Al monseñor Francisco Panal y Ramírez, religioso español de la Congregación de los Franciscanos Capuchinos y entonces obispo de la diócesis de la Vega, al igual que a monseñor Reilly y otros obispos y sacerdotes, correspondió padecer un doloroso calvario, signado por las ofensas y el asedio continuo del régimen agonizante, tras la publicación de la carta pastoral de enero de 1960.

Monseñor Panal pronunca una homilia.

Erróneamente el régimen consideró que Panal había intervenido en la redacción de la carta pastoral. Es por ello que el 3 de febrero de 1960, apenas tres días después de hacerse pública, la dirigencia del partido dominicano en la Vega convocaba un mitin político en el parque Duarte, frente a la catedral, en protesta por la publicación de tan resonante documento.

Consciente monseñor Panal de que la temible maquinaria propagandística del régimen enfilaría sus cañones contra la iglesia, se propuso de inmediato intentar contrarrestar sus aviesos propósitos apelando para ello a los medios pastorales y espirituales a su alcance.

En abierto desafío al régimen, dirige una ardiente exhortación a la feligresía vegana, horas antes del referido mitin, mediante la cual  le instaba a abstenerse de participar en dicha actividad, en los siguientes términos:

ATENCIÓN, FIELES CATÓLICOS.

Os habla vuestro Pastor y Padre Espiritual, el Obispo de la Vega. Hasta nos han llegado noticias que, juzgamos de todo punto falsas, porque de ser ciertas ofenderían gravísimamente a todo el pueblo católico y hasta el mismo generalísimo Trujillo, que se precia y enorgullece de ser el más valiente defensor y bienhechor insigne de la iglesia católica. Hasta nos, digo, han llegado noticias de que se ha promovido y organizado por elementos particulares, hostiles a la santa iglesia, un MITIN político social para esta noche a las 7:30 p.m. con el propósito, según las noticias callejeras, de protestar contra la iglesia católica, por la actitud asumida por todo el Episcopado Dominicano en su Pastoral Colectiva, que fue leída en todo el país el domingo próximo pasado, 31 del mes de enero.

Rogamos muy encarecidamente a todos nuestros fieles hijos diocesanos, que de ser verdadera —lo que Dios no permita— esta información que nos ha llegado y que circula por toda la ciudad de La Vega se abstengan en absoluto de tomar parte en dicho acto, que va a todas luces contra la legítima y santa autoridad eclesiástica, y esto bajo penas gravísimas que impondremos a los transgresores particulares, como son: privación temporal de los santos sacramentos y demás bienes espirituales de la iglesia, y a las autoridades y entidades públicas, la negación de cultos por sus intenciones.

De nuevo os vamos a leer la pastoral colectiva del episcopado dominicano, para que la verdad no sea falseada malévolamente y se informen bien de ella los que no lo están, y comprendan que, más bien que protestar y oponerse abiertamente contra la Iglesia Católica Apostólica y Romana de Santo Domingo y contra sus propios legítimos pastores y conductores de sus almas, deben ponerse todos los verdaderos hijos de la iglesia y los hombres amantes de la paz y justicia, a su lado y secundarles en suplicar ardientemente a Dios y a la Santísima Virgen de la Altagracia, Madre y Protectora del Pueblo Dominicano, —tan acongojado hoy— que nos conceda la paz y concordia tan apetecidas, y que los sagrados derechos de la convivencia social humana sean por todos debidamente reconocidos y legítima y felizmente ejercidos, y para que, en un plan de recíproca comprensión se eviten excesos y que sean cuanto antes enjugadas tantas lágrimas, y curadas tantas llagas y devuelta la paz a tantos hogares que la han perdido.

Llenemos las iglesias mejor que asistir a este mitin revolucionario y antirreligioso; llenemos perennemente las iglesias, para rogar a Dios y a la Santísima Virgen, con actos de cultos y penitenciales, por todas las intenciones ya arriba enumeradas.

Viva la Santísima Virgen de la Altagracia. Viva la Patria Dominicana. Viva la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, Dominicana.

El texto no podía ser más explícito. Ya era evidente la tensión entre la potestad civil y la eclesiástica.

El referido mitin se llevó a cabo en el parque de la Vega y sería transmitido por la emisora local “ La voz del  Camú. Conforme lo anunciado, participaron como oradores, entre otros, los dirigentes del partido dominicano  Julián Suardí y Gustavo Gómez Ceara.

La encendida arenga de Suardí a  las  masas enfebrecidas constituyó un ataque frontal contra Monseñor Panal:

Señores, el domingo pasado en las iglesias de la provincia de la Vega, fue leída una carta pastoral. La actitud  dudosa asumida, sin duda, por Monseñor Francisco Panal, ha producido en el pueblo diferentes comentarios, que personas mal intencionadas, utilizan con fines tendenciosos para hacer creer que entre el gobierno y la iglesia pueden surgir dificultades y desavenencias. Los hombres admiradores de esta obra de progreso, hemos considerado oportuno la celebración de esta manifestación  para en ella poner en guardia a nuestro pueblo, para no permitir que lo sorprenda con actitudes y expresiones sediciosas, hijas de la fantasía de los amargados en quienes ha crecido la vanidad, el engreimiento, el egoísmo y el ansia de poder.

Estamos aquí no para atacar a la iglesia, no para defender al gobierno, porque a la Iglesia no la atacamos nunca y el gobierno está defendido por sus claras y limpias actuaciones. Estamos aquí para clarificar conceptos, que debido a los comentarios callejeros y tendenciosos que han surgido de la carta pastoral, leída el domingo en nuestras iglesias y las actitudes dudosas y maliciosas de Monseñor Panal están clamando por una justa interpretación, y más que por una interpretación, por una justa apreciación que ha de culminar en la sentencia del pueblo reafirmando su fe y confianza en Trujillo. Y la protesta más airada de todo lo que en la carta pastoral y en los comentarios callejeros y en las actitudes de Monseñor Panal es tendenciosa injusticia.”.

En encendida apología defendió todos los logros de Trujillo y sus favores a favor de la iglesia, para retomar sus furibundas andanadas contra Panal, rayanas en la temeridad y la insolencia:

“¿Quiere Monseñor Francisco Panal, como obispo de la Vega destruir todo eso? No puede. En la Vega Monseñor Panal no ha hecho nada por el engrandecimiento de la religión cristiana, por lo contrario le ha restado entusiasmo y a diario se le critica por su despotismo y por su manera dura de tratar a las familias de esta sociedad…no puede en la Vega porque él sabe que aquí se habla de la dictadura del Padre Ubrique y sabe que por sus solapadas tendencias subversivas está jugando con candela.”

El diputado Ceara, aunque en un tono más cuidado, no dejó de enderezar su filípica contra Panal y el resto de los Obispos:

Quienquiera que sea, señores, el que proclame que en el seno de la sociedad dominicana hay inquietud de cualquier género, como parece deducirse de la pastoral en referencia, que fue leída en la mañana del citado domingo por Monseñor Panal en nuestra Catedral no se sabe con qué intención, se aparta de Cristo porque se aparta de la verdad”.

La mencionada concentración se convirtió en un certamen de dicterios contra Monseñor Panal y la jerarquía católica. Apenas nueve días después  de tan desazonantes episodios, dirigía una carta al entonces  Secretario de Estado de Interior y Cultos Rafael Paino Pichardo,  en la cual le exponía con detalles lo acontecido aquel día:

12 de febrero de 1960.

Señor Secretario de Estado de Cultos

Su Despacho

Ciudad Trujillo, D.N.- R.D

 

Muy distinguido Señor:

 Con pesar inmenso de mi alma vengo a llevar a su conocimiento oficialmente el hecho escandaloso, sacrílego, que tuvo lugar en esta ciudad, el 3 de los corrientes, en las puertas de la Santa Iglesia  Catedral, en el parque Duarte, al tiempo en que se celebraban los sagrados cultos ordinarios.

 Me pareció prudente dejar pasar algunos días lo ocurrido, para dar tiempo a las autoridades locales y al superior gobierno a que reaccionaran justa y saludablemente; pero en vista de que ninguno ha salido por la justicia, —tan enormemente ofendida— me he decidido a presentar a Usted esta información oficial, que, aunque no sea completa en detalles sí que lo es en lo sustancial.

 Para el mejor éxito del mitin político social que se proyectó celebrar, se designó un comité organizador compuesto por los señores Julián Suardí, presidente, Samuel de Moya Alonzo, vicepresidente; Ramón M. Cordero, Euclides Batista, Manuel U. Córdoba, Juan María Fernández Malagón, Dr. Cristóbal Núñez, R. Emilio Gonell, Dr. Antonio Jiménez, María Amín Canaán, Maximiliano Mieses Lazala, Dr. Gustavo Gómez Ceara, y Dr. Frank Guzmán, vocales.

 En las reuniones que celebraron los organizadores del acto en referencia, se acordó oficial u oficiosamente, por iniciativa propia o—como algunos decían— por sugerencia superior, protestar contra la actitud asumida por la Jerarquía Eclesiástica de la Provincia de Santo Domingo en su Pastoral Colectiva, leída en todo el país el domingo día 31 de enero pasado y la cual ya es del dominio público general.

 Me pareció increíble y del todo falsa la noticia que nos llegó al respecto de distintos puntos; pero tanto y tanto se insistió por unos y por otros, hasta por personas sensatas y honorables a toda prueba, que nos inclinaron a creerla verdadera; y por si acaso resultaba como se decía, preparamos unas palabras —cuyo texto completo incluyo a Usted con la presente— de atención al público católico de la Vega, previniéndole del hecho que se proyectaba, y dándole normas y amenazas a los que a ciencia y conciencia cooperaban a dicho acto, que —como se sospechó y anunció por miles de bocas— resultó ser antirreligioso, antipatriótico, sacrílego y revolucionario, como Ud. Señor Secretario lo podrá comprobar hasta la evidencia con sólo leer los adjuntos fragmentos de los discursos que se pronunciaron aquella noche por distintos oradores los cuales —para mayor desgracia fueron transmitidos por la Estación Radio Emisora “La Voz del Camú” y grabados por nosotros en discos y cinta magnetofónica, de los que son copia fiel las de a máquina que le adjuntamos.

 El desorden provocado por estos buenos señores con su mitin —disque político social— no llegó a mayores excesos, —hasta sangrientos— porque la orden de prisión dada contra los sacerdotes —al decir las personas honorables— por el Fiscal Cordero, hijo de uno de los más atrevidos oradores del mitin de aquella noche, no le pareció bien o prudente al Gral. Brigadier D. Juan Tomás Díaz,mllevarla a la ejecución, gracias a Dios.

 Después de este final ya borrascoso y ya tarde en la noche, la Sra. Gobernadora de la Provincia dio cuenta de todo lo sucedido al Gral. J. Arismendy Trujillo Molina, despachándose y despachando a todos los suyos a su placer, del mejor modo bueno que pudo, pero el desorden provocado y habido, solamente por las palabras de ALERTA o atención que se dieron a los fieles, los que en su mayoría acudieron al mitin engañados por el sabroso anzuelo de que vendría al acto el Generalísimo Trujillo en persona, y que repartiría dinero, etc. a los asistentes.

 EL ALERTA o toque de atención que se dio a los fieles contra posible ofensas y difamación a la Iglesia Católica en la persona de sus jerarcas, se publicó minutos antes de que se comenzara el mitin, cuando ya todo estaba premeditado, escrito y listo de un todo para pregonarlo al público y transmitirlo en ondas sonoras de “La Voz del Camú”.

 Y como hasta el presente —no obstante, la gravedad del caso, y las innúmeras ofensas calumniosas pronunciadas en diversos tonos por los tres o cuatro oradores del susodicho mitin semi-oficial, cuyo eco repercutió vibrantemente en todo el Cibao, y tal vez alcanzó a tierras vecinas, pero extrañas, — no se ha dado satisfacción o explicación alguna a los ofendidos, ni nadie ha salido por la justicia vilipendiada tan atrozmente, antes al contrario, mejor alguno de autoridad se jacta y enorgullece de la magnífica hazaña que ha realizado con su comparsa, como quien se siente bien apoyado y defendido; me ha parecido muy del caso y puesto en razón, dirigirme a la Sra. Gobernadora Civil con la comunicación que también adjunto a Ud. con la presente, poniéndole las cosas en su lugar, y saliendo por los fueros de la justicia a favor de la Santa Iglesia y de su Sagrada Jerarquía.

 Pondere Ud. ahora la gravedad de este hecho, que pone de manifiesto el modo —nada amistoso ni respetuoso por cierto como se trata a los Obispos y a la Santa Iglesia en el País, según que lo propaga la prensa y radio extranjeras— y que ni siquiera haya habido una acción gubernamental reprensiva o coercitiva para los culpables sino más bien se les ha dado aliento para acometer otros hechos parecidos, al tratarlos con la benignidad del silencio y la indiferencia, que viene a ser lo mismo que un tácito otorgamiento de permiso para despacharse a su gusto en otro momento.

 Hasta aquí, Señor Secretario, mi información sobre el caso que nos ocupa, que está llena de verdad y de sinceridad y de recta intención como es la de: buscar siempre y por siempre la gloria de Dios, el bien espiritual, temporal y social de las almas, la exaltación de la Iglesia Católica, el respeto y obediencia a las autoridades debidamente constituidas y la paz y concordia entre los pueblos cristianos y entre todos los hombres de buena voluntad.

 Atentamente,

Mons. Francisco Panal O.F.M. Cap.

Obispo de la Vega.

Otros sinsabores indecibles aguardarían en lo adelante a monseñor Panal en aquellos meses aciagos que antecedieron a la caída del régimen. En su admirable ejemplo de pastor y guía espiritual encontrarían los fieles de le Vega y pueblo en general aliento y esperanza para mantener viva su fe y para no sucumbir ante los desmanes de la tiranía.

Monseñor Panal saluda a Trujillo.