“Sin educación política patriótica,

un soldado es solo un criminal en potencia”. 

Thomas Sankara.

África, la cuna saqueada de la especie humana, se sacude y da a luz un nuevo concierto de Estados soberanos, refractarios a la secular explotación colonialista. Ya son varios los países que han soltado las amarras y enfrentan con denuedo la conjura retaliativa del enemigo común.

Fresco el ejemplo de la República de Burkina Faso, hoy presidida por el joven geólogo y militar de izquierda, Ibrahim Traoré, digno continuador del legado africanista del continente. 

El saqueo de la República de Alto Volta, (así llamaban a Burkina Faso los colonialistas galos), se remonta al siglo XIX, cubre todo el siglo XX y parte del XXI. Tiene hoy una población de 23 millones de habitantes, y es un importante productor de algodón, oro y fuerza de trabajo. 

Es un país mediterráneo situado en el Sahel occidental, vasta franja esteparia que recorre África, del Atlántico al mar Rojo, de Senegal y Mauritania a Eritrea y Etiopía. Conquistó su independencia formal de Francia en 1960. Desde entonces, azuzada por los intereses elitistas de la vieja metrópoli, ha vivido estremecida por reiterados golpes de Estado. 

Aunque apenas reseñado por la prensa internacional, el pasado 27 de septiembre, Traoré y los suyos sofocaron una nueva trama golpista de factura regresiva. Varios oficiales burkineses, “sazonados” con euros y dólares de las élites atlantistas, fueron arrestados. 

El índice acusador señala a la Francia de Macrón, cuya oligarquía, acostumbradas a la explotación de la fuerza de trabajo burkinesa y al disfrute de las riquezas saqueadas al África ardiente, se niega a asimilar la magnitud y alcance del movimiento africanista que la detesta.

No sorprende la obsesión colonialista por restablecer el vasallaje recién desplazado, y mantener a toda costa el odioso pillaje del continente negro.  

Tras su advenimiento al poder en octubre del 2022, con apenas un año al frente del Estado, el presidente Traoré ha tenido que enfrentar las amenazas interventoras de la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental, especie de ministerio francés de colonias) y desarticular  conventículos conspirativos. Los aprestos involutivos no cesan; el peligro acecha.

Desde que Burkina Faso, la “Patria de los hombres íntegros”, como la bautizara Sankara, retomó las riendas soberanas de su destino, vive acosada por la oligarquía francesa, misma que en efervescencia golpista, no para de urdir componendas orientadas al restablecimiento de la servidumbre. 

Es la misma oligarquía europea, francesa en particular, que en octubre de 1987, con el aval del presidente Francois Mitterrand y el visto bueno de la Casa Blanca, derrocó y asesinó al presidente nacionalista Thomas Sankara (1983-1987), e impuso el régimen servil de Blaise Compaoré, aliado privilegiado de París y Washington durante 27 años, y quien hizo de Burkina Faso un feudo del capital financiero internacional.

Es la misma oligarquía europea, francesa en particular, que hoy se desgañita condenando a los cuatro vientos el golpe popular que la saca a empujones de Níger…. 

La misma que con el cristianísimo rey Leopoldo II de Bélgica (1835-1909), un asco innombrable de la especie humana, asesinó, mutiló y masacró, durante décadas, a 10 millones de congoleños. 

En 1960, tras zafarse del yugo colonial, y surgir la República Democrática del Congo (la Zaire del sanguinario Mobutu), con la sevicia ejecutora de la CIA y sus secuaces: Joseph Kasavubu y Mobuto Sese Seko-, la oligarquía belga orquestó la caída y asesinato al líder nacionalista Patrice Lumumba (1925-1961).

En Burkina Faso, una vez derrocado el gobierno interino del teniente coronel Sandaogo Damiba, el presidente Traoré ha marcado distancia con el colonialismo francés y el occidente colectivo -mismos que hoy mal disimulan sus propósitos desestabilizadores-, y en poco tiempo ha colocado a su país en la ruta de la soberanía y la nueva independencia. 

Para ejemplo de África y el mundo noble, Burkina Faso se yergue insumisa, inspirada en las ejecutorias del patriota icónico Thomas Sankara, el bien amado “Che Guevara africano”.

¡Sit populus custodiat te!