Lecciones del caso Durruti
Buenaventura Durruti era un destacado dirigente sindical cuando aquel 18 de julio de 1936 daba inicio la guerra civil española. Durruti, quién también era anarquista, no dudó en alistarse en las filas republicanas en defensa de sus ideas y de sus partisanos. Pero la suerte del sindicalista devenido en soldado no iba durar demasiado. Pocos meses más tarde, el 20 de noviembre de ese mismo año, la muerte lo sorprendería de forma trágica. Así lo reveló su chofer muchos años más tarde: “El compañero Durruti estaba muy enojado con su centurión Bonilla por los destrozos en las vías, ya que creía que se cometía un sabotaje inútil a nuestros propios intereses (..) En un momento de la discusión alzó el fusil y golpeó la culata contra el estribo de nuestro coche, sonó un tiro y cayó redondo al suelo, herido mortalmente”[1]. Durruti moriría un día más tarde, por el tiro que se escapó de la culata de su propia arma.
Recordé esta historia cuando leí el desafortunado comunicado de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) y las declaraciones de nuestro apreciado amigo el Prof. Eduardo Hidalgo. Ambos, como es de público conocimiento, han recomendado a los docentes desconocer el llamado de las autoridades al retorno programado para la segunda parte del año escolar 2021-2022.
La sociedad dominicana viene haciendo un enorme esfuerzo por financiar la educación pública de niños, niñas y adolescentes. Este año 2022 el presupuesto asignado al MINERD superará los RD$ 231,147 millones. Estos recursos no surgen de la nada. Provienen del esfuerzo de empresas y personas que pagan sus impuestos, y que el Estado distribuye privilegiando a este sector por sobre otros por creer en su importancia capital. De hecho, es tal la relevancia que tiene en la Agenda, que la República Dominicana se ha situado como el país que más recursos públicos destina a la educación a nivel global, como puede observarse en el siguiente gráfico.
Gasto del gobierno en educación como % del gasto público total
Evolución del salario docente 2012-2019
Adicionalmente, toda la evidencia acumulada en cientos de artículos científicos de los centros de investigación más prestigiosos del mundo y también de la República Dominicana son contundentes en señalar que las escuelas son espacios seguros.[3] Esto es válido para los estudiantes, pero también para los profesores y adultos. Las escuelas que cumplen con protocolos rigurosos de seguridad sanitaria además son un espacio socializador y educador de las conductas que favorecen un mejor cuidado de la salud. Siempre lo han sido y más todavía en tiempos de pandemia. Por su parte, no es un detalle menor que las autoridades actuales hayan priorizado en el plan de vacunación al grupo de los docentes y trabajadores de la educación, convirtiendo ya desde comienzos de 2021 a la República Dominicana como el primer país de todas las Américas en inmunizar a la totalidad de su magisterio y profesorado. En consecuencia, no hay ninguna razón para temer por la salud e integridad de niños y adultos vinculados a la escuela. Al menos, no mayor a cualquier otro espacio público o privado que deban transitar y coexistir
Interrumpir los procesos formativos tiene enormes costos. La prestigiosa empresa Mckinsey, entre otros, ha demostrado como la pérdida de regularidad de asistencia escolar ha provocado un marcado deterioro de las competencias de los estudiantes, en particular en las áreas de matemáticas y lenguaje.[4] .
En resumen, 2022 inicia con el presupuesto más alto de toda la historia del MINERD; el gasto público en educación que se consolida como uno de los más altos de todo el planeta; los aprendizajes siguen sin evidenciar mejoras sin importar quien, cómo o en qué nivel se mide; el salario de los profesores ha sido duplicado y se prevén, incluso, algunas mejoras. Ante todo esto el primer anuncio de vuelta a clases del sindicato con más afiliados del sector es un llamado infundado a no regresar a las tareas.
Ya el año anterior, algunos de los editorialistas más lúcidos del país comenzaron a cuestionar la legitimidad del 4% y su pertinencia. Me pregunto si con posiciones y actitudes como las que ha presentado por estos días la ADP no se contribuye a alimentar esas posiciones que, de concretarse, serían terribles para la suerte de la educación y de la sociedad dominicana. Por eso recordé la historia de Durruti. Cuando se dispone de un fusil, hay que ser muy cuidadoso en su manejo porque el tiro bien pudiera salir por la culata.
[1] El País de Madrid, 11 de julio de 1993. Véase en: https://elpais.com/diario/1993/07/11/espana/742341609_850215.html
[2] MINERD 2019, Situación del personal docente de la República Dominicana 2019. Véase en: https://www.ministeriodeeducacion.gob.do/transparencia/media/presupuesto/evolucion-contratacion-de-recursos-humanos/ITI-situacion-del-personal-docente-de-la-republica-dominicana-2019pdf.pdf
[3] Un listado de las principales fuentes de investigación al respecto se detalla en la Nota de Trabajo de EDUCA Nro.55; mientras que la evidencia de los efectos de la apertura escolar en los contagios de estudiantes y docentes se expone en la Nota de Trabajo de EDUCA Nro.72. Ambos documentos disponibles en: https://www.educa.org.do/investigaciones/
[4] Véase: https://www.mckinsey.com/industries/education/our-insights/covid-19-and-education-the-lingering-effects-of-unfinished-learning