A lo largo del día tomamos muchas decisiones. Algunas le incumben solo a uno, son pequeñas y no tienen aparentemente mucha trascendencia. Por ejemplo, ¿qué camisa me voy a poner hoy? Hay decisiones que influyen o repercuten en los demás e implican una responsabilidad personal o  colectiva.

Es lo que ocurre cuando alguien conduce de forma temeraria y provoca un accidente, o ensucia las paredes o lugares públicos, o invierte en un banco que financia armas. Otras cambian el rumbo de nuestra vida, como sucede en caso de separación o cambio de lugar donde se vive.  Cada decisión que se ejerce se va creando la realidad de cada uno y ese hecho puede variar el destino de una persona.

Por ejemplo, se resbaló y se torció el pie porque mientras caminaba su mente estaba distraída o estaba en otro mundo. Además, ese día había optado por ponerse los tenis y no los zapatos que protegían mejor sus pies. Una pequeña decisión puede tener grandes repercusiones.

Desarrollar la habilidad de tomar resoluciones claras y efectivas es crucial. Estas influyen en el presente y contribuyen a crear el futuro.  Se precisa claridad para discernir, luz para decidir, voluntad y determinación para poner en práctica las resoluciones propias, es renunciar a ser un gramófono de alguien.

¿Como lograr tomar decisiones coherentes, inteligentes, equilibradas y apropiadas? El discernimiento es la clave. Que es lo que más conviene, ¿qué es lo que crea un mayor bienestar personal? ¿Qué es lo más adecuado en esta situación y para esta o estas personas? ¿Qué es lo justo? Que es lo ético, ¿que implicará menos desgaste y ofrecerá mejores resultados. ¿Qué precio habrá que pagar por ciertas decisiones? ¿Nos acercara a nuestro propósito o idear?

Discernir es una facultad que todos tenemos y siempre se utiliza con sabiduría. Cuando nos dejamos llevar por la rutina de los hábitos, se actúa mecánicamente sin ser conscientes del impacto de las decisiones. Luego uno se ve atrapado por los resultados que esta actitud provoca.

Hay momentos en los que la claridad se reduce y la confusión aumenta. No se discierne bien cuando la actividad mental nos mantiene ocupados con pensamientos negativos, inútiles y que debilitan. En ese momento se ha desconectado del poder interior de cada uno y se esta mas expuesto a ser vulnerables a las influencias externas. Entonces, aquí se requiere encontrar las soluciones adecuadas que liberen a uno de las presiones y de los obstáculos.

Es bueno no precipitarse y saber esperar a que se disuelvan las nubes. Entre los hábitos y el parloteo mental es fácil dejarse llevar por los impulsos. Es preferible fortalecer la voluntad para no ser una marioneta de los impulsos, hábitos, ni los deseos compulsivos.

Para lograrlo, cada día puede proponerse realizar algo o concentrarse durante un rato meditando o caminando. Observe como usted mismo boicotea su propósito, pero aun así ejercite su voluntad: haga lo que se ha propuesto.  Por ejemplo, ¿cuán a menudo consume información cada día, cuantos minutos por hora, por que consume información con tanta frecuencia, que porcentaje de la información le nutre y cuenta es una perdida de tiempo y de energía.  Ejercite su voluntad: “Esta semana solo mirare el correo electrónico, las noticias y las redes sociales dos veces al día”, y decida como va a reemplazar ese tiempo con su creatividad.  O bien,” a tal hora cada día de esta semana voy a desconectarme del celular durante 15 minutos y voy a relajarme y a pensar en algo inspirador que me conecte con lo que me da vida,”. Pensar en algo que le revitalice, que le recuerde lo que es esencial y tiene sentido para usted. Elija una acción que implique desarrollar su voluntad, actuar con lucidez.