Después de muchos años, se tiene claro lo que este libro representa para un enorme grupo de lectores. Resulta un documento filosófico lejano que he encontrado en una escalera perdida en una época ya lejana: tiempo de pandemia.

Con larga paciencia de espectador, el libro espera ser leído de un momento a otro. No podemos negar que sus características caen en el derrotero de la pulsión ideológica. Muchos lo interpretarán como un máximo depositario de conocimientos. Sus páginas serán leídas en alguna de estas semanas.

Espera y espera como otro libro de ficción en una biblioteca playera, quizá como ese pato de hule en la piscina en el video de la canción ADN, del cidi de los Empire of the Sun (segundo sencillo de Ice on the Dune, 2013). Los australianos tienen canciones que considero obras maestras, como el caso de Wondering Star.

Tengo claro yo que Luke Steele, estrella indiscutida, me cae bien: su obra me cae bien. Y no es solo una canción, sino muchas. Las ropas que usan en los videos son fenomenales. En otro de sus grandes éxitos, Walking on a Dream, tienen motivos orientales. El video es fenomenal también. Y recuerdo una entrevista de Luke hace algunos años. Los australianos tienen un gran dominio de los efectos visuales.

El video de ADN (Calvin Harris ha hecho un remix de la canción), tiene claro el asunto: una secta musical, que conoce bien el cidi, proclama la canción para que todo ocurra: la policía entrará en la fiesta porque no han pagado en el súper o porque hacen mucho escándalo. Steele cae en la piscina y es cronometrado en la cámara. Por supuesto, estamos en Los Angeles en el video que vemos (San Fernando Valley, 2014). Este valle tiene otras locaciones: Glendale, Burbank, San Fernando, Hidden Hills y Calabasas (fundada en 1991).

Steele tiene un sombrero que es particularmente interesante, una estrella azul. Sus ropas son fluorescentes y otro, uno de los integrantes de la banda, viste con un traje blanco de los pies a la cabeza. Con un chaleco de botones dorados, Nick Littlemore, que conoció a Luke en un bar en Sidney con la presentación de Simón Moor en el 2000, baila en la habitación con un grupo de chicas adeptas. Son una secta que espera por algo de música.

Minutos después de ver este video, “encendemos” las redes sociales. No estamos en la época en que la tele reina sola. Estamos en otro siglo. Hace dos días, recibimos la noticia de México y su intento de entrar al Mundial de Catar 2022. Minuto a minuto, seguimos esta noticia. El entrenador está enfermo: algo de los ojos. Como está escrito en el tuit: no puede tomar aviones.

Le digo a alguien que conozco que tenga buen viaje a México: recomiendo un bar al que no he ido. Por supuesto, defendemos a Argentina y a México en los mundiales. Otros defienden a Brasil (Bolsonaro tuvo que ser llevado a una clínica por estar indispuesto ayer). En el Twitter, que tengo semanas sin usar, recibo información inmediata de lo que está ocurriendo con todos estos asuntos premundialistas.

En el video de Luke –filmado como digo en California–, todo está claro: se naufraga en la piscina, como ahora esta chica en la orilla del Marriot en Santo Domingo. Sus ropas son blancas. Sienten que, en la noche acaudalada, son iniciados para algo: obtener en un supermercado todo lo que sea posible. Tendrán una fiesta con sus invitados exclusivos. Para estar a tono con la canción, preguntamos: ¿Tenemos un ADN bien estudiado? ¿Tenemos los genes de los primeros españoles que vinieron a la isla? ¿Tenemos genes taínos o africanos? Algunos académicos –en algunos estudios–, se han preguntado esto antes.

¿Tenemos en el ADN el sentimiento de la libertad, o todavía en el salón de clases el profesor es El Jefe? Como le die a alguien, no tenemos que ser científicos para saber lo que significa el ADN y cuál es la utilidad de desentrañarlo. La canción de Luke es el primer paso.  ¿Está ahora en estudio? Esa es otra pregunta. Hace dos semanas, ha sacado dos canciones: Pool of Love (en el video aparece manejando un skateboard) y Armageddon Slice que forman parte de una nueva producción que llegará en mayo, Listen To The Water.

Por su lado, el libro que hallé en la escalera está en su lugar y uno lo percibe como si fuera una escaramuza perfecta, al tiempo que su ideología cae a pedazos sobre la calle, abierta al Cosmos.