El Ministerio de Turismo y la alcaldía de Pedernales invitan a participar en las vistas públicas, a media mañana de este jueves 14 de diciembre, para la “actualización del Plan Municipal de Ordenamiento Territorial Turístico y el reglamento normativo”.

Según los convocantes, se trata de una herramienta de impacto supramunicipal conforme la ley 368 de 2022 de Ordenamiento Territorial, Usos de Suelo y Asentamientos Humanos, que –en el artículo 26- los define como planes excepcionales que permiten el diseño y la ejecución de proyectos estructurales del territorio, como los polos y destinos turísticos a nivel nacional. La resolución 005 del Mitur, establece el actual PMOTT y el reglamento normativo de la franja litoral río Pedernales-La Cueva de Cabo Rojo.

El seguimiento a esa iniciativa del Ministerio es plausible. Y el liderazgo económico, político, cultural y social de Pedernales debe seguirla a pie juntilla para que se concrete lo más rápido y conforme la promesa textual.

El proyecto de desarrollo turístico que ejecuta el Gobierno desde Cabo Rojo tendrá, ya tiene, un impacto y la vida del municipio. Lo sabe su promotor.

Diagnosticar, anticiparse, prevenir el caos, planificar, siempre será saludable. Pero la planificación no es una prenda que, en realidad, guste mucho a funcionarios y políticos del país, aunque en los discursos pregonen amor eterno por ella. Esta disciplina tiene sus tiempos, su metodología, y ellos andan muy rápido, preocupados por sus intereses. Son enemigos de la espera. La racionalidad, el orden, les aterra.

Con sólo oler a empuje del gran turismo, la ciudad Pedernales luce ya mucho de anarquía territorial y los daños a su gente son verificables. Pero pocos, en el pueblo, lo notan, quizá porque están distraídos en la burbuja de la propaganda. Pocos saben el daño a sus propias vidas.

Sin pensar en disponibilidad de agua, energía, recolección, tratamiento y disposición de residuos sólidos y líquidos, seguridad; sin reflexionar siquiera en la armonía arquitectónica y en la salud mental de la gente, han urbanizado en todas direcciones y han abierto negocios de todo tipo y en cualquier lugar.

Hay consecuencias negativas a la vista. La contaminación sónica y visual y el caótico tránsito en sitios otrora apacibles, comenzando por las viviendas alrededor del parque central, y la inseguridad (robos y drogas por doquier), han devaluado propiedades y han provocado mudanzas indeseadas.

Las autoridades, sin embargo, dejan hacer y dejan pasar cualquier invento, si no lo apañan públicamente. Su complicidad con el caos es indiscutible.

El Plan Municipal de Ordenamiento Territorial Turístico de Pedernales debería ser una herramienta de primer orden, si no se ahoga en la demagogia discursiva.

Por lo que se ve en el municipio, se hace tarde. Hay que agilizar los procesos hasta donde sea posible.

De todos modos, no deberíamos abandonar el optimismo. Hay que insistir como colectivo. El pacifismo y el individualismo han hecho de Pedernales una provincia  muy vulnerable, excelente para las andanzas de los malos seres humanos.

La indiferencia nos hace cómplices del desorden creciente y de la desatención oficial.

Alertados para que luego no vengan los lamentos.