Conocí personalmente a monseñor Agripino Núñez Collado el 13 de marzo de 2013, en ocasión de inaugurarse oficialmente las instalaciones de EDUCA en la Torre Empresarial AIRD. Al finalizar la actividad me pidió una reunión privada.
-Quiero hablar con usted si me lo permite-, me dijo con su clásico tono protocolar. Ya en la oficina que ocupo desde entonces, se interesó por conocer más de mí, de mi trayectoria profesional y de mi vida familiar y personal. Indagó por los planes que se tenían para EDUCA y las estrategias diseñadas. Recuerdo que con solemne respeto me dijo: "Usted me perdonará que le haga todas estas preguntas, pero no sé si le han contado que yo he sido, a instancias de don Gustavo Tavares Espaillat, además de socio fundador de EDUCA, el primer presidente honorífico que ha tenido la institución. Quiero que sepa -continuó diciendo- que puede usted contar conmigo en tanto cuanto necesite. EDUCA -confesó- ha sido desde su fundación una institución clave para reposicionar la importancia de la educación en la República Dominicana y me parece fantástico que los empresarios vuelvan a potenciar esta institución que está llamada a ser el brazo derecho del Ministerio de Educación. Tenga en cuenta que para los empresarios más importantes del país resulta un verdadero honor formar parte de EDUCA", declaró con motivo de los 30 años de EDUCA y sus dichos quedaron recogidos en la publicación 30 años de ideas para la educación.1
1 Véase en: http://www.educa.org.do/30-anos-de-ideas-para-la-educacion/
Desde entonces, desarrollamos una relación cultivada progresivamente en reuniones esporádicas. A éstas yo acudía por sabiduría y guía que siempre con infinita generosidad derrochaba. Nadie como él acuñaba tanto saber en su formación como sacerdote y en su reiterado rol de actor de reparto de mil episodios clave de la historia reciente dominicana, que lo consagró como el mayor componedor y articulador de consensos políticos y sociales de los últimos tiempos y, a nuestro juicio, el más agudo lector y conocedor de la cultura y la idiosincrasia dominicana. Aprendí a apreciar y admirar estas cualidades en él, en las largas discusiones que tuvimos en el marco del Pacto Nacional para la Reforma Educativa y en la constitución formal del Grupo para la Productividad y Competitividad Nacional, mejor conocido como Gazebo.
Nos consta que ha sido un personaje polémico que también ha tenido detractores con la misma intensidad que aquellos que le profesamos admiración. Sin embargo, hoy, en su partida a la casa del Señor todos lo sienten y le echarán de menos. Monseñor Agripino hoy deja un vacío que ya se había hecho notar antes de su ausencia física. Por eso, todos quienes conformamos EDUCA pedimos: Requiem aeternam dona ei, Domine, et lux perpetua luceat ei (Concédele el descanso eterno, Señor, y que brille para él la luz perpetua).