alimentaria que en el 2050 alcanzará los 9000 millones de personas y que de acuerdo con dicho informe necesitará de un aumento de un 50% de la producción agrícola, lo cual va a requerir de un 15% mas de agua.

Ante esta situación, que también está afectando nuestro país, seria conveniente indicar algunos aspectos de importancia que deberán tomarse en cuenta para mitigar los efectos que podría tener la escasez de agua en todas las actividades que requieren de este preciado líquido.

Uno de los principales factores que está afectando el desarrollo de los recursos hídricos en nuestro país es la poca inversión de capital que ha venido realizando el estado dominicano, ya que de acuerdo con el Censo Nacional 2010, los recursos invertidos en Agua Potable y Saneamiento (APS) durante el periodo 1980-2010 alcanzaron en el 2010 un 0.30% del PIB nacional, con una proyección de un 0.30% en el 2017 y  según aparece en el documento Contexto Actual del Agua en la República Dominicana, preparado  por el Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo del país, para el Octavo Foro Mundial del Agua, celebrado en Brasilia, del 18 al 23 de marzo del 2018, la inversión que se requiere en APS, debía ser de un 2.4% en el 2020 y un 3.0% en el 2025, del PIB.

El otro factor que es indispensable para el desarrollo del APS, es la gobernabilidad del agua, es decir las reglas que constituyen el dominio y el uso de los recursos del sector, para lo cual es necesario que todos los actores que intervienen en el manejo y desarrollo de los recursos hídricos y sus usos deberán impulsar planes integrales de tal manera que las acciones que se tomen terminen en ganancias para todos los sectores que utilizan este recurso, de donde debe buscarse el equilibrio y la adecuada distribución del agua, es decir, uso humano, agricultura e industria.

De lo anterior llegamos al concepto de seguridad hídrica que dentro de las definiciones que se han dado, señalamos la que indica que “es la existencia de un nivel aceptable de cantidad y calidad de agua para la salud, la subsistencia, los ecosistemas y la producción, junto a un nivel aceptable de riesgos para las personas, el medio ambiente y la economía, asociados al agua”. (Grey y Sadoff, 2007).

Finalmente reseñar que como indica el Banco Mundial, la inversión en agua y saneamiento no es un gasto y que por cada dólar que se invierte se genera un valor agregado de cuatro dólares en bienestar.

El servicio de agua potable en el país es muy deficiente y no alcanza ni siquiera la mitad de la población, por lo que esperamos que las autoridades que regentean el sector tomen conciencia de los grandes daños que ocasiona la falta de este preciado líquido.