Es difícil adaptarse a dos culturas, ya que siempre son tradicionalmente diferentes. En mi caso, al principio, hay muchas cosas que me fue difícil asimilar en la República Dominicana y tampoco, lógicamente, no todo lo asimiló mi esposo en Francia. Hay un periodo de adaptación realmente difícil: Idiomas diferentes, el clima caluroso sin cambio de estaciones, tradiciones, culturas… En el año 1967, este país estaba empezando a desarrollarse y nos sentíamos completamente aislados de Europa, lo único que había para comunicarse era un teléfono deficiente y un correo peor aún, pues las cartas, muy a menudo, no llegaban a su destinatario. Ahora, al instante, se habla por WhatsApp, se ve por la camarita, se toma videos transatlánticos, lo que nos permite ver crecer a los nietos.

Me fue difícil adaptarme a las cenas y a las fiestas. Hay una gran diferencia, aunque su concepto es el mismo, pasar un momento agradable con su familia y amigos, pero su manera de presentar la cena es muy diferente. En Francia, la cena o la fiesta comienza con un aperitivo, y luego se invita a pasar a “table”, instalando confortablemente a los huéspedes. No es la costumbre servirse en buffet. La comida está compuesta de varios platos: entrada, plato principal, bandeja de quesos surtidos con ensalada, postre, frutas y todo se sirve, plato por plato, con su respectivo vino: La entrada y pescado con vino blanco, la carne con vino tinto, el queso, vino tinto y los postres con champagne… en muchos sitios, en sitio muy formal, después de la entrada, se hace lo que se llama el “trou Normand” que es una copa de helado de manzana con licor de calvados, para ayudar a la digestión y poder seguir comiendo más. Luego, se pasa nuevamente al salón para tomar un digestivo o un refresco. Fácilmente, uno se queda sentados, en la mesa, sin poder levantarse, tres horas, hablando y gozando. Es difícil para un dominicano esta costumbre francesa, servirse tímidamente una primera vez delante de los demás, esperando que pase el mismo plato una segunda vez para servirse un poco más. Si no le gustaba este plato, no podía esquivarse ya que se notaba mucho. En el tipo buffet, nadie se da cuenta y se puede elegir la cantidad que desea y a su gusto. En la República Dominicana, la reunión empieza inmediatamente en el salón o en la terraza, se sirven toda clase de bebidas y luego se pone un buffet tardísimo. Es difícil para la anfitriona encontrar el preciso momento para invitar a los huéspedes a servirse, ya que la mayoría de ellos están gozando precisamente el mejor momento de los traguitos, entonces viene el dilema, no se puede esperar ya que la comida se enfría y pierde su sabor calentito. Luego de la cena ocurre el dicho campesino “Hizo como Blas, come y se va”. En aquella época en la República Dominicana, había una forma de apartheid, los hombres formaban su grupo de hombres, y del otro lado las mujeres con su grupo. Los hombres bebían bastante para no decir mucho, y escasamente las mujeres bebían. Me decían como excusa de esta separación marcada que las mujeres hablaban solamente del hogar, de los niños, del servicio. En Francia, ya la mayoría de las mujeres trabajaban y manejaban. Otra cosa divertida y hasta chocante para una francesa en esta época era la “chaperona”, no se podía ir a una fiesta sola con su novio, siempre había una madre o una prima “guardaespaldas”, acompañando a su hija adolescente.

La República Dominicana ya ha cambiado mucho. Las mujeres estudian en la universidad, manejan, trabajan, beben, comparten, salen en grupos y viajan, aun sin el esposo. La mentalidad no es la misma, es mucho más liberal, por bien o tal vez menos bien, ya que hay muchos divorcios, frutos de que la mujer, cuando no le va bien en su matrimonio, es capaz de criar a sus hijos y sobrevivir sin el esposo. He podido observar, que los hombres, fruto del divorcio o de la mujer que trabaja, se ocupan más de los niños, saben cambiar pañales, pasearlos, hacer ejercicios con ellos, ayudarlos en los estudios, y hasta cocinar.

Este progreso no siempre ha sido favorable, pues surge el “machismo”, pues muchos hombres no aceptan este cambio en la mujer, se sienten inferiores ya que muchos hombres no se han superado, pero las mujeres si, a todos los niveles. Es notable la inconformidad de ambos lados, los divorcios y sus consecuencias. A nivel de conversación, encuentro que los franceses son mucho más fogosos, inconformes, polémicos. Se puede ver en los debates a la televisión. Luchan con violencia, hacen valer sus derechos, manifiestan en las calles. Para un extranjero es chocante, ya que, en muchos países, no se admiten las manifestaciones, las huelgas.

Para asimilar la cultura de otro país, es necesario conocer sus tradiciones, con el chovinismo no se llega, hay que ser internacional, compenetrarse, aprender el idioma del otro país. Sin embargo, hay países que son tan diferentes culturalmente, que no se pueden asimilar, aun haciendo un esfuerzo, el ejemplo más flagrante es la mujer en algunos países de cultura musulmana, que no le permite quitarse el “hijab” o el “niquab”, siempre debe tener la cabeza o la cara cubierta. No hay lugar para las mujeres en la calle, no pueden ir a la universidad, su lugar es ir al mercado o esperar al esposo en el hogar. Si su familia es liberal, los demás ciudadanos no permiten esta libertad, y se imponen.

El aporte de los reportajes es primordial pues con ellos nos permiten aprender las diferentes culturas, sus tradiciones y su modo de vida, acorde con el clima, su alimentación, su vestimenta. Mientras más se mezclan las culturas, lógicamente se deberían asimilarlas y aceptarlas más. Para eso, hay que estar consciente que el mundo progresa y que la población debe tener su espacio en este progreso: Alimentación adecuada, hospitales, colegios, universidades, deportes… No habría la necesidad de dejar su país y aventurarse a trabajar en otro, en condiciones denigrantes para muchos. Es triste e inaceptable que, en el siglo XXI, haya guerrillas que no permiten a los otros vivir en paz y desarrollarse, que haya potencias que no permiten la libertad, y obligan a sus ciudadanos a irse de su propio país, que, en un país independiente, otra potencia lo invade. ¿Será esto cultura? Lamentablemente, estamos volviendo a la época de la conquista del Este, de los Hunos con Atila…. destruir lo que con tanto trabajo ha costado construir. ¡Porque no se puede vivir en paz en este planeta!