Son pocos los que justiprecian la grandeza de nuestro Padre de la Patria. Pero son mucho más los que la desconocen y, entre ellos, a quienes ni siquiera les importa. Esa sería la razón por la cual nuestra nación no le ha rendido a Juan Pablo Duarte un homenaje adecuado, ya sea en su estatuario o por otros medios. Debemos pues estar muy pendientes de lo que el proyecto MITUR/BID para el Centro Histórico de Santo Domingo planea hacer ahora con su Parque Duarte. ¿Será algo mezquino?
Fue en febrero del 2022 cuando quien escribe señaló, en un articulo en este digital, que ese proyecto debía privilegiar el rediseño del entorno duartiano sobre la Calle El Conde y el Parque Colón. La sugerencia se hizo en ocasión de que el ADN orquestara un remozamiento del lugar que, a mi juicio, quedaba muy corto de lo que se debía hacer. Al remozamiento le hacían falta “otros egregios complementos” dado que el emblemático Parque debía ser un lugar de reverencia a la majestad del patricio.
Entonces pedí una remodelación del entorno. Señalé que “se requiere visualizar una reconfiguración del Parque y su entorno que a la vez coligue con las dimensiones históricas del Padre de la Patria.” Así se sugirió la remodelación de la Plaza Bartolome de las Casas para que sirva de acogida y amparo al jolgorio de la juventud, impartirles usos congruentes a los dos edificios de las esquinas del Parque, el uso de la Capilla de la Tercera Orden para una biblioteca duartiana y rebautizar la calle Padre Billini con el nombre de Rosa Duarte. Lamentablemente la propuesta no prosperó.
Sin embargo, después de haber asistido a una presentación del rediseño del Parque, ahora propuesto por el MITUR/BID, me han surgido otras consideraciones que complementarían mis sugerencias. Lo propuesto debería añadir una esplendorosa fuente de agua con una tina con nenúfares (ver gráfica), una arboleda arrulladora (y no solo de palmas y laurel) y una jardinería poblada de flores blancas (jazmines de Malabar, claveles, orquídeas, velo de novia, etc.). El blanco de las flores reflejaría la pureza del macho alfa de la proceridad dominicana.
En el entorno del Parque hay ya menos de una docena de viviendas habitadas. En consecuencia, el diseño no debe privilegiar aquellos elementos que sirvan de solaz a los vecinos. Deben primar en cambio elementos para los visitantes de corta duración. La idea es atraer aquellos que sientan curiosidad por conocer la historia del patricio. Por eso facilitar el acceso no puede quedarse en mejorar el piso del parque o el pedestal de la estatua: debe privilegiar exquisitas decoraciones que produzcan placer estético y, en el caso de los visitantes nacionales, un altruista patriotismo. Tales decoraciones deben deslumbrar a turistas y nacionales.
Pero la egregia obra de Duarte merece mucho mas que solo un embellecimiento de ese Parque. La remodelación de este es una magnífica oportunidad para resarcir en cierta medida la desidia y mezquindad que hasta ahora se ha tenido con el creador de nuestra nacionalidad. Por eso debe aprovecharse para crear ahí un CENTRO DUARTIANO que use, en la exaltación de la figura del patricio, las edificaciones ubicadas en los costados norte y oeste del Parque.
El Centro incluiría, por ejemplo, un Palacio Trinitario (en la casa otrora de los Elmudesi), una Casa de la Familia (con memorabilia de todos sus integrantes), un museo, un cine para proyectar un perfil del prócer, un edificio que proyecte los orígenes de sus ideas libertarias, con biblioteca especializada y centro de documentación, otro para proyectar su adolescencia y actividades antes de la gesta de independencia, otro para recrear su estadía en la selva de Venezuela, otra vivienda destinada a rememorar a los más fieles y leales compañeros del prócer (Juan Isidro Perez, Pedro Alejandro Pina), mientras otra podría proyectar a Sanchez, Mella y Maria Trinidad Sanchez. Habría que juntar a historiadores y arquitectos para generar una configuración adecuada de los costados del Parque mencionados.
Con el Centro solicitado estaríamos posicionando la visión republicana por encima de la cosmovisión hispánica que hasta ahora ha prevalecido en todas las intervenciones del Centro Histórico. Se estaría no solo haciéndole justicia a la memoria del Padre de la Patria sino también acentuando la trascendencia de nuestra nacionalidad frente a lo colonial. Algunos dirán que el Centro no coliga con los entornos coloniales de esa parte del Centro Histórico. Por el contrario, el Centro Duartiano brotaría de las herencias coloniales y reafirmaría el grito de Montesinos por la libertad. La obra sería un pilar fundamental de nuestra identidad nacional.
Tiene la palabra el Instituto Duartiano, la entidad gubernamental encargada de proyectar la figura y obra del patricio. El articulo 2 de la Ley 127-01 dice: “Los retratos, estatuas, bustos y otras imágenes de Juan Pablo Duarte, para uso en monumentos públicos, oficinas nacionales y municipales, escuelas, billetes de banco, sellos de correo, cuadernos y publicaciones oficiales o privadas, deberán ser previamente aprobadas por el Instituto Duartiano.”
Lo ideal sería, sin embargo, que tanto el Instituto como la Academia Dominicana de la Historia, esta ultima una entidad que por ley es asesora del Poder Ejecutivo, envíen una carta al ministro del MITUR solicitando no iniciar la obra de rediseño del Parque hasta tanto no hayan consultado con el presidente de la Republica la factibilidad de materializar el Centro Duartiano. Conociendo la devoción del actual presidente por la figura de Duarte podemos estar confiados en que obtemperará con la declaración de utilidad pública de los inmuebles, la provisión de los fondos necesarios para pagarlos y para financiar la obra. Estaría así apuntalando el seductor atractivo turístico del Centro Histórico tanto para extranjeros como nacionales.