Aunque es bien sabido que sin educación no hay progreso, ni desarrollo, ni futuro, ni país;  la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) no se ha dado por enterada de esta realidad y con sus actuaciones obstaculiza un fluido y correcto proceso de enseñanza y conspira en contra de la tan necesaria mejora de la calidad educativa.

 

En el pasado, cuando los salarios de los profesores eran ridículamente bajos, más de una vez estuve de acuerdo con sus reclamos y métodos de lucha, pero hoy cuando los maestros de la enseñanza pública reciben salarios privilegiados, que compiten no sólo con sus pares de colegios privados, si no que están en los niveles superiores de la escala salarial de los servidores públicos, es imposible coincidir con ese comportamiento irresponsable y antipatriótico.

 

No creo que sea necesario argumentar a favor de los impactos positivos de la educación, educar es brindar mejores oportunidades a quienes más las necesitan, está más que demostrado que una mejor educación disminuye los niveles de pobreza y aumenta las capacidades productivas, contribuyendo a la movilidad social y propiciando menores niveles de marginalidad y delincuencia. Pero los profesores, quienes deberían ser las figuras protagónicas para que este cambio ocurra, parece no importarles el futuro de los cientos de miles de estudiantes que están bajo su responsabilidad y continúan con sus egoístas actuaciones.

 

El desarrollo del país requiere no sólo crecimiento económico, es preciso aumentar la productividad, ser más innovador y competitivo, y para esto se necesita una población más educada, pero eso tampoco parece importarles a los miembros de la ADP, pues la calidad de la educación pública se califica como muy mala y el rendimiento de nuestros estudiantes en matemáticas y lectoescritura es pésimo corroborando el calificativo mencionado precedentemente.

 

Ahora bien, la ADP más que un gremio de educadores, luce ser un partido político, oponiéndose y dificultando casi todos los planes y proyectos que propone el Ministerio de Educación y da la casualidad de que en estos momentos el presidente de esa organización es un destacado miembro de un partido de la oposición.

 

Las evaluaciones que diferentes organismos hacen a nuestros estudiantes dejan muy mal parados al país y a los profesores, pues siempre quedamos en los últimos lugares. Para enseñar se debe de tener conocimientos y saber trasmitirlos de manera inteligente e interesante, si es por los resultados obtenidos por los estudiantes, parece ser que los inconformes maestros no saben lo que tienen que saber y lo poco que saben no lo pueden trasmitir.

 

Luce que los miembros de ese Sindicato se encuentran anclados en el pasado y que necesitan de manera urgente un proceso de actualización y capacitación.

 

El repudio a la manera de actuar del gremio magisterial ha sido expresado de diferentes maneras, tanto en editoriales de prestigiosos diarios, como en declaraciones públicas de la sociedad civil. Ojalá tuvieran la sensatez de hacerle caso a lo que allí se les dice.

 

Por último, quiero tratar un tema preocupante; parece ser que todavía el Ministerio de Educación sirve como agente de retención para la ADP, descontando de la nómina las cuotas de membresía de los integrantes del sindicato, simplificando de esta manera la labor de cobro que le corresponde al gremio, quien debería ser quien cobre esos recursos a sus afiliados. Creo que esa práctica debe cesar de inmediato y que cada entidad pase a ocuparse de lo que le concierne.