Cada año vivimos la angustia de lo que puede traer la temporada ciclónica, que en nuestro país inició el 1ro. de junio y termina el 30 de noviembre. La cantidad de agua caída en el Cibao, particularmente en Santiago y Manabao, Jarabacoa, hace apenas unos días, provocó grandes inundaciones, con la consecuente afectación de viviendas, calles, carreteras, agricultura y otros bienes y recursos de la naturaleza. Además, nos debe recordar lo que debe ser una meta de cada ciudadano: la preservación de nuestras cuencas acuíferas, nuestros ríos, el medioambiente y los recursos naturales.

 

Y es que lo han dicho permanentemente los que saben: el calentamiento global, el aumento del nivel medio de temperatura del planeta provocado por las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad humana está provocando variaciones en el clima que de manera natural no se producirían. Vivimos contaminando el medio ambiente y las causas de esta contaminación son el corte excesivo de árboles, emisiones y vertidos industriales a la atmósfera y a la hidrosfera, extracción, procesamiento y refinamiento de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural), producción de energía con combustibles fósiles y otras fuentes no renovables y la extracción de arena y materiales de los ríos.

 

De esta realidad no escapa nuestro país. Los fenómenos meteorológicos extremos y las inundaciones son cada vez más frecuentes; pero al mismo tiempo se registran temporadas de olas de calor y sequías. Somos, en definitiva, testigos recurrentes de ondas tropicales, altas temperaturas y escasez que agua.

 

Parece una paradoja; pero el sector agua, a pesar de los esfuerzos visibles que se vienen haciendo en ese orden, amerita un mayor respaldo gubernamental y debe ser un eje fundamental como política de Estado. Sin dejar de lado el serio problema medioambiental que padecemos, tenemos una crisis de agua, pues no estamos aprovechando la totalidad del agua disponible y los procesos de tratamiento para consumo humano deben ser mejorados.

 

No sé si el INDRHI, a propósito del recurrente anuncio de los avances de la presa de Montellano (hasta con fechas de inauguración fijadas y varias veces frustradas) puede exhibir prontos resultados finales, totales y parciales, de los trabajos en decenas de represas y embalses en curso de construcción y realización, que han venido indicando sus autoridades y el propio presidente Abinader, para aumentar nuestra capacidad actual del control de las aguas que caen en nuestro territorio.

 

Y es que, mientras esto pasa, el país pierde alrededor de 70% de las aguas de los ríos por falta de capacidad de almacenamiento de este líquido. No solo el cuidado del medio ambiente es importante, también la administración eficiente de los recursos naturales disponibles debe ser de mayor prioridad del gobierno.

 

Los gestores de lo público deben velar aún más por el desarrollo de actividades comerciales que vayan en beneficio del desarrollo nacional; pero sin dejar de lado su papel activo y permanente de regulador en los sectores vulnerables, como es el caso de las zonas protegidas, la industria extractiva de recursos naturales y la estabilidad de la flora y fauna nacionales, acompañado de la aplicación de un implacable régimen de consecuencias para quienes afecten nuestros ríos, bosques y recursos naturales, en general.

 

Pienso que, junto a la incesante labor de concientización ciudadana, el gobierno debe lograr un compromiso y acciones de las empresas y de los ciudadanos para adoptar e implementar medidas de protección medioambientales sostenibles y responsables y de reciclaje y manejo adecuado de los desechos, para dejarle a las futuras generaciones un país habitable, vivible, respirable, producto del esplendor y exuberancia de la madre naturaleza.