Introducción
1.- En el mes de febrero, del año 2014, la Seccional del Colegio de Abogados, de nuestra ciudad natal, Santiago de los Caballeros, nos invitó a exponer en una conferencia el tema de la ética en el ejercicio de la profesión de abogado.
2.- Para nosotros fue una satisfacción recibir semejante solicitud de parte del gremio de los profesionales del derecho de Santiago, porque, primero, nos permitió exponer ante nuestros colegas y, segundo, tocar el asunto de la ética, frente a quienes ejercen una profesión, la de la toga y el birrete, duramente censurada como ligada, supuestamente, a todas clases de inmoralidades.
3.- Para analizar una actividad humana cualquiera, física o intelectual, hay que tomar en cuenta la base económica predominante del país y la superestructura que se levanta sobre la misma, porque no se puede separar el medio social del proceder del individuo y su ubicación clasista.
I.- Nuestra sociedad en una crisis profunda
4.- Antes de comenzar a desarrollar lo relacionado con la actividad de las abogadas y los abogados, procede ubicarnos en el medio donde hace su trabajo el profesional dominicano de la abogacía.
5.- La sociedad dominicana está enferma, y su cura no está en medidas artificiales; hay que ir a la esencia del problema; el cambio no puede ser de fachada. La transformación ha de ser profunda, porque solamente así puede surgir un ser humano nuevo, con una conducta nueva y una ética diferente.
6.- La conducta de la dominicana y el dominicano de hoy, es la expresión de la sociedad dominicana enferma, la cual está pagando el costo social de una crisis de fondo.
7.- Si nos apartamos de las instituciones que integran el Estado dominicano, y lanzamos una mirada hacia la actividad comercial, al mundo de los negocios, al sector empresarial, también ahí observamos crisis. No se puede decir, en honor a la verdad, que el comerciante, el industrial y el banquero de hoy, es el mismo de ayer, porque la crisis ha arropado a toda la sociedad. No hay nada por excluir: ni a las instituciones del Estado, al sector privado, a los vinculados con el comercio, ni a los que están relacionados con las profesiones liberales.
8.- En el comportamiento de una persona se destaca la influencia de los padres, la escuela y los profesores; las instituciones del Estado, en fin, todo un conglomerado social que, aunque se define en forma aislada, representa una parte de un todo, de lo que es la forma de proceder de un hombre o una mujer en sociedad.
II.- El abogado, su ejercicio y la ética
9.- Conociendo el medio social nuestro, comprendemos el tortuoso camino que ha de recorrer un licenciado o doctor en derecho, hasta llegar al ejercicio, luego de transcurrido un largo tiempo para conocer la fuente de su actividad, la cual descansa en las costumbres, la doctrina y la jurisprudencia.
10.- A los graduados en la escuela o facultad de derecho, solo el tiempo los califica como abogados, letrados, jurisconsultos, juristas, jueces, árbitros o fiscales. Pero no importa lo que han sido o son; lo que sí hay que tomar en cuenta es si han mantenido en su ejercicio profesional, aún en los momentos más difíciles de sus vidas, los principios sobre los cuales descansa su actividad, y han hecho suyo el adagio: “Quien comienza en juventud a bien obrar, señal es de no errar en senectud”.
11.- El hombre o la mujer del derecho, rebaja su obra o la eleva con su actitud en la vida profesional, pública o privada. La forma asumida ante un hecho va a ser juzgada, no por una persona actuando en función de árbitro, sino por la sociedad, que es la que actúa como juez de las actividades humanas; principalmente en este medio donde convergen tantos fenómenos sociales, políticos y económicos.
12.- Los licenciados o doctores en derecho, en la universidad aprenden los principios generales del derecho, les enseñan lo que son las instituciones, las personas, las hipotecas, los privilegios en general; los principales contratos, los procedimientos, etc. Pero en el ejercicio de la profesión encuentran todo un laboratorio en el cual deberán analizar fríamente cómo actuar y proceder.
13.- La situación de pobreza de nuestro país, muchas veces asfixia a algunos abogados y abogadas. Pero aquellos que proceden de un hogar de sólidas costumbres, vencen todas las adversidades, entierran las malas tentaciones, y por encima de sus necesidades más perentorias ponen los principios de la moral, la honestidad, la ética y la responsabilidad, no solamente como abogados y abogadas, sino también como hombres y mujeres de bien.
14.- Lo fundamental es que cada profesional del derecho haga su aporte al país como hijo de este pueblo. ¿Cómo servirle al país como profesionales? Ejerciendo su profesión con altura, dentro de los principios de la ética y la honestidad, todo acompañado con espíritu de sacrificio y con mucha sensibilidad.
III.- Una vivencia de un profesional ejemplo de ética
15.- En el curso de nuestra exposición a los colegas de Santiago, aprovechamos la ocasión para relatarles la experiencia que vivió hace unos años un colega de nuestra promoción, de la ciudad capital. Un cliente le solicitó una consulta sobre un asunto en curso ante un tribunal; él emitió su criterio, y el cliente le pagó sus honorarios.
16.- Luego, a los pocos días, el mismo cliente le solicitó una consulta en la que le requería trazarle una estrategia para lograr que se reenviara el conocimiento de una demanda en ejecución de sentencia. La respuesta de nuestro amigo y colega, no se hizo esperar, contestándole: “Por razones éticas, no puedo recomendar a ninguna persona estrategia alguna para posponer el conocimiento de un asunto, salvo cuando se presenta una irregularidad o vicio que impidan la celebración de una audiencia, o impongan una posposición de la misma, lo que no aprecio suceda en la especie. Siempre hay múltiples marrullas para impedir el conocimiento de un asunto, pero no está en el estilo de mi ejercicio profesional, recomendar ninguna de ellas, por eso me limito a reiterarle lo que válidamente le es dable hacer a esa empresa en ocasión de la referida demanda”.
17.- El amigo y colega perdió el cliente, y también el dinero que podía recibir por concepto de esa consulta, pero sabemos que él no se lamentó porque procedió conforme a su conciencia, dentro de la ética y la moral, como profesional del derecho.
18.- En nuestro medio, el abogado o abogada, sin importar su origen social, está en condiciones de ejercer su actividad profesional dentro de los marcos de la ética, y demostrar que se puede ser abogada o abogado con ética.
Ideas finales
19.- El agrietamiento de una sociedad humana lleva a muchos profesionales del derecho a desesperarse y caer en la realización de operaciones que constituyen un bochorno y una agresión a la ética.
20.- Dentro del orden social vigente, pueden ser creados mecanismos, instrumentos, espacios de lucha democrática, que hagan comprender a la generación actual, que ella tiene el compromiso de hacer cambiar de rumbo al país; que esto no puede seguir como hasta ahora; que a ella le corresponde dar los pasos para, sobre la base de esta sociedad en decadencia, ya enferma, comenzar en firme hacia nuevos horizontes de honradez, decencia, honestidad, desprendimiento, solidaridad y sentido de compromiso cívico y ético.