Desde 2018, el 24 de enero se conmemora el Día Internacional de la Educación. Este 2025, la conmemoración abre el espacio para reflexionar sobre los avances y desafíos del país en el logro del ODS 4: “Educación de calidad”; bajo el lema “IA y educación: preservar la autonomía en un mundo automatizado”. Para abordar todo lo que implica este enunciado, se requiere de datos y métricas que permitan entender el desempeño en el tiempo de indicadores asociados a esta temática.
Desde PNUD, partimos del Índice de Desarrollo Humano, medida compuesta por tres dimensiones asociadas al bienestar – educación, salud e ingresos – para estudiar la evolución de las oportunidades de desarrollo en el tiempo. Como veremos, en lo que respecta a la educación, el caso dominicano presenta un panorama interesante con avances asociados a mejoras en el acceso, pero que coexiste con limitaciones persistentes en equidad y calidad territorial.
En lo que respecta a los avances, en un periodo de 13 años (2010-2022), la dimensión Educación del IDH compuesta por los indicadores – cobertura en los 3 niveles educativos, finalización a la edad reglamentaria del ciclo escolar y la población que a los 25 años ha finalizado la primaria – registró el mayor crecimiento (34.4%) mientras que en la dimensión de Salud reportó 15.6% y la de Ingreso, 16.2%. Este crecimiento en el desempeño de estos indicadores educativos contribuye al aumento general del IDH nacional.
En este periodo, según datos oficiales, al comparar la matriculación por edad entre los 5 y 18 años, se han reducido las brechas de acceso a la educación entre los hogares más pobres (quintil 1) comparado con los hogares con mayor nivel económico (quintil 5). Según el gráfico 1, en 2010 se registraba una brecha entre los escolares de casi 20 puntos al finalizar el ciclo escolar, en desventaja para estudiantes en pobreza. Al evaluar esta brecha en 2022, vemos que se ha reducido de forma importante.
Otros indicadores han tenido un desempeño positivo, reflejándose reducciones en la sobreedad, la repitencia y especialmente en la deserción escolar en la secundaria. Intervenciones de política pública como la provisión del desayuno escolar, la tanda extendida, transferencias sociales focalizadas en la pobreza por los programas sociales y la mayor y mejor distribución de inversión pública a nivel territorial han incidido en este desempeño.
Adentrándonos en las regiones de planificación del país, podemos observar que la matrícula en el nivel medio creció un promedio anual de 2.6%, liderada por la región El Valle (Azua, San Juan y Elías Piña) con un incremento del 6.1%. Asimismo, se destaca la duplicación en la tasa de culminación de los niveles básico y medio. A pesar de estos avances, persisten desigualdades territoriales, como el 38% de subcobertura en Cibao Noroeste (Monte Cristi, Dajabón, Santiago Rodríguez y Valverde) frente al 22% en Higuamo (San Pedro de Macorís, Monte Plata y Hato Mayor).
Efectivamente, las mejoras registradas no se distribuyen de manera equitativa en la población. Además del IDH, que muestra los logros en el acceso de las oportunidades para la calidad de vida; el PNUD también calcula el Índice de Desarrollo Humano ajustado por Desigualdad (IDH-A), este sirve para medir la diferencia entre el nivel actual de desarrollo del país y la situación ideal en que todas las personas tuvieran las mismas oportunidades para acceder a la salud, la educación y los ingresos.
Al ajustar estos avances según se distribuyen en el territorio, de las 3 dimensiones del desarrollo humano, Educación registró la mayor pérdida por desigualdad en el IDH-A (27.6%). En otras palabras, si bien la dimensión educación fue la que más avanzó en el periodo de estudio, también es la más desigual entre todas. Esto pone de manifiesto la urgencia de abordar las disparidades territoriales y garantizar que el acceso sea universal.
Otro desafío lo constituye calidad del aprendizaje, entendida como la capacidad de adquirir conocimientos, que genere pensamiento crítico, habilidades y competencias para contribuir al desarrollo sostenible del país. Mientras que las tasas de acceso y finalización muestran avances, las oportunidades de acceso no se distribuyen de manera equitativa entre las regiones. Adicionalmente, la preparación de los estudiantes para enfrentarse a un mundo cada vez más competitivo y digitalizado sigue siendo insuficiente, haciendo presión en la necesidad de elevar la calidad. A pesar de que la República Dominicana es uno de los paises de la región que ha mejorado en las 3 asignaturas evaluadas (matemáticas, ciencias y lectura) el país se encuentra entre los últimos 10 lugares en el ranking general de todos los países participantes[1].
Asimismo, los datos que se encuentran disponibles a través de la “Plataforma Territorial de Desarrollo Humano del PNUD (2010-2022)[2]” indican que, en términos de avances, para 2022, el 66% de la población mayor de 25 años había completado al menos la primaria, un aumento del 25% respecto a 2010. Contar con una población con niveles educativos elevados es un requerimiento mínimo para la inserción efectiva en los mercados laborales competitivos.
Además, esto permite aprovechar las innovaciones y tendencias del futuro del trabajo que exigen habilidades y/o destrezas en múltiples ámbitos. Cimentado en los avances que se tienen, el país debe acelerar en fortalecer y ampliar la educación STEM (ciencia, tecnología, de ingeniería y de matemáticas) que permitan aumentar la participación de las mujeres en estos campos.
Tecnologías como la inteligencia artificial (IA) ofrecen también oportunidades únicas para transformar la enseñanza y el aprendizaje y pueden acelerar resultados. Estas oportunidades deben complementarse con políticas públicas integrales que fomenten la innovación educativa, garanticen la equidad, formación en valores y muy especialmente en pensamiento crítico. En países como República Dominicana, donde persisten desafíos estructurales, la integración de estas tecnologías podría marcar un punto de inflexión.
En el 2025, dos hitos convocan a toda la comunidad educativa a la acción y reflexión sobre logros y desafíos en el sector, con el objetivo de mejorar y fortalecer el sistema educativo dominicano. Por un lado, el Plan Decenal de Educación Horizonte 2034 como instrumento de planificación de largo plazo que busca promover la equidad, inclusión y calidad de la educación. Por otro, la propuesta de consolidación de los Ministerios de Educación (MINERD) y de Educación Superior (MESCyT) representa una oportunidad para reforzar las estructuras institucionales desde la educación inicial hasta la educación superior.
Cada día, y especialmente en la conmemoración del Día Internacional de la Educación, reafirmamos nuestro compromiso con políticas públicas que impulsen una educación de calidad, inclusiva y equitativa que sirva como motor para mejorar la calidad de vida de toda la ciudadanía dominicana.
Ver plataforma de desarrollo humano: https://mapa.do.undp.org
[1] https://blogs.iadb.org/educacion/es/pruebas-pisa-2022-america-latina-caribe/
[2] Plataforma elaborada con datos oficiales del gobierno de la República Dominicana. https://mapa.do.undp.org/