“Quien no comprende por una simple mirada, no comprenderá una larga explicación”. Proverbio egipcio

El rescate de Abu Simbel resultó ser una tarea más propia de un cirujano plástico que de un grupo de expertos en conservación de monumentos, arquitectos y arqueólogos. En uno de los escritos que hemos utilizado como fuente de información (https://www.elmundo.es/ciencia/2014/04/11/5347c1e322601d997f8b4571.html), se recrea una de las respuestas que un experto en el rescate daba sobre el proceso: “Ni un solo bloque fue dañado durante el desmantelamiento, el transporte y la reconstrucción.

 

Estos bloques, dispuestos como piezas de un gran rompecabezas sobre una estructura de hormigón simulan el emplazamiento original y el trabajo del artesano, como si fuera la propia piedra tallada. “Una montaña artificial recrea al verdadero Abu Simbel”, le comentó al autor de esta líneas uno de nuestros compañeros en aquella aventura estival. En efecto un nuevo monumento se hizo para recrear al antiguo pero con las piezas de este y la misma orientación… y hasta la misma magia.

 

Casi 2000 toneladas de monumento se movieron hacia lugar seguro. Para poder trabajar en paz y que el agua de la nueva presa no afectara los 14 meses de trabajo, se levantó un muro de más de 350 metros de longitud y unos 25 metros de altura para aguantar las aguas; además de esto- y según se recoge en las crónicas del “salvamento-  se volcaron montones de arena, a modo de  montañas para proteger los colosos de la fachada.

 

El calor de la emoción, el calor en los corazones de los “rescatadores”, solo era superado por las poco soportables temperaturas frente a la piedra, esa misma piedra que a la par de reflejar miles de años de historia y religión – y la pasión de Ramsés II por Nefertari –  reflejaba por su color blanco, un sol inclemente… Solamente Imhotep y Zoser, los dos barcos, servían de refugio para los técnicos y operarios quienes en las oficinas y habitaciones emplazadas en los mismos podían refrescar/renovar  sus  aspiraciones de salvamento y condiciones higrotérmicas corporales.

 

A casi 60 años de aquella maravillosa aventura, exitosa por demás, aquellos templos rescatados (el de Abul Simbel, en especial, construido por Ramsés II como conmemoración de su victoria en Kadesh), a un coste equivalente a 350 millones de dólares actuales (40 millones de los años 60); hoy, se levanta de nuevo como testimonio de la heroicidad de cientos de hombres que acudieron al llamado de la historia.

 

El Gran Templo de Abu Simbel tomó unos veinte años en construirse, se completó hacia el 1265 A.C… Abu Simbel, entre 1964 y 1965 A.D., volvió a la vida, un nuevo nacimiento, 14 meses antes de que Asuán lo destruyera y hoy sigue con nosotros.

 

Que la fe, la esperanza y el conocimiento nos sigan acompañando. Gracias Egipto.