Por invitación del señor rector de la Universidad Católica Nordestana, tuve un encuentro con técnicos distritales y regionales para conversar acerca de la educación y el rol de ellos en los procesos de mejora. Unos setenta técnicos estuvieron presentes y activos, lo que permitió un diálogo interesante.
Las ideas que llevé las titulé: Acompañar para la mejora y el cambio. Señalé desde el principio que más que respuestas iba a presentar realidades y preguntas, como también sugerencias de atreverse a pensar y hacer las cosas de manera distinta a como tradicionalmente la venimos haciendo en educación.
La región de San Francisco de Macorís tiene una historia muy interesante pues sus hombres y mujeres han sido siempre aguerridos y luchadores, colocándolos en una perspectiva especial. Hilma Contreras, oriunda, fue la primera mujer galardonada con el Premio Nacional de Literatura en el 2002. Considerada pilar de la literatura dominicana.
Su padre, el doctor Darío Contreras, primer cirujano dominicano especializado en ortopedia de la Universidad de París, Francia, graduándose en el año 1914. Además, de realizar estudios en cirugía y ginecología. Su vida dedicada a la medicina le confirió el honor de que el principal hospital de traumatología entonces lleve su nombre.
Punto de partida: “todos somos servidores públicos, y como tal, es nuestra principal misión desarrollar y comprometernos con nuestras acciones a la generación de bienestar en la población dominicana, pero de manera especial, a los niños, niñas y jóvenes estudiantes como al personal docente, a los que servimos”.
Desde esa perspectiva, asumir la misión del sistema educativo por la formación del talento humano que apueste al desarrollo del país, garantizando la equidad y el acceso a una educación de calidad; cumpliendo con la visión, además, de que todos los estudiantes aprendan de manera integral y permanente a lo largo de la vida.
Recordábamos que el ministerio cuenta con una estructura piramidal, que distribuye sus funciones fundamentales en los ámbitos de la misma. La sede central que define las políticas y conduce toda la estructura; a seguidas las regionales y distritos, para el monitoreo, acompañamiento y supervisión de los centros educativos, la base.
También les recordaba que algunos resultados de toda esa estructura y desarrollo de las políticas han sido: una baja eficiencia interna, pues la tasa de exclusión sigue siendo alta; una deficiente escolaridad real, pues 12 años son efectivamente 6.5 años de aprendizaje y nada más; y, por consecuencia, muy bajos logros de aprendizaje.
Y todo ello, a pesar de más de 30 años de reformas, de inversión significativa de recursos financieros para el mejoramiento de los salarios, la construcción de planteles como la formación docente, y qué decir, del aprovisionamiento a estudiantes y personal de las escuelas, de alimentación y otros servicios.
Como una manera de pensar las cosas de manera diferente, les alentaba a quienes estaban presentes a invertir la estructura piramidal colocando a las y los estudiantes y sus familias, en la cúspide, es decir, en los sujetos demandantes por derecho constitucional, incluso, la educación de calidad que se pregona.
En ese marco retomar el punto partida y preguntarnos: ¿somos servidores públicos que garantizan una mejor educación? ¿Asumimos nuestra misión como una obligación ética? ¿Qué nos impide alcanzar los propósitos de apostar al desarrollo de una escuela de calidad donde todos aprendemos?
Les alentaba a iniciar un proceso de reflexión crítica sobre su rol en el proceso de acompañamiento de los centros educativos, desde la perspectiva del deber ético que tienen como servidores públicos, como del derecho que tienen las y los estudiantes y sus familias.
Al mismo tiempo que siempre tuvieran presente que un o una estudiante que aprende, está en un aula que aprende; que ésta está inmersa en una escuela que aprende que, al mismo tiempo, ella es parte de un distrito y una regional que aprende, y todos juntos, finalmente, de un sistema educativo que aprende.
¿Qué nos impide aprender como país que es imposible seguir trillando los viejos caminos ya andados de no respetar la continuidad de las políticas educativas, además de hacer de la estructura del ministerio un espacio para el nepotismo, oportunismo y clientelismo rampante?
Finalmente, les hacia un llamado a la conciencia de que “no hay peor situación que un niño, una niña, un o una joven pobre, que estudie en una escuela pobremente gestionada, pues su pobreza crecerá no matemática sino geométricamente”. Espero haberles provocado y conmovido en su conciencia de servidores públicos que son.