Hace muy bien el presidente Luis Abinader, con ordenar el envío de militares para reforzar la vigilancia, disuadir a los potenciales delincuentes o criminales, y darle una perspectiva de protección a la ciudadanía y a la sociedad, en un momento de tanta incertidumbre en la convivencia pública y de tanto riesgo en la cohesión social, dada la caótica situación impuesta por las actividades de las operaciones delictivas y criminales que, sin ningún freno, ni social, ni oficial, han pautado los grupos y bandas criminales, a lo largo y ancho de todo el país.
Necesitaba el gobierno dar este golpe de timón, y sacar de la esfera meramente policial y de opinión pública, los abusos cometidos por los policías, los ataques de los delincuentes a la población y a la propia policía. Una sensación de ingobernabilidad de la violencia, de la delincuencia y de la criminalidad con el fin de sacar réditos electorales que, mediante acciones legales, motivadas por intereses partidarios, como la interpelación a las autoridades por excesos policiales, una lacra inocultable en todas las administraciones de los últimos 40 años, aunque de ninguna manera, justificamos las abruptas muertes de personas después de ser apresadas por la policía, en destacamentos: En Ocoa, Santiago y el Distrito Nacional.
Cerrarían en falso las heridas perpetradas por la policía a la sociedad, si el presidente Abinader hubiera permitido a la policía ajustar sus cuentas, con la espectacularidad de cuatro muertes de la banda de Bombo, pero peor aún, si permitiera el ¨darle para abajo¨, qué otrora, hasta en el congreso se pedía de voz en cuello, por quienes hoy buscan la interpelación. Jamás debería al presidente aceptar la frase de ¨Muerto el perro se acabó la rabia¨ pues este aforismo no le sirve ni a los perros, puesto que el virus sigue ahí.
Esperamos que con esta orden de militares a las calles el gobierno tenga clara sus metas dentro de un plan, más que de vigilancia, de seguridad y protección de la sociedad y de los ciudadanos, con el uso de medios legales y democráticos con los cuales ni se ponga en tela de juicio, ni se cuestione la jerarquía y la autoridad del presidente, con acciones paralegales, con las cuales se pondrían en cuestionamiento su proceder y su autoridad. Porque es lo que desean los criminales y, en cierto modo, lo han logrado, llevando a los cuerpos policiales y a las fuerzas de seguridad de estado, a proceder con los mismos métodos y metodologías de los criminales y delincuentes.
Quiero antes de cerrar, dejar dos lecciones; La de España, con el atentado terrorista, del 2003, todos los imputados fueron juzgados y condenados. Estados Unidos, los actos terroristas del 11 de septiembre del 2001, nadie todavía hoy ha sido juzgado, pero aun, con el cuestionado proceder de las autoridades de los Estados Unidos, hoy los terroristas del 2001, siguen encontrando bases sociales para seguir sus acciones terroristas, porque la torpeza de las autoridades y la falta de visión ética, han permitido el horror y el terror para combatirlos, terminando delincuentes y autoridades en el mismo lado. Irak, Afganistán, Paquistán, Irán, Siria, Egipto, Túnez, por citar algunos casos, son los peores ejemplos del mal proceder frente la violencia.